Está muy claro que las razones que reclaman la prórroga de actividades de la central nuclear de Santa María de Garoña han marcado el protagonismo público en estos últimos tiempos en lo relativo a la continuidad de su producción energética. La sensatez apela a que el Gobierno de España adopte una decisión que se aparte del voluntarismo y la pose progre y se instale en la responsabilidad. Difícil papeleta estando Zapatero de por medio.
Distintos foros han debatido en las últimas semanas sobre Garoña, pero sí que sigue siendo importante superar el demagógico 'a priori' antinuclear y la radicalidad alarmista para instalarse en los argumentos y en las valoraciones serias y rigurosas que exigen, por el bien de la situación económica y social y por necesidades de producción y ahorro energético, apostar por la renovación de la autorización hasta 2019.
Y la mejor manera de exponer desde la razón por qué Garoña debe continuar y cuáles son los fundamentos de esta tesis se puede recoger en un decálogo de argumentos que deben poder servir no para la discusión, sino para la descripción y la argumentación.
El primer argumento debe ser el científico y técnico, y ése nos lo da el Consejo de Seguridad Nuclear de España (CSN), así como los informes anuales del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). El primero ha acordado por unanimidad informar favorablemente la renovación de la autorización de explotación de la central hasta 2019 y la OIEA ha constatado que la nuclear está en una condición técnica excelente y que su personal está comprometido con la seguridad y fiabilidad de la planta.
El segundo bien podría ser electoral y en éste tendríamos que decir fundamentalmente que el PSOE se equivoca si condiciona su decisión definitiva negativa a su programa electoral. Como ha dicho Felipe González, «el Ejecutivo puede decir lo que quiera», ya que el programa electoral del PSOE recoge con precisión el compromiso de cierre (pero sólo) cuando se agote la vida útil de las centrales. Y Garoña, según el CSN, tiene vida útil hasta 2019. Además, anunciar el cierre de Garoña a estas alturas no implica recibir más votos, quizá al revés.
El argumento institucional lo define por un lado el hecho de que en Castilla y León existe un consenso político, PSOE incluido, alcanzado en las Cortes castellanas el 16 de abril de 2008, para mantener el funcionamiento de la central. Y además, al haber sido favorable el dictamen del CSN, una decisión política favorable del Gobierno reforzaría su independencia y carácter técnico-científico.
En lo relativo al mantenimiento del parque nuclear, una decisión favorable sobre la continuidad de Garoña crea un precedente muy positivo para las inversiones en los proyectos de operación a largo plazo del resto de las centrales nucleares españolas.
El quinto argumento es el relativo a la política energética de nuestro entorno político y económico, y se constata que el mantenimiento de la opción nuclear es coherente con las recomendaciones energéticas definidas por el Parlamento Europeo y con la nueva política energética de nuestros socios europeos y con la del presidente Obama, que acaba de renovar licencias a centrales nucleares para que operen hasta los 60 años (Garoña con su prorroga llegaría a 48).
La operación y el funcionamiento óptimo es el argumento relevante que constata que Garoña ocupa en el ránking de las centrales europeas con tecnología BWR el segundo lugar por factor de producción, y se encuentra entre las 10 primeras del mundo de un total de 94 con esa tecnología.
Un factor esencial lo constituye la seguridad del suministro y, en este sentido, el hecho de que las centrales nucleares españolas operen diez años más supone 600.000 millones de kwh, que equivalen a la electricidad consumida en España en dos años. La producción de Garoña en 2008 fue equivalente al 19% de la hidráulica y al 13% de la producción eólica españolas.
El argumento medioambiental adquiere relevancia al tener que considerar que la producción nuclear es una forma limpia de generar energía. Mantener el funcionamiento de las centrales españolas durante diez años evita la emisión de 400 millones de Tm de CO2 y eso sí es preservar el medio ambiente y evitar el cambio climático. La renovación de Garoña supondría ahorrar hasta 36 millones de Tm en 2009-2019.
El noveno argumento es el de la competitividad y desarrollo económico. Renovar el permiso de Garoña supondría ahorrar en la compra de combustibles fósiles a otros países hasta 1.600 millones de euros. Por otro lado, la central ha contribuido entre 1999 y 2008 al desarrollo económico de Castilla y León con 295 millones de euros, generando empleo de calidad y siendo una de las 20 mayores empresas de esa comunidad.
El argumento final bien se puede reservar a la contradicción y a la insolidaridad de algunos discursos políticos, entre los que destaca el del PNV. Los nacionalistas, por un lado, se suman a la 'borrokada antinuclear' de la mano de la demagogia y la radicalidad y, por otro, se benefician de los recursos que genera Garoña sentados de la mano de la BBK (segundo accionista) en el consejo de administración de Iberdrola, copropietaria al 50% con Endesa de Nuclenor. Incoherencia y confusión a raudales.
Es, pues, el momento de la prudencia y del sentido común. Y ahora nos viene muy bien recordar aquellas palabras de nuestro sabio más universal, Pedro Miguel Etxenike, cuando manifestó que «descartar la energía nuclear es un muestra de insolidaridad con las generaciones futuras».
Carmelo Barrio, parlamentario vasco por Álava del PP.