Liderazgo, nación y principios en tiempos de crisis

El 2009 será un año muy difícil. La economía española se contraerá y la cifra de desempleados puede alcanzar los cuatro millones de personas. Además, nos enfrentamos a los mismos retos que afectan al resto del mundo: la crisis financiera internacional y las fuertes tensiones que provoca una economía cada vez más global en áreas como la energía, el agua y la agricultura y la pesca. España y el mundo necesitan una nueva economía basada en la cooperación entre los estados, que garantice la protección y la sostenibilidad de nuestro planeta. Y necesitan también una renovada confianza que dé respuesta a la pregunta de si podemos superar la crisis.

Yo no tengo ninguna duda: se puede superar. Aunque ciertamente será difícil y exigirá un gran esfuerzo colectivo. ¿Qué necesitamos? En primer lugar, reparar aquello que es esencial para un país. Aquello que resulta básico para superar con éxito las situaciones adversas y complejas. Necesitamos un Gobierno con visión, capaz de actuar como un puente entre los problemas y sufrimientos de los españoles, y sus anhelos y esperanzas futuras. Necesitamos un líder en quien se pueda confiar, que sea ese puente entre problemas y esperanzas, que mire a la cara a los ciudadanos y les diga la verdad: la situación es difícil, exigirá un gran esfuerzo de todos, siento vuestros problemas, pero sé cómo resolverlos, cómo sacar adelante el país. Necesitamos un presidente del Gobierno capaz de integrar y unir a toda la sociedad española.

En segundo lugar, debemos recuperar el sentido de nación. En una situación como la actual, sólo podemos superar las dificultades si estamos unidos, si trabajamos juntos y le plantamos cara a las adversidades como una gran nación. En caso contrario, volveremos a caer, y entonces resultará muy difícil volver a levantarnos.

España ha triunfado cuando ha estado unida. Hemos conseguido grandes logros cuando hemos trabajado juntos. No nos han dado miedo las dificultades y nos hemos superado ante las mayores adversidades demostrando que somos una gran nación. Cuando se nos dice la verdad, cuando se comparten los retos, los españoles unidos somos el mejor motor del cambio, progreso y superación de la adversidad.

En tercer lugar, tenemos que defender más que nunca los principios y valores que nos han hecho avanzar. La capacidad de alcanzar compromisos y consensos, el valor del trabajo, la responsabilidad social y, sin ninguna duda, la libertad. Cuando España ha apostado por la libertad y se ha abierto al mundo ha disfrutado de los mayores niveles de bienestar y progreso. Los principios que han hecho posible la globalización de la economía han permitido también que el mundo disfrutara de la mayor y más amplia expansión económica de los últimos 50 años. Tenemos que reafirmar, más que nunca, nuestro compromiso con la libertad económica y recuperar los valores del libre mercado, esos valores que garantizan que el mercado beneficia a todos de manera colectiva, empresas e individuos, esos valores que evitan que el intervencionismo y los fallos en la regulación beneficien a unos pocos perjudicando a la inmensa mayoría. En estos casos, lo que falla es la vigilancia y la supervisión del Estado.

Por tanto, si repetimos la pregunta, ¿cómo podemos superar los problemas de la economía española y los retos a que se enfrenta el mundo?, la respuesta está clara: con liderazgo, unidad y principios. Tanto dentro de España como haciendo de estos tres objetivos nuestra bandera en todos los foros internacionales. La posición de nuestro país debe ser firme: tiene que contribuir a liderar la construcción de un nuevo orden económico mundial basado en la libertad, la democracia, la colaboración y la defensa del planeta.

Y en este marco -con la reunión del G-20 celebrada en Washington este fin de semana como telón de fondo-, España debe abogar por una agenda global que garantice un diálogo y cooperación permanente entre los estados. Tenemos grandes problemas en el mundo: la crisis financiera, el cambio climático, la pobreza, la reducción de las disponibilidades de agua y la crisis alimentaria, entre otros. Los problemas globales necesitan soluciones globales. La crisis financiera debe convertirse en una oportunidad para construir una globalización mejor, más democrática y más justa.

Creo que hay que felicitar al presidente del Gobierno por haber sido invitado a participar en la Cumbre del G-20. Y creo también que Zapatero debe defender durante los próximos meses en todos los foros internacionales una agenda que incluya, entre otras propuestas:

- La ampliación del G-7 para incorporar a España y a las principales economías emergentes.

- La reforma del FMI. El Fondo y otras instituciones internacionales carecen ahora mismo de legitimidad, porque el mundo no está representado en ellas en función de la importancia económica de los países. Su funcionamiento debe ser, además, más democrático.

- Un compromiso para desbloquear la ronda de Doha.

- La convocatoria futura de una conferencia de Naciones Unidas.

Pero, y en España, ¿qué podemos hacer? ¿qué medidas prácticas se pueden aplicar para preparar a la economía española a que lidere el futuro?

Nos enfrentamos a una crisis sin precedentes y necesitamos un Gobierno con capacidad de liderazgo, que movilice el esfuerzo colectivo de todos para superar las dificultades de hoy. Además de proteger y garantizar el adecuado funcionamiento del sistema financiero, que debe ser una gran prioridad, España necesita un gran acuerdo nacional en política económica. Un acuerdo que tenga como objetivo recuperar la confianza, aumentar la competitividad de nuestra economía y construir un nuevo modelo de crecimiento basado en la tecnología y la protección del medioambiente.

Y para ese gran objetivo, Zapatero ha demostrado que no sirve. Hasta ahora ha preferido negar la realidad. En las últimas semanas sólo ha hablado del G-20 y ha convertido la crisis financiera global en una gran cortina de humo. Zapatero sólo sabe dividir. No ha sabido ilusionar e integrar.

Por tanto, ¿qué políticas debe promover ese gran acuerdo nacional tan necesario? Las que defiende el programa del Partido Popular.

Primero: fortalecer el marco institucional de España, reformando los órganos reguladores y garantizando la unidad del mercado.

Segundo: un pacto entre las Administraciones Públicas. Si los españoles tienen que reducir su tren de vida, los políticos y las administraciones también. El pacto debe contener un compromiso claro para limitar el gasto, evitar duplicidades, reducir el intervencionismo, limitar el crecimiento de la deuda y desarrollar mecanismos que garanticen que se invierte de forma eficaz. Para empezar se podrían reducir algunas de las embajadas de las comunidades autónomas en el exterior.

Tercero: reducir los impuestos de los trabajadores y de las empresas. Esta medida es necesaria para reducir los costes del empleo y aumentar la competitividad y el atractivo de la economía española. Hacer frente a nuestra fuerte necesidad de financiación exterior exige que todos los agentes económicos gasten de forma responsable y que se apliquen políticas de competitividad que reduzcan los costes de la economía.

Cuarto: revisar el conjunto del sistema fiscal. Los impuestos deben apoyar una política de eficiencia energética y de apuesta por las energías limpias. La contaminación debe penalizarse, la reducción de las emisiones de CO2 apoyarse.

Quinto: reformar nuestro sistema de trabajo y adaptarlo a las necesidades del siglo XXI. Ello exige aumentar significativamente el esfuerzo en formación y desarrollar una política que apueste por la protección del trabajador, no sólo por la protección de su puesto de trabajo. Libertad, flexibilidad, seguridad, empleabilidad... todos son principios clave.

Sexto: recuperar la política industrial. Si España quiere liderar la nueva economía sostenible debe desarrollar marcos regulatorios que promuevan una fuerte inversión y despliegue en áreas como telecomunicaciones, tecnologías de la información y las comunicaciones y energías renovables. España tiene que hacer un gran esfuerzo para construir una economía más eficiente y menos dependiente del petróleo. Este es un reto por el que merece la pena luchar.

La política de agua debe ser otra de las prioridades de la política nacional. El agua es uno de los recursos escasos más preciados que tenemos que compartir todos los españoles.

Séptimo: mejorar la competitividad de nuestra economía exige, finalmente, desarrollar una agenda ambiciosa de reformas estructurales y un mayor compromiso de la empresa con la responsabilidad social. Sólo así garantizaremos que el mercado funcione en beneficio de todos y no de unos pocos.

El reto es enorme, pero somos capaces. España puede conseguirlo. Sólo hay que recuperar el liderazgo, la unidad y los principios. Recogiendo la idea de Martir Luther King: «The ultimate measure of a man is not where stands in moments of comfort, but where he stands at times of challenge». Lo importante es crecernos ante la dificultad.

Juan Costa, diputado del Partido Popular y ex ministro de Ciencia y Tecnología.