Ley de eutanasia: una garantía de libertad

La semana pasada, el Congreso de los Diputados dio un paso histórico al aprobar la Ley que regula el derecho a la eutanasia, y lo hizo con un consenso muy amplio. Como viene siendo habitual, ciertos discursos volvieron a cavar trincheras entre españoles, con palabras y argumentos de trazo grueso, que excedieron en algunos casos –los de siempre– el sano y muy democrático pluralismo e intercambio de ideas. Pese a todo, y tras no pocas horas, una mayoría muy importante de la Cámara dio luz verde a un texto que pone a España a la vanguardia de Europa en cuanto a derechos y libertades. Un consenso que, sin duda, refleja el sentir de la ciudadanía, puesto que en torno a un 85% de los españoles se muestra partidario del derecho a la eutanasia. Personalmente, la tramitación de esta Ley me recuerda aquellas palabras de Adolfo Suárez sobre la legalización de los partidos políticos: «Elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal». Cualquiera que haya compartido los tormentos de un familiar o un amigo enfermo, o que piense con temor en una enfermedad incapacitante o en la propia muerte, sabrá de lo que hablo.

Si una mayoría abrumadora de los españoles está a favor de la eutanasia, y coincidimos en que nadie quiere padecer en sus propias carnes o ver sufrir a sus familiares un tormento innecesario e irreversible, tendremos que poner la lupa sobre las garantías y los criterios blindados en esta Ley. En primer lugar, nos encontramos ante un texto extremadamente garantista, que consagra el principio más básico: la persona enferma es la única que puede decidir solicitar su derecho a la eutanasia, cumpliendo los requisitos de la mayoría de edad, estando en plenas facultades y haciendo constar su voluntad de forma libre, autónoma e inequívoca.

Para que el proceso se ponga en marcha, la persona enferma tiene que solicitarlo por escrito y ratificar su decisión 15 días después. Después, se designará un médico que dará su opinión sobre el cumplimiento de los requisitos. Un segundo médico consultor revisará este criterio. Si uno o los dos entienden que no concurren los requisitos, resolverá un Comité de Evaluación y Garantías que designará un equipo de análisis formado por otro médico y un jurista. Si persiste la denegación, se podrá recurrir ante el juez. Según los trámites que concurran en cada caso, al final del proceso, la persona podrá haber pedido directa y personalmente la eutanasia hasta en cuatro ocasiones. Quienes se encuentren inconscientes o incapacitados para tomar esta decisión habrán tenido que dejar reflejada su voluntad por escrito en un testamento vital, con designación de un representante. Los menores de edad no podrán solicitar la aplicación de este derecho. En segundo lugar, no todas las personas enfermas, ni mucho menos, tendrán derecho a acogerse a la eutanasia: sólo podrán solicitarla aquellas personas que padezcan una enfermedad grave e incurable u otras circunstancias imposibilitantes e irreversibles que les causen sufrimientos constantes e insoportables.

Por tanto, nos encontramos ante unos criterios y garantías muy estrictos para regular un derecho que la inmensa mayoría de los ciudadanos creemos necesario. Como partido liberal, desde Ciudadanos nos felicitamos por este paso adelante en materia de derechos individuales, no sin lamentar que partidos conservadores o ultraconservadores, como PP y Vox, que muchas veces se autodenominan engañosamente liberales, no se hayan sumado a este gran acuerdo. Desde Cs respetamos, por supuesto, todas las opiniones y creencias, y por eso mismo afirmamos también que nadie puede imponer a otra persona un tormento terrible o negar la libertad ajena para elegir la forma de enfrentarse a la enfermedad que considere más digna con el argumento de sus propias creencias personales o morales. Nadie encontrará en Cs una sola falta de respeto o un ápice de superioridad moral ante las creencias íntimas de cada persona, sean las que sean, por mucho que convengamos en que no pueden ser un argumento para imponer a un tercero un sufrimiento innecesario.

Huelga decir que ningún ciudadano se va a ver obligado a elegir la eutanasia si no quiere, o que la propia Ley blinda la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios. Se trata de un texto con el que nadie pierde, y con el que todos ganamos libertad y opciones para tomar la mejor decisión para nosotros mismos.

