Las nuevas tecnologías de un nuevo siglo

La reunión del Foro Económico Mundial de este año en Davos, Suiza, aborda las amenazas a la estabilidad geopolítica y a la vida humana, y busca maneras de acelerar el diseño de herramientas políticas, económicas y tecnológicas más efectivas para hacerles frente. Entre los desafíos más abrumadores de esta generación están los alimentos, el agua y la escasez de energía; el cambio climático y los crecientes niveles de mar; y la propagación de enfermedades nuevas y resistentes a las drogas.

La humanidad ya antes ha enfrentado amenazas a su existencia y la salud del planeta, pero nos las hemos ingeniado para evitar el apocalipsis, o al menos posponerlo, a través del ingenio y la inventiva. La reunión de Davos de este año ofrecerá un pantallazo acerca de dónde provendrán  los próximos descubrimientos y productos que salven la vida, el planeta y la economía, y dónde deberíamos invertir nuestros talentos y dinero para impulsar la próxima generación de tecnologías transformadoras.

Una convergencia cada vez más veloz de las ciencias biológicas, físicas y de ingeniería promete un conjunto asombroso de nuevas soluciones tecnológicas. Imaginemos una central energéticaalimentada a carbón que emita sólo agua y aire limpio. En el interior de la planta, hongos de levadura de diseño transforman el dióxido de carbono liberado durante la combustión del carbón en materias primas para cerámicas de piso y otros insumos para la construcción.

O imaginemos un análisis de orina simple y barato que pueda diagnosticar cáncer, eliminando la necesidad de una biopsia quirúrgica. Y que, cuando hace falta un tratamiento oncológico, su golpe tóxico afecte selectivamente a las células cancerígenas, con efectos colaterales mucho menos nocivos.

O imaginemos un futuro con muchos alimentos y cultivos energéticos. A través de una provisión de semillas mejoradas y una gestión del agua más eficiente, podemos tener cultivos que requieran menos agua, que crezcan con una densidad más alta y que prosperen en rangos de temperatura más amplios. Y las cadenas de suministros agrícolas propulsadas por datos los trasladarán de manera más efectiva al mercado. Estos progresos nos permitirán alimentar y ofrecer energía -a un costo económico y ambiental más bajo- a la población proyectada para 2050 de 9.000 millones de habitantes.

Estas y otras innovaciones surgen de la convergencia de la biología y la ingeniería que hoy ya existe entre nosotros. Una nueva generación de científicos, ingenieros y clínicos, con una educación más amplia que la que recibieron sus antecesores, hablan ambos idiomas y están trabajando en conjunto de maneras sin precedentes. Están debatiendo entre disciplinas -no sólo la ingeniería y la biología, sino también la química, la física, las matemáticas y la informática- y marcando nuevos senderos para la innovación, desde el descubrimiento inicial al lanzamiento de aplicaciones avanzadas al mercado.

Las tecnologías de las que muchos de nosotros dependemos hoy surgieron de una convergencia paralela de descubrimientos en física e ingeniería a principios del siglo XX. En 1900, el mundo no tenía un fácil acceso a la electricidad, los automóviles y la aviación o las telecomunicaciones. En gran parte del mundo, ahora damos por sentadas esas conveniencias; de hecho, las consideramos necesidades.

Lo que comenzó como exploraciones esotéricas de los hallazgos del mundo físico -la naturaleza del electromagnetismo y la estructura atómica de la materia, por ejemplo- se convirtieron, en manos de los inventores e innovadores, en telecomunicaciones, nuevas drogas, imágenes y dispositivos médicos, energía nuclear, chips de computación e Internet. Ahora hay más dispositivos móviles conectados que gente en el planeta.

Los productos electrónicos y las industrias digitales seguirán expandiendo su impacto, en tanto el "análisis de datos", la "Internet de las cosas" y la "Internet industrial" se vuelvan cada vez más predominantes. Más allá de la extensión de estas tecnologías del siglo XX, también podemos anticipar un nuevo conjunto de industrias transformacionales -que todavía no tienen nombre- en nuestro avance hacia el nuevo milenio.

Al mismo tiempo, de la misma manera que la convergencia de la física y la ingeniería del siglo XX transformó nuestras vidas, la convergencia cada vez más veloz de la biología y la ingeniería está impulsando descubrimientos sin precedentes que prometen crear otra plataforma para la innovación, el ascenso de nuevas industrias y el crecimiento económico. La fabricación de combustibles y productos farmacéuticos ya depende de microbios desarrollados intencionalmente que crean productos biológicos sofisticados. Los nuevos procesos industriales incorporarán microbios especialmente diseñados y compuestos propulsados por la informática en un conjunto de productos.

De la misma manera, la reducción dramática del costo de la secuenciación de genes, de aproximadamente 40 millones de dólares por genoma humano en 2003 a aproximadamente 5.000 dólares hoy, junto con un rápido incremento del poder informático, está impulsando la velocidad, la precisión y la robustez de las pruebas de diagnóstico médicas. Eso promete no sólo terapias más oportunas y efectivas para el cáncer, sino avances similares contra otras enfermedades actualmente intratables.

Las industrias y los motores económicos del siglo XXI surgirán de los esfuerzos cada vez más concertados de la biología y la ingeniería. Es esta convergencia la que ayudará a ofrecer las soluciones tecnológicas necesarias para suministrar energía limpia, alimentos y agua suficientes, así como una mejor salud, para sustentar a los 9.000 millones de personas que habrá en el mundo en 2050.

Susan Hockfield, President Emerita and Professor of Neuroscience at the Massachusetts Institute of Technology, is a member of the World Economic Forum’s Foundation Board.

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