Las nuevas políticas de Defensa apuestan por la transparencia

En España, la política de defensa no suele generar muchos titulares, quizá porque el ciudadano no percibe grandes amenazas ya que gran parte de la sociedad conoce bien el gran trabajo que realizan nuestras Fuerzas Armadas cada día para garantizar su bienestar, su libertad, su seguridad y su defensa.

En ese sentido, la nueva Directiva de Política de Defensa, dictada el 4 de agosto de este año, traslada el espíritu de modernidad de la Directiva de Defensa Nacional 2020, promulgada por el presidente del Gobierno, en mayo, y desarrolla sus directrices apostando por un enfoque transversal e integrador, al tiempo que actualiza las directivas vigentes desde año 2012.

La sociedad demanda transparencia y las administraciones públicas estamos obligadas a proporcionarla. Por eso, con el propósito de que nuestros ciudadanos sepan más sobre su defensa, por primera vez en la historia, la Directiva de Política de Defensa ha dejado de ser un documento clasificado y se ha convertido en un documento público para acercar aún más las Fuerzas Armadas a los ciudadanos.

Si las Directivas de Política de Defensa anteriores se centraban en la organización y la estructura de las Fuerzas Armadas, en ésta hemos querido adoptar un enfoque diferente, prestando especial atención a la naturaleza de la Defensa en el siglo XXI y a las importantes y novedosas funciones que están siendo llamadas a desempeñar nuestras Fuerzas Armadas, dentro y fuera de nuestras fronteras.

Una de las ideas que impregnan la Directiva es el concepto de acción integral del Estado. En pleno siglo XXI, nuestros retos de seguridad son diversos, a veces evidentes y a veces sutiles, y su neutralización requiere utilizar al unísono todas las herramientas en manos del Estado como hemos podido comprobar de manera dramática en estos últimos meses con el estallido de la Covid-19, que ha requerido del empleo decidido, integral y masivo de todos los recursos disponibles.

El éxito de la operación Balmis contra la pandemia –la mayor en nuestra historia reciente–, el papel de la Unidad Militar de Emergencias actuando como punta de lanza, la aportación de las importantes capacidades del conjunto de las Fuerzas Armadas o la excelente aceptación de la iniciativa de puesta a disposición de la sociedad de Equipos de Rastreadores Militares, nos reafirman en el modelo de defensa integral y polivalente que la Directiva de Política de Defensa propone.

Los ciudadanos pueden tener la seguridad de que, en cualquier situación, por difíciles que sean las circunstancias, siempre podrán contar con el esfuerzo y saber hacer de sus Fuerzas Armadas, para garantizar sus derechos, sus libertades y la normalidad de su vida diaria.

Multilateralismo e Innovación. Otro punto central de la Directiva es su apuesta por la Seguridad Humana. La seguridad no solo trata hoy de recursos y fronteras, sino de la satisfacción de necesidades esenciales de las personas, incluyendo sus expectativas de progreso y de un futuro atractivo. Ello, junto con la agenda Mujer, Paz y Seguridad, constituyen factores esenciales para la prevención de conflictos a nuestro alrededor, en un difícil contexto geopolítico.

Por eso, si la integración de recursos nacionales es necesaria, también lo es la coordinación de los esfuerzos internacionales. Eso implica una apuesta por el multilateralismo, que es otro de los puntos centrales de la Directiva. Ningún país puede afrontar los retos de seguridad del siglo XXI en solitario, y la defensa solo puede concebirse desde la cooperación, que no significa imposición, sino concierto en la búsqueda de la paz y el progreso.

Nuestra Directiva tampoco olvida que los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas son el elemento más importante de nuestro sistema de defensa. Su compromiso con España merece todo nuestro reconocimiento y nos proporciona un profundo orgullo.

La evidente calidad de las personas que sirven en nuestras Fuerzas Armadas requiere además desarrollar plenamente su potencial con un equipamiento y un nivel tecnológico adecuados. Es esencial contar con una industria de defensa nacional capaz de generar riqueza, conocimiento y empleo y, al mismo tiempo, capaz de integrarse en una base industrial y tecnológica europea de defensa. Sin olvidar que invertir en defensa es garantizar la seguridad y la libertad de los ciudadanos.

Estos últimos han podido y pueden comprobar que esto es así siempre que se produce un incendio, una emergencia o algo tan inesperado como la reciente crisis sanitaria de la Covid. Ahí, en primera línea, asumiendo cualquier reto, están los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas.

Hay que seguir haciendo pedagogía para explicar en todos los ámbitos el gran trabajo que realizan los Ejércitos. Los españoles deben sentir a nuestros Ejércitos y a la Armada como algo propio, que siempre actúan a su servicio y con el firme compromiso de hacerles más fácil y mucho seguro su día a día. Una misión en la que los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas llevan años poniendo todo su empeño, con una inquebrantable moral de victoria y voluntad de servicio.

Margarita Robles es ministra de Defensa.

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