Llega la izquierda putitrump

Con los feministas de izquierda sucede un poco lo mismo que con los niñatos independentistas de Tsunami Democràtic y los CDR que quemaban contenedores en 2019 en Barcelona.

Esos niñatos no se identificaban con los cayetanos del Barrio de Salamanca de 2020.

Algo similar sucede con los Monedero y Errejón de la izquierda. Que no captan sus similitudes con Vox cuando, de hecho, podríamos llamarlos VoxMademos, MásPodemox o Podemax, como ustedes gusten.

Yo he conocido a unos cuantos. Cuánta razón tenían esos amigos republicanos, muy del Partido Republicano, que cuando les presenté a un feminista del que luego supimos que era un violador me dijeron "este dice que es feminista para follar más".

Existen paralelismos aún más inquietantes.

Estos días, los MásPodemox se parecen mucho más a Trump y a Putin que a Vox. No sólo por el puticlub (ah, no, disculpen, que los feministas dicen que no pagan a prostitutas por ética, prefieren que todo les salga gratis, igual que Luis Rubiales, y a diferencia de José Luis Ábalos, que paga salarios), sino también por el putinismo.

Así que, con el permiso de Iñaki Ellakuría, ¡hablemos de la izquierda putitrump!

Empecemos por las contradicciones en el discurso moral y el encubrimiento de los escándalos.

Podemos, Sumar y Más Madrid han promovido un discurso feminista y de defensa de los derechos de las mujeres, el famosos "yo sí te creo, hermana".

Pero han sido denunciados por encubrir acoso y agresiones sexuales dentro de sus propias filas durante años, como hemos visto con Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Juanjo Martínez y en los últimos días con Pablo Iglesias.

Igual que nuestro presidente Naranjito, que era el defensor de los valores tradicionales del pueblo estadounidense, pero que ha sido acusado y sentenciado por conductas sexuales inapropiadas.

A pesar de estos escándalos, su base se ha mantenido fiel. Tal vez incluso haya aumentado.

Pero en nuestra izquierda alfa, esos presuntos delitos se han silenciado. ¿Y no es la omertá también un delito cuando se trata de presenciar delitos y no denunciarlos?

Qué decir del apoyo a Putin. Desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, Podemos y Sumar (no Más Madrid) han relativizado la responsabilidad de Moscú y sus crímenes de guerra, argumentando que la OTAN, Estados Unidos y Europa son los principales culpables de la escalada bélica.

¡Qué suerte han tenido estos días con los escándalos sexuales, que cubren su inmunda coincidencia con el Naranjito en su apoyo al criminal de guerra Vladímir Putin!

Miren, miren el regocijo de Iglesias con Trump, al que ahora llama "el gran jefe" (muy al nivel de sus comentarios sobre lo salido que iba Errejón), y con lo bien que está socavando a Europa.

Ese autodesprecio.

Sigamos. Trump y Voxmademos han usado el victimismo político como estrategia populista para consolidarse, presentándose como mártires de una imaginaria persecución mediática y judicial.

Podemos (y los independentistas catalanes) con su lawfare, como han denunciado con frecuencia Iglesias y Yolanda Díaz, y Donald Trump con su deep state.

La retórica de caza de brujas de Trump (que como presidente ya está practicando él mismo) consiguió convencer a sus seguidores de que eran víctimas de una élite a la que él mismo pertenece.

Hablando de medios. Tanto Trump como los Podemax se han opuesto a la prensa tradicional. Ya saben, uno de esos sistemas de control democrático, como la justicia, que molestan tanto a los autócratas.

También cuentan con sus propias máquinas de propaganda.

Podemos y Sumar han atacado a El País, El Mundo y La Sexta por publicar noticias críticas sobre sus líderes, e Iglesias creó Canal Red para explicarnos "la verdad".

Trump, que escogió el camino más inteligente y habitual, que es el de magnate mediático que continúa con el espectáculo una vez llega al poder, ha declarado enemigos del pueblo a medios tradicionales como The New York Times, CNN y The Washington Post.

Ahora tampoco deja entrar en el Despacho Oval a Associated Press, la agencia de noticias más prestigiosa y antigua del sector.

No se vayan todavía, aún hay más.

La izquierda a la izquierda de la izquierda española ha cultivado el personalismo y el culto a la figura del líder, por el supuesto carisma de unos líderes que han concentrado gran parte del poder en sus propias manos.

Es incontestable que en esto no se diferencian en nada de Pedro Sánchez, nuestro mayor trumpista.

El partido de un grupete de amigos y dos matrimonios ha promovido pugnas y escisiones que provocaron la salida de Errejón y de Díaz.

Al otro lado del Atlántico, el Partido Republicano ha sido moldeado a imagen y semejanza de Trump. Su dominio es tal que cualquier disidencia interna es rápidamente castigada.

Todo muy putinista.

Y qué me dices del uso de esa narrativa de "el pueblo versus las élites" como estrategia de movilización.

Aunque cueste creerlo, tanto los MásPodemox como Trump dicen representar al pueblo frente a sus oponentes. Unas "élites corruptas" que son políticos y empresarios que no les caen bien, y siempre (siempre) jueces y periodistas.

Aunque la mayoría de estos líderes no ha dado un palo al agua en su vida (cuidado con las excajeras), los de la Izquierda Putitrump se han presentado como la voz de los trabajadores y las clases populares para acabar integrándose en las élites que criticaban.

El presidente Naranjito también se posicionó como el defensor de la "América profunda" frente al establishment de Washington, aunque él ES la élite y defiende a SUS élites.

En esta misma línea, Trump y nuestra izquierda se han proclamado revolucionarios, pero sin cambio estructural alguno.

Trump prometió "drenar el pantano", pero plagó su primera administración del establishment republicano de Wall Street. Ahora, de esos nerds que son los broligarcas.

Los segundos, esa fuerza "rupturista" del 15-M, se han dedicado a cambiar los nombres de las cosas para que acabaran en e.

Tanto Trump como los Putitrumps izquierdosos han tenido una relación conflictiva con la justicia y la legalidad, pero han conseguido construir bases de fanáticos que defienden a sus líderes incluso cuando estallan los escándalos.

Dirán que tienen diferencias ideológicas. Pero aquí lo que cuenta son los hechos.

Viendo lo bien que le ha ido al feminista violador y a la Naranja Mecánica, yo recomiendo a Errejón, Monedero, Martínez e Iglesias que no se escondan. Que hagan como Trump. Que presuman de ir siempre salidos. Machotes, no se inhiban.

Menos mal que San Abascal y cierra España ya ha ido a Washington en representación de nuestros alfa a clavar y dejar bien erecta su pica en Flandes.

Marga Zambrana es periodista, corresponsal en China desde 2003 y en Oriente Medio desde 2013.

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