Es cierto que esta Ley llega tarde para muchas personas, ciudadanos anónimos que pasaron un calvario similar al de Ramón Sampedro o María José Carrasco, pero sus casos –muy duros y muy extremos– nos han servido de ejemplo para poder abordar este debate de forma seria. Desde ahora, nadie podrá ser obligado a sufrir indefinidamente si no quiere. Hoy, los españoles son más libres a la hora de decidir cómo quieren vivir.

La Ley de eutanasia seguirá ahora su tramitación camino del Senado, donde será nuevamente estudiada y mejorada por los distintos grupos parlamentarios. Sin ir más lejos, Ciudadanos ha introducido muchas enmiendas durante su debate en el Congreso, gracias a las negociaciones que lideró mi compañera Sara Giménez. Porque, aunque este texto legislativo no es nuestro, no hemos tenido reparos en sumarnos a una causa que consideramos propia, trabajando y aportando ideas para mejorarla. Esta es una prueba más de que, cuando la mayoría de los partidos políticos nos ponemos a trabajar juntos, conseguimos avances muy importantes para los españoles.

Es una lástima que el consenso no haya sido total, porque en un asunto como este no puede tener cabida la demagogia. Más allá de la ideología liberal, socialdemócrata, conservadora o ultraconservadora de cada partido, todos somos personas, nos vemos afectados por las mismas enfermedades y apelados por esa gran democratizadora que es la muerte.

Nadie, nadie, está a favor de una Ley para la muerte: ésta es una ley a favor de la libertad, de que cada uno decida cómo quiere vivir hasta el último minuto. Tampoco se legaliza el suicidio asistido ni se está poniendo una alfombra roja a la muerte, como expresan algunos exabruptos interesados. Quienes dicen algo así no están teniendo en cuenta el sufrimiento y el dolor que cada día viven muchas personas y demuestran que han puesto poco interés a la hora de leer la Ley. Es inaceptable que se haga populismo con algo tan importante.

Con todo, en Ciudadanos nos consideramos impulsores de esta extensión de nuestros derechos y libertades. Y, de la misma manera que no debemos obligar a nadie a vivir en ciertas circunstancias, tampoco podemos desamparar a quienes decidan continuar con su vida. Por eso, desde Ciudadanos fuimos los primeros en presentar, y acabamos de volver a hacerlo, una Ley Nacional de Cuidados Paliativos, la conocida como Ley de muerte digna. Un texto que ya consiguió muchísimos apoyos la pasada legislatura, y que ahora tenemos que seguir desarrollando, porque es más fundamental que nunca. Porque la eutanasia y los cuidados paliativos son dos cosas complementarias, no excluyentes. Hemos ganado la libertad de poder decidir entre morir dignamente o vivir con los menores sufrimientos posibles.

Como decía antes, la Ley de eutanasia no responde a ninguna ideología. Sabemos, por la trayectoria y las estrategias que se cuecen en Moncloa, que a muchos les encantaría que hubiera sido así, pero no. Hay partidos que apoyan al Gobierno que hubieran querido ver el Hemiciclo partido en dos, para colgarse la medalla del progreso de España, pero esta no es una ley del Gobierno Frankenstein ni de la mayoría que jalea Pablo Iglesias. Estos partidos que quieren ver dos bandos enfrentados y atrincherados no contaban con Ciudadanos, un partido liberal que hace de los derechos individuales su bandera. Y no contaban con nosotros porque siguen sin comprender que, allá donde haya una causa por la libertad, allí estará Ciudadanos. Porque nosotros no somos sectarios, ni votamos pensando en quién presenta o apoya cada propuesta, sino si en la propuesta es buena o no para los españoles.

Esta Ley no supone ningún triunfo para el Gobierno, del mismo modo que no se puede achacar al PSOE o al PP, que han gobernado España durante 40 años, que millones de personas se hayan tenido que enfrentar a un martirio y a un auténtico calvario sin un apoyo legal que refrendara su propia voluntad, que miles, millones de personas, cuando han pedido piedad y ayuda se hayan encontrado con un no se puede, no queda otra, con que los prejuicios morales y la imposición de las creencias de terceros les condenaban a pasar un sufrimiento tan irreversible como evitable.

Este triunfo es, como sucede cada vez que conquistamos derechos y libertades, de toda la sociedad.

Edmundo Bal es portavoz parlamentario de Ciudadanos.

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