Las Operaciones de Apoyo a la Paz

Introducción:

España nunca había realizado un esfuerzo militar tan permanente en el tiempo y con una voluntad política de implicación tan continuada como lo está haciendo en lo que se ha venido a conocer como Operaciones de Paz. Sin embargo, ese esfuerzo es poco conocido fuera de los círculos diplomáticos, militares y académicos, y la sociedad, en general, no es consciente de la trascendencia de las operaciones ni puede diferenciar su tipología o discriminar entre el papel de las fuerzas armadas y el componente civil en ellas, o sobre la doctrina que guía las operaciones y los principios morales y éticos bajos las que se afrontan. Por ello, este Documento de Trabajo (DT) tiene el objetivo de eliminar este desfase, proporcionando los elementos de juicio necesarios para realizar un análisis de situación sobre estas operaciones y divulgando los resultados del seguimiento que realiza el Grupo de Trabajo del Real Instituto Elcano, además de aportar una recopilación de los documentos de referencia.

A efectos de oficializar el tipo y las características de las operaciones que se analizarán posteriormente, es necesario indicar que la referencia más completa se recoge en la Doctrina de Empleo de las Fuerzas Terrestres del Ejército de Tierra de España (DO.001), aprobada en 1996 por el jefe del Estado Mayor del Ejército, revisada en 2003 y vigente actualmente. Como vértice del Cuerpo Doctrinal del ET, la citada doctrina es de obligado cumplimiento, contiene y desarrolla todos los preceptos, normas y procedimientos OTAN, UE y ONU, fundamentalmente, que España ha ratificado como miembro de las citadas organizaciones. El Ejército del Aire y la Armada, por sus especiales formas de acción, no precisan, normalmente, descender a los niveles que lo hace el Ejército de Tierra, por lo que sus necesidades doctrinales son satisfechas por los tres niveles –político militar, estratégico y operacional– de las doctrinas multinacionales citadas. Es precisamente en este último nivel, el operacional, en el que se está actualmente trabajando en el Estado Mayor de la Defensa para elaborar la Doctrina Conjunta Española, todavía inexistente, si se exceptúa la Directiva de Planeamiento Operativo del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD). En definitiva, la Doctrina DO.001 puede ser considerada como referencia muy valiosa para el resto de Ejércitos y es conforme a las doctrinas vigentes.

Desde el primer momento, conviene admitir que las operaciones de paz no son algo novedoso, en un estricto sentido, porque siempre fueron una opción prevista en la Carta de las Naciones Unidas para promover la paz entre los Estados y evitar los conflictos, aunque su auge ha coincidido con las últimas dos décadas y las condiciones más favorables para su desarrollo se correspondan con el período geoestratégico mundial posterior a la Guerra Fría. La aparente diversidad terminológica añade un elemento de confusión sobre las mismas operaciones, ya que su terminología varía según la organización internacional que las use o en los documentos nacionales de seguridad y defensa que las utilicen. Así, por ejemplo, la UE ha creado su propia nomenclatura y engloba a varios tipos de operaciones de paz dentro de su denominación de “misiones Petersberg”, en referencia a la ciudad alemana cercana a Bonn donde un Consejo Europeo acuñó el término. La citada variedad terminológica no afecta al fondo y contenidos de la doctrina que al respecto se elaboran en países como EEUU, el Reino Unido, Francia, e incluso en España, entre otras razones, porque doctrinas como las de la OTAN sirven como mecanismo de homogenización, aunque luego las fuerzas armadas de cada Estado tratan de mantener sus doctrinas nacionales, operacionales y tácticas, de acuerdo con la forma de ser de cada país.

El Documento de Trabajo describe el concepto de las operaciones de paz de Naciones Unidas y cómo gestiona esta organización sus operaciones, desde su nivel superior hasta su aplicación práctica sobre el terreno. Es muy frecuente, por cuestiones de capacidad, que Naciones Unidas delegue la ejecución de las operaciones de paz en organizaciones de seguridad y defensa, que disponen permanentemente de cadenas de fuerzas y de cuarteles generales para ejercer la conducción de las citadas operaciones, aprovechando su sistema de mando y control preexistente y las posibilidades de generación de fuerzas. Esta delegación explicaría la participación de la OTAN, y en menor medida de la UE, en misiones de Naciones Unidas en los Balcanes, África o Afganistán. La delegación de Naciones Unidas también puede atribuirse en coaliciones creadas ad hoc por un conjunto de países para cumplir un mandato. También muestra una tipología de operaciones orientada a diferenciar, primero, las de carácter bélico de las que no lo tienen y, segundo, entre las misiones no bélicas, aquellas que tienen un componente militar mayor o menor según el nivel de seguridad imperante en la zona objeto. La diferenciación es necesaria porque cualquier operación de paz posee a priori un riesgo de seguridad con el que se modulará su componente militar, pasando este de un nivel mínimo cuando no existe riesgo alguno, y donde el componente civil será mayoritario, a otro donde el componente militar será predominante para hacer frente a una situación de inseguridad.

A continuación se analiza qué es una operación, algo complejo en donde intervienen varios componentes diferentes, en espacios y tiempos variables, que es necesario coordinar, y se describen sus fases, principios, procedimientos y herramientas para facilitar la interpretación del estado y funcionamiento de las mismas, distinción que como se verá más adelante tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Así, la especialización en operaciones de apoyo a la paz supone el abandono momentáneo de principios castrenses inherentes al combate que se precisarían para las misiones conocidas en terminología OTAN como de “artículo 5”, para distinguirlas de las demás, o no bélicas, como recoge la doctrina terrestre española citada, mientras que otros países distinguen claramente las fuerzas dedicadas a operaciones de paz de las que podrían tener cometidos estrictamente de combate. Con la llegada de los ejércitos enteramente profesionales se ha facilitado en gran manera el cumplimiento de los dos tipos de misiones, que se rigen por principios diferentes; la solución, en el caso español, ha sido la de aplicar a cada cometido un adiestramiento específico.

El Documento de Trabajo describe la doctrina española al respecto, verdadera referencia para nuestros soldados, donde se puede encontrar un capítulo especifico para este tipo de operaciones y, también, compara la tipología de las operaciones de paz y examina las modernas teorías de las operaciones de estabilización, aspecto que ha irrumpido con fuerza en las doctrinas europeas merced a las experiencias desarrolladas en Irak, fundamentalmente y, por supuesto, en Afganistán. En todas estas acciones, la actuación del componente civil, sean organizaciones gubernamentales o no, es esencial aunque su mayor preeminencia en la zona de operaciones, en relación con el componente militar, estará en relación directa con la ausencia de problemas graves de seguridad, como ya se ha indicado anteriormente. En cualquier caso, hay que huir decididamente del falso concepto del carácter civil o militar de una operación de paz, dado que la operación es única y ambos componentes actúan integrados. En las situaciones en las que crece la inseguridad, el componente militar debe dedicar más atención a la protección individual y colectiva que a la cooperación cívico-militar (CIMIC) en la zona de operaciones, lo que afecta al proceso de normalización general que es el objeto de las citadas operaciones de paz. En operaciones donde las partes recurren a la fuerza entre sí, o se enfrentan a las fuerzas internacionales de forma asimétrica, caso de la insurgencia de origen islamista en Afganistán, la situación en los escenarios puede cambiar (mission creeping) variando la tipología aplicable a estas operaciones con los consiguientes cambios en los objetivos y en los mandatos de la misión que influyen enormemente en el nivel de armamento y equipo de la fuerza y, lo que es más importante, en sus Reglas de Enfrentamiento (ROE).

El planeamiento militar de una operación de paz, en lo que respecta al dimensionamiento de la fuerza, depende de múltiples y variados factores que después deben dar como resultado una buena adaptación a la misión en la zona de operaciones. Aunque la tipología de la operación enmarca las acciones a desarrollar, el mandato es la esencia de la operación y en él se determinan los objetivos de la misma así como sus condiciones de ejecución. Las ROE determinan el perfil político militar que debe mantener la fuerza en diferentes situaciones concretas, fundamentalmente frente al adversario que se opone al cumplimiento de la misión. Las limitaciones nacionales, constitucionales, gubernamentales y económicas, condicionan el número de efectivos o la modalidad de intervención. Todos estos elementos dan como resultado una fuerza militar planificada a medida de la operación, que resulta difícil de corregir una vez proyectada si es necesario hacerlo por el cambio de situación.

Ricardo Martínez Isidoro, General de División en la Reserva.

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