Levantando un guijarro

Después de beber una copa llena de la supuesta poción mágica de Panorámix, el centurión Caius Bonus se dispuso a levantar un menhir gigante para comprobar si su fuerza era sobrehumana. Al no poder, probó con una piedra menor. Tampoco pudo. Realizó diversas intentonas con piedras cada vez más pequeñas hasta que, al fin, consiguió levantar un minúsculo pedrusco. Contento, el centurión celebró que finalmente había obtenido el secreto de los galos. La fiesta duró hasta que el pequeño legionario Calígula Minus puntualizó que el guijarro era tan pequeño que podía ser levantado sin poción. Y fue entonces cuando Caius Bonus se percató de que el druida Panorámix les había tomado el pelo.

Este cómico episodio de Astérix el Galo me vino a la cabeza el otro día mientras veía a los líderes de nuestro Govern celebrar, extasiados, la nueva propuesta de financiación como un éxito espectacular.

Una vez leídas, las 76 páginas del texto oficial del Consejo de Política Fiscal y Financiera, hay varias razones que me llevan a dudar. Primera, a pesar de que todos los implicados están ondeando cifras diversas (que si se han conseguido 3.855, o más de 3.500, o entre 3.560 y 4.000…), el documento no concreta ni un solo dato. Hay que ser, pues, prudentes y esperar a ver si los números que se están publicitando se acaban concretando o si, una vez más, el Gobierno de Zapatero ha echado pelotas fuera porque no se verá que ha mentido hasta dentro de unos años.

Segunda, se dice que una vez hechas las redistribuciones, Catalunya quedará por encima de la media por primera vez en la historia. Ese logro tampoco aparece por ninguna parte en el documento oficial. Si los antecedentes de incumplimiento por parte de Zapatero nos hacen sospechar, al ver que todas las comunidades han proclamado que ellas también estarán por encima de la media (cosa que es matemáticamente imposible), la sospecha es todavía mayor. Si se hacen los cálculos con los pocos datos que hay, se ve la trampa: Catalunya tiene traspasadas algunas competencias (como los Mossos d´Esquadra, la justicia y las cárceles) que las otras comunidades no tienen transferidas. Para financiarlas, la nueva propuesta de acuerdo habla del "fondo de suficiencia global". Y ahí está el truco: como Catalunya va a cobrar de ese fondo y las comunidades que no tienen esas competencias transferidas no, parece que Catalunya cobra por encima de la media. El problema es que las demás comunidades también reciben servicios policiales y de justicia. Lo que pasa es que los reciben en especies y, por tanto, no se incluyen ni en el fondo de suficiencia ni en la financiación presentada. Si se incluyeran, Catalunya seguiría estando por debajo de la media.

Tercera, sea o no cierto que Catalunya quedará por encima de la media, el objetivo no era ése sino mantener la ordinalidad. Es decir, el Estatut dice que si Catalunya es la tercera comunidad que produce más PIB del Estado, Catalunya debería seguir siendo la tercera más rica una vez hechas las redistribuciones pertinentes y no la novena como pasaba hasta ahora. La nueva propuesta de financiación no garantiza que ese orden se mantenga. Si, ya sé que los propagandistas oficiales se han apresurado a decir que "ese punto del Estatut es de una dificultad interpretativa que dificulta su cumplimiento", amparándose en la distinción entre "recursos per cápita" y "renta per cápita". Pero eso son monsergas. Todo el mundo tiene claro lo que dice el Estatut (y quien más lo sabe es el propio conseller Castells, que ha defendido esa idea durante años): una vez hecha la redistribución, Catalunya debe ser la tercera comunidad. Y la propuesta actual no lo garantiza. Tampoco garantiza otras proclamas estatutarias como la bilateralidad, el peso de la inmigración o las familias en riesgo de exclusión social a la hora de valorar los fondos de solidaridad. Cuarta, y más importante: se nos dice que el Estado aumentará los recursos que dedicará a la financiación de las comunidades autónomas. Muy bien. Me lo creo. La pregunta es: ¿y de dónde saldrá el dinero? Hay dos posibilidades: subidas de impuestos y reducciones de otro tipo de gastos. El documento no dice cómo lo harán. Dicho eso, déjenme que recuerde a quienes están celebrando el gran triunfo que, tanto si aumentan los impuestos como si se reducen los gastos, el déficit fiscal de Catalunya con España puede seguir siendo cercano al 10% del PIB. Y es que el déficit fiscal es la diferencia entre los impuestos pagados por los catalanes y el gasto realizado en Catalunya, que incluye el dinero que el Estado da directamente a la Generalitat, pero también los gastos que el Estado realiza directamente aquí. Si aumenta la financiación de la Generalitat a costa de que los catalanes paguemos más impuestos, el déficit fiscal de Catalunya no variará, y si se hace a costa de reducir el gasto en carreteras catalanas, tampoco. No sé si eso lo entienden los amigos de ERC que tanto se quejaban del déficit y que tanto pecho sacan ahora. No sigo con la lista de incógnitas por falta de espacio, pero queda claro que el documento presentado deja demasiadas preguntas sin responder y demasiadas decisiones al arbitrio de quien nos ha mentido demasiadas veces. Mientras no se aclaren esas dudas, pues, uno no sabe si la euforia desatada entre los afines al tripartito corresponde a un éxito de verdad o a una farsa mediática para hacernos creer que, como el centurión Caius Bonus, han levantado un menhir gigante cuando, en realidad, sólo están levantando un guijarro.

Xavier Sala i Martín, Columbia University, UPF y Fundació Umbele.