Las televisiones locales en el cruce de caminos

Por Joan Recasens Calvo, abogado y profesor de Derecho Administrativo de la UB (EL PAIS, 08/09/05):

El último día del presente año será la fecha límite para que las comunidades autónomas adjudiquen las concesiones de la televisión digital local de su territorio. Algunas comunidades ya han efectuado dichas adjudicaciones, las restantes, entre ellas Cataluña, se aplican en estos momentos a esta labor. El otorgamiento de dichas concesiones va a suponer dotar a estos medios de un marco jurídico estable, pasando página de la situación de precariedad en la que han vivido hasta ahora. Por otra parte, la atribución de estos nuevos títulos para poder emitir se enmarca en el proceso de tránsito de la tecnología analógica a la digital en el que vive todo el sector televisivo, también el local, cuya principal hoja de ruta es el plan técnico aprobado por el Gobierno el 29 de julio pasado, que complementa el aprobado específicamente para la televisión local. Este proceso de digitalización va a suponer un incremento notable de los canales en relación con los existentes, de manera que las concesiones de la televisión digital local suponen, al tiempo, un cambio de la tecnología de emisión, el reconocimiento del papel de las televisiones locales para el desempeño, en un marco de seguridad jurídica, de las funciones de formar, informar y entretener que las justifican y, finalmente, la realización de estas funciones en creciente competencia con otros medios televisivos públicos y privados.

Ante este nuevo escenario tecnológico, de normalización jurídica y de mayor competencia, parece lógico interrogarse sobre cuáles tienen que ser los retos que deben afrontar los medios locales de televisión para realizar la función institucional que la ley les demanda. El primero de ellos, dirigido principalmente a las televisiones de gestión pública, es el de su ámbito territorial. En la versión inicial de la Ley de Televisiones Locales de 1995, el ámbito de estos medios era el término municipal; sin embargo, la normativa aprobada desde el año 2002 para regular la televisión digital local y el plan técnico resultante de la misma han cambiado radicalmente este estado de cosas, estableciendo demarcaciones de difusión de alcance básicamente comarcal, de manera que los ayuntamientos, que antes gozaban del derecho a gestionar una televisión en solitario, deben ahora buscar el acuerdo de las restantes corporaciones municipales de la demarcación para explotar estos medios de forma conjunta. Sin duda, no es éste un cambio fácil, va a requerir necesariamente una labor de liderazgo de los grandes ayuntamientos de las demarcaciones, con el objeto de poner de acuerdo a los municipios menores, aún en duelo por la pérdida de su televisión municipal y posiblemente los grandes perjudicados de este proceso. La pérdida de protagonismo de los pequeños municipios en la televisión digital local debería ser compensada con el apoyo de la Administración autonómica, las diputaciones y los consejos comarcales en el desarrollo de formas de comunicación con sus ciudadanos alternativas.

El segundo reto que deberán superar estos medios de proximidad es el del pluralismo, un reto que interpela, en mayor medida, a las televisiones de gestión privada, toda vez que las públicas disponen de instrumentos de control interno que, a pesar de sus limitaciones y funcionamiento a veces imperfecto, aseguran mejor la diversidad de voces. Las adjudicaciones de las televisiones locales en la Comunidad de Madrid nos indican el camino que no seguir: el establecimiento de un mapa de las televisiones locales fragmentado ideológicamente por comunidades autónomas en función del color político de la Administración concedente. El pluralismo interno de las televisiones locales en manos privadas requiere un sector empresarial de la comunicación local que atienda, en su actuación, a razones de país y no al enfrentamiento político. Afortunadamente disponemos de aquél en Cataluña; la prensa local y comarcal así como muchas televisiones locales de gestión privada dan buena muestra de ello.

De todas maneras, vinculado estrechamente a la garantía del pluralismo está el asunto de la viabilidad económica de estos medios. Hay que huir, de igual modo, de una televisión local deslocalizada en sus contenidos, como de un medio de estricto campanario que no sea rentable. No hay pluralismo sin rentabilidad económica, lo que obliga a acuerdos entre las empresas de la comunicación local y la existencia de un sector empresarial fuerte, que asegure efectivamente una programación de proximidad que atienda a la realidad inmediata del telespectador, pero haciéndola, a la vez, compatible con contenidos de carácter más general, que permitan economías de escala.

La nueva televisión digital local no puede, finalmente, renunciar a su pasado ni a los elementos distintivos del movimiento de las televisiones locales, cuyo esfuerzo consiguió, en buena medida, su legalización. Se hace preciso que quienes fueron actores en los momentos iniciales lo sean también en el presente, compartiendo dicho protagonismo con entidades públicas y empresas que se han incorporado a la comunicación local con posterioridad. Esto supone renovarse, pero la innovación y el rigor es lo que ha permitido sobrevivir a las televisiones locales. Estos medios se hallan en estos momentos ante un cruce de caminos, pero si eligen el apropiado su recorrido será largo.