Las raíces de la derecha israelí

Hace unos meses Dan Merón, uno de los mayores expertos en literatura israelí, me dio un libro que había escrito sobre la obra literaria de Zeev Jabotinsky, el fundador e ideólogo de la derecha israelí. Se le considera el padre espiritual de Menahem Beguin, Isaac Shamir o del actual primer ministro, Netanyahu. Jabotinsky nació en Odessa y era novelista, poeta, traductor, dominaba varias lenguas y era un gran admirador de la cultura italiana, e incluso llegó a simpatizar en los años 20 con el régimen fascista. Era un hombre cosmopolita que logró ganarse muchos adeptos. En 1929 los británicos le impidieron residir en Palestina y murió en la diáspora en 1940. A pesar del tiempo transcurrido, su obra y su figura siguen presentes en la derecha israelí.

Para alguien como yo, que desde su juventud militó en el movimiento socialista, la ideología de Jabotinsky le era muy extraña; pero cuando Dan Merón me contó que en 1934 Jabotinsky y su rival político, David Ben Gurión, se habían reunido varias veces en secreto en la ciudad de Londres, me vino la idea de escribir una obra de teatro acerca de esos encuentros. En esa obra, basada en hechos reales, traté de imaginarme esas citas en las que dos corrientes opuestas dentro del sionismo buscaban alcanzar algunos acuerdos. Pero no fue posible ningún consenso. El movimiento liderado por Jabotinsky se escindió del sionismo y se convirtió en un grupo clandestino que luchó sobre todo contra el mandato británico y, después, contra los árabes.

Por eso, ahora que la derecha manda con soltura en Israel y está aprobando en el Parlamento israelí leyes muy dudosas, antiliberales y cuyo fin es limitar la libertad de expresión y de crítica, aumentar la influencia de la religión en la vida pública y reducir aún más los derechos de la minoría árabe en Israel, resulta sorprendente lo lejos que se hallan los jóvenes de la derecha actual de la filosofía de su fundador, Jabotinsky, que era, al igual que Ben Gurión, un hombre liberal y declaradamente laico. Hoy en día las discusiones entre la izquierda y la derecha tienen como tema central la religión, debido a que la derecha actual en su mayoría está compuesta por personas religiosas o tradicionales para quienes los valores democráticos, en el mejor de los casos, son secundarios, y en el peor de los casos los consideran contrarios a su visión del mundo.

Frente a esto, conviene recordar la radical laicidad del fundador del Estado judío, David Ben Gurión: contrajo matrimonio civil, no celebraba en su casa la Pascua judía y vivía totalmente alejado del mundo de la sinagoga. Lo mismo cabe decir de Jabotinsky: mandó que incinerasen su cadáver, contraviniendo así las normas de la religión judía, no comía kosher, y los héroes de sus novelas eran judíos completamente asimilados. Precisamente esa rotunda laicidad de dos líderes tan importantes dentro del sionismo es lo que hace que sea interesante analizar la discusión política que ambos mantenían en relación con la estrategia que había que adoptar para materializar la idea sionista.

Actualmente, dentro de los partidos de derecha que están representados en el Parlamento israelí se puede distinguir a los políticos veteranos que mantienen la herencia de Jabotinsky y que se oponen a las leyes antidemocráticas que proponen miembros de su propio partido, ajenos a esa herencia y que en su mayoría son religiosos o pertenecen al grupo parlamentario del ministro de Asuntos Exteriores, Libermann, cuya educación soviética hace que los valores democráticos no estén muy claros en su visión del mundo.

¿De qué tipo es Netanyahu? Por un lado, fue educado claramente dentro de la tradición heredada de Jabotinsky; de hecho, su padre fue incluso secretario de Jabotinsky. Pero, por otro lado, Netanyahu es un político sagaz, deseoso de poder, y que con tal de sobrevivir, está dispuesto a favorecer a los grupos religiosos y conservadores, con cada vez más fuerza en Israel, y también en el mundo entero.

Lo que descubrí a través de los documentos que tuve que leer y estudiar para escribir mi obra de teatro es que en el sionismo laico se daban dos visiones distintas sobre el objetivo final. Mientras que para la derecha y la izquierda la meta era establecer un Estado judío con el que normalizar la vida de los judíos con el fin de escapar del fuerte antisemitismo, había un sector dentro de la izquierda, sobre todo el liderado por Ben Gurión, que pretendía llevar a cabo cambios esenciales en la idiosincrasia judía tradicional; de ahí que su visión antirreligiosa fuese tan radical.

Así pues, aunque en mi obra de teatro he querido dar un trato igualitario a esas dos personalidades tan relevantes, no puedo evitar ser más leal a Ben Gurión, cuyo pensamiento, cuarenta años después de su muerte, sigue estando cada vez más vivo en mí y en mis compañeros.

Por Abraham B. Yehoshua, escritor israelí, impulsor del movimiento Paz Ahora.

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