Liderar la lucha contra la malaria

Ante la imagen de un niño que necesita ayuda, no hay ser humano que no se plantee qué hacer por él. Sin embargo, cuando la imagen se amplía y los niños se cuentan por cientos, miles o millones, sentimos que la respuesta se empieza a escapar de nuestras manos. Esta es la realidad de la malaria, una enfermedad que es curable y prevenible pero que sigue matando a dos mil personas cada día, la mayoría niños en el África subsahariana. Los avances de esta última década, en la que hemos conseguido reducir la mortalidad un 25%, evidencian que vamos por buen camino y que si no cejamos en el empeño que nos ha traído hasta aquí puede haber respuesta para quienes todavía son víctimas de esta terrible enfermedad.

Hoy, día mundial de la Malaria, quisiera compartir los logros que la sociedad española hemos conseguido y que nos han situado a la cabeza de la lucha contra una de las enfermedades que más sufrimiento ha causado en la historia de la humanidad.

España ha contribuido a un descenso espectacular en la tasa de enfermedad de la malaria. Con al menos 18 grupos diferentes que investigan actualmente en España o son financiados por fondos españoles, la ciencia de nuestro país se ha puesto al servicio de las poblaciones más vulnerables del mundo. Centros académicos y sus laboratorios, la industria privada, las operaciones en terreno de las oenegés y las plataformas de investigación en países endémicos –incluyendo el Centro de Investigación en Salud de Manhiça, en Mozambique, donde se realizaron las primeras pruebas de concepto sobre la que esperamos se convierta en la primera vacuna antimalárica disponible– han trabajado en el desarrollo de nuevos fármacos, en los ensayos clínicos de la vacuna que podría estar disponible de aquí a tres años y en, estrategias innovadoras como la medicación preventiva para bebés y mujeres embarazadas, que tras la recomendación de la Organización Mundial de la Salud ha sido adoptada como política nacional en 37 de los países donde la enfermedad está más presente

En paralelo al empuje científico, los fondos gubernamentales de la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo –canalizados principalmente a través del Fondo Global de lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria–, han sido particularmente relevantes. En la última década, España ha aportado casi 500 millones de euros a este innovador mecanismo financiero, convirtiéndose en uno de sus principales países donantes y contribuyendo a salvar decenas de miles de vidas. Además, las alianzas regionales para el control de la malaria en África del Oeste y el planteamiento de su eliminación en Centroamérica se han convertido en uno de los principales valores de nuestra diplomacia internacional, proyectando la imagen de España en el mundo.

Entre todos hemos logrado avanzar tanto que empezamos a trabajar en la idea de erradicar la enfermedad a nivel mundial. Desde el Instituto de Salud Global de Barcelona estamos coordinando los esfuerzos científicos para hacer de la agenda de la erradicación una estrategia global, una alianza donde actores públicos y privados podamos sumar esfuerzos en la investigación para acabar con esta enfermedad.

En una batalla donde cada euro cuenta, la sociedad española puede congratularse de la riqueza y profundidad de sus contribuciones y estar segura de que ésta es una buena inversión. En medio de una crisis sin precedentes, parece difícil defender la necesidad de mantener el esfuerzo que tan buenos resultados contra la malaria ha conseguido pero lo que en España supone un sacrificio enorme, en otras regiones del planeta marca la diferencia entre la vida y la muerte por no tener acceso a un tratamiento que cuesta un euro o una red mosquitera de menos de cuatro. Perseverar en el trabajo es también una oportunidad para consolidar nuestro papel de liderazgo mundial en este campo. No podemos bajar los brazos ni dar un paso atrás.

Vuelvo a la imagen del inicio. Puede que en tiempos de crisis se nos antoje lejana la terrible realidad de los cientos de miles de niños que mueren cada año por malaria. Pero de cada cuatro, en sólo una década hemos conseguido salvar a uno. Siguen quedando tres.

Fijémonos en ellos. La malaria es una de la principales causas de la pobreza y combatirla significa no sólo mejorar la salud, sino favorecer el acceso a la educación de niños más sanos e impulsar la equidad y el desarrollo económico de las comunidades. Pocas políticas de cooperación pueden presentar un historial donde España haya influido tanto en la agenda de salud mundial como en la malaria. Con voluntad política y apoyo financiero, cada vez avanzamos más rápido pero es necesario el apoyo de una opinión pública crítica e informada. La traducción en número de vidas salvadas es impresionante y, sin duda, el mejor argumento para no detenernos ahora.

Pedro L. Alonso, director del Instituto de Salud Global de Barcelona.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *