Llamamiento al valor colectivo

Para mí Europa es, y siempre ha sido, una comunidad de valores. Esto es algo de lo que raras veces nos enorgullecemos y de lo que, sin embargo, deberíamos estar orgullosos. Tenemos las normas de asilo más elevadas del mundo. Nunca denegaremos la entrada a personas que vengan hacia nosotros necesitadas de protección. Estos principios están inscritos en nuestra legislación y nuestros Tratados, pero me inquieta comprobar que, cada vez más, estén ausentes de nuestros corazones.

Cuando hablamos de migración, hablamos de personas. Personas como ustedes o yo, salvo que no son como ustedes o yo porque no han tenido la suerte de nacer en una de las regiones más ricas y estables del mundo. Hablamos de personas que se han visto obligadas a huir de la guerra en Siria, del terror del Estado Islámico en Libia y de la dictadura en Eritrea.

Llamamiento al valor colectivoY lo que me preocupa es ver el resentimiento, el rechazo, el temor manifestados contra estas personas por algunos sectores de la población. Campos de refugiados incendiados, embarcaciones empujadas de nuevo al mar desde los muelles, solicitantes de asilo víctimas de agresiones físicas o personas pobres y desamparadas de las que se aparta la vista: esa no es Europa.

Lo que me preocupa es oír a políticos, tanto de izquierda como de derecha, alimentar un populismo que sólo trae cólera y no soluciones. Expresiones de odio y declaraciones irreflexivas que son una amenaza para uno de nuestros mayores logros, el espacio Schengen y la ausencia de fronteras interiores: esa no es Europa.

Europa es la de los pensionistas de Calais que ponen música y recargan los móviles de los migrantes que desean llamar a su casa. Europa es la de los estudiantes de Siegen que abren sus campus y acogen a los solicitantes de asilo que no disponen de un techo para cobijarse. Europa es la del panadero de Kos que ofrece su pan a unos pobres cansados y hambrientos. Esa es la Europa en la que deseo vivir.

Por supuesto que no hay una respuesta simple, ni una respuesta única, a los retos planteados por la migración. Y pensar que podríamos sencillamente abrir nuestras fronteras a todos nuestros vecinos no es más realista que pensar que podemos atrincherarnos dejando fuera toda la desesperación, el miedo y la miseria. Lo que sí está claro es que no existen soluciones nacionales. Ningún Estado miembro de la UE puede hacer frente eficazmente a la migración por sí solo. Necesitamos un enfoque europeo firme. Y lo necesitamos ya.

Ésta es la razón por la que, en el mes de mayo, la Comisión Europea, bajo mi dirección, presentó propuestas detalladas para una política común en materia de asilo y de refugiados. Hemos triplicado nuestra presencia en el Mediterráneo, contribuyendo a salvar vidas y a interceptar a los traficantes. Prestamos asistencia a los Estados miembros más afectados, enviando equipos de la agencia de fronteras de la UE (Frontex), de la oficina de la UE en materia de asilo (EASO) y de la red de Policía de la UE (Europol) para ayudar a las autoridades nacionales, a menudo desbordadas, a identificar, registrar a los migrantes que entran y tomar sus huellas dactilares, acelerar la tramitación de expedientes de los solicitantes de asilo y coordinar el retorno de los migrantes ilegales. Estamos tomando medidas drásticas contra las redes de traficantes y desmantelando sus crueles modelos de negocio. Estamos demostrando nuestra solidaridad con los países vecinos, como Turquía, Jordania y el Líbano, mediante la reinstalación de 20.000 refugiados de fuera de Europa. Trabajamos con los terceros países de origen y de tránsito para abrir canales legales de migración y celebrar acuerdos de readmisión, a fin de facilitar el retorno de las personas que no tengan derecho a permanecer en Europa. Asimismo, estamos dedicando una atención renovada a la aplicación de las normas de la UE recientemente adoptadas en materia de asilo, velando por el cumplimiento tanto de las condiciones de acogida, como de los procedimientos de asilo o de la obligación de tomar huellas dactilares.

En mayo, propusimos establecer un mecanismo para asistir a los Estados miembros mediante la reubicación de una pequeña parte del elevado número de personas realmente necesitadas de protección internacional que llegan a Italia y Grecia. La Comisión propuso trasladar a 40.000 personas a otros Estados miembros de la UE; los Gobiernos nacionales se mostraron dispuestos a aceptar algo más de 32.000. Queremos ir mucho más lejos, estableciendo un mecanismo permanente que se active automáticamente en situaciones de emergencia, en beneficio de cualquier Estado miembro de la UE que lo necesite. Puesto que tenemos fronteras exteriores comunes, no podemos dejar solos a los Estados miembros que se encuentran en primera línea. Debemos mostrar solidaridad a través de nuestra política de migración.

Algunas de las medidas propuestas por la Comisión ya han encontrado apoyo. Todas las demás deben ser adoptadas urgentemente por los 28 Estados miembros de la UE, incluso aquéllos que hasta ahora han sido reacios a hacerlo. Los dramáticos acontecimientos del verano han puesto de manifiesto lo urgente de que pongamos en práctica esta política europea común en materia de asilo y de refugiados.

No necesitamos otra cumbre extraordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno. Ha habido ya muchas cumbres y en noviembre nos reuniremos de nuevo en Malta. Lo imprescindible ahora es garantizar que todos los Estados miembros de la UE adopten las medidas europeas sin demora y las apliquen sobre el terreno. Hace ya nueve años, la Comisión propuso establecer en la UE una lista común de "países de origen seguros", que posibilitase los procedimientos de asilo acelerados para determinadas nacionalidades. En ese momento, los Estados miembros rechazaron la idea por considerar que interfería con sus prerrogativas nacionales. Sin embargo, no tiene sentido que, por una parte, los Estados miembros hayan decidido otorgar a los países de los Balcanes Occidentales la condición de países candidatos a la adhesión a la UE y, por otra, los nacionales de esos países estén solicitando asilo en la UE. En septiembre, la Comisión presentará, por tanto, a los Estados miembros una lista común de países de origen seguros.

Lo que necesitamos, y lo que lamentablemente todavía nos falta, es el valor colectivo para concretar en hechos nuestros compromisos, aunque no sean fáciles; aunque sean impopulares.

En cambio, lo que veo son dedos acusadores, el manido juego de la culpabilización ajena, que puede reportar publicidad, quizás incluso votos, pero que, en realidad, no resuelve ningún problema.

Europa habrá fracasado si prevalece el miedo. Europa habrá fracasado si prevalecen los egos.

Europa vencerá si trabajamos juntos, de manera pragmática y eficiente.

Espero que nosotros, todos juntos, Estados miembros, instituciones, agencias, organizaciones internacionales, terceros países, podamos demostrar que estamos a la altura del desafío que tenemos ante nosotros. Estoy convencido de que somos capaces de hacerlo.

La historia de Europa, al menos, prueba que somos un continente resistente, capaz de unirse frente a aquello que pretende dividirlo. Esa certeza debería infundirnos valor durante las semanas y los meses venideros.

Jean-Claude Juncker es presidente de la Comisión Europea.

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