Llegó la hora de la autonomía europea en defensa

En una entrevista reciente brindada a The Economist, el presidente francés Emmanuel Macron dio a conocer su visión geopolítica sobre el futuro de la Unión Europea. En el transcurso de la entrevista, habló sobre la “muerte cerebral de la OTAN”, lo que a muchos llevó a pensar que estaban escuchando un eco de la descripción expresada por el presidente de Estados Unidos Donald Trump, quien tildó a esta organización como “obsoleta”.

Sin embargo, Macron no estaba haciendo resonar las palabras de su homólogo estadounidense. Las preocupaciones de Macron sobre el estado de la alianza reflejan su toma de conciencia de hechos sombríos en el terreno. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, Europa se encuentra sin un aliado o socio notable. Lejos de ser una aberración, las guerras comerciales y la traición de sus propios aliados que lleva a cabo Trump representan una nueva norma para el orden mundial.

El multilateralismo, los derechos humanos y el respeto del derecho internacional están ahora amenazados en todas partes, debido a los ataques demagógicos contra los principios democráticos liberales y el apoyo abierto de Trump a los autoritarios. A ambos lados del Atlántico, los políticos populistas se burlan regularmente de la idea de una alianza basada en valores compartidos, entre tanto que China y Rusia continúan expandiendo sus esferas de influencia sin que ello se someta a control alguno.

La reciente invasión de Turquía al norte de Siria, a consecuencia de la traición a los kurdos, quienes habían liderado la lucha contra el Estado Islámico, también socava los intereses de la UE.

Como ha señalado David Sassoli, el nuevo presidente del Parlamento Europeo, la incursión de Turquía equivale a “un acto de guerra llevado a cabo por un Estado de la OTAN", uno que oficialmente continúa siendo candidato para la adhesión a la UE. De manera similar, Macron advirtió que la “ofensiva militar unilateral de Turquía... representa un riesgo humanitario para millones de personas”, y agregó que el gobierno turco “será responsable frente a la comunidad internacional de ayudar a Daesh [EIIL] a construir un califato”. Del mismo modo, El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, ha condenado la “invasión” de Turquía como un acto escandaloso e ilegítimo que desencadenará un resurgimiento del EIIL y una nueva ola de refugiados.

Estas son palabras fuertes. La pregunta es si Europa puede hacer que dichas palabras coincidan con acciones concretas. Hasta ahora, ha impuesto un embargo a las ventas de armas europeas a Turquía. Pero el ejército de Turquía, el segundo más poderoso dentro de la OTAN, no tiene la urgente necesidad de adquirir armas de la UE. Además, el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, hoy en día parece preferir las armas rusas, incluido el sistema de defensa antimisiles S-400, que Turquía compró desafiando las objeciones de la OTAN. Además, la propia UE sigue dependiendo de Turquía para frenar la marea de refugiados provenientes de Siria y otros lugares del Medio Oriente. Erdoğan desde hace tiempo tiene la creencia de que la mera amenaza de abrir las fronteras de Turquía con la UE logrará mantener a los líderes europeos a raya.

O, considere los casos de Ucrania y Georgia, donde Rusia sigue haciendo caso omiso a la UE. Dada que la razón de ser del proyecto europeo es eliminar de Europa las guerras de agresión y el nacionalismo, se puede decir que es bastante reveladora la incapacidad de la UE para influir en los eventos en Ucrania o Georgia. El hecho de que la UE no proteja su propia seguridad contra una potencia vecina hostil revela hasta qué punto se ha debilitado institucionalmente.

Sin duda, la UE ha construido un vasto mercado interno y ha extendido la protección de los derechos civiles, económicos y sociales a los países y comunidades que alguna vez estuvieron bajo el dominio del gobierno totalitario soviético. Pero, por muy importantes que sean estas victorias políticas y económicas, han demostrado ser insuficientes para garantizar la durabilidad de Europa.

Por lo tanto, Macron (y muchos otros) han llegado a la conclusión de que Europa debe enfrentar su destino de convertirse en un “poder soberano”. Sobre todo, eso significa crear un ejército europeo y desarrollar una capacidad de autodefensa totalmente independiente. Hasta hace muy poco, esta idea era tabú, particularmente en el Reino Unido, que no quería poner en peligro su “relación especial” con Estados Unidos. Si bien el Primer Ministro británico Tony Blair y el presidente francés Jacques Chirac acordaron en el 2003 coordinar la adquisición de armas y juntar los recursos militares para la construcción de un grupo de portaaviones listos para el combate; según la opinión de algunas personas, es probable no se haya tomado ninguna medida de seguimiento debido a objeciones de Estados Unidos.

Pero ahora, incluso Alemania está comenzando a reconocer la necesidad de una autonomía europea en materia de defensa. En noviembre del año 2018, la canciller Ángela Merkel pronunció un discurso ante el Parlamento Europeo abogando por el establecimiento de “un ejército europeo adecuado”. Y, más recientemente en la Universidad Bundeswehr de Múnich mediante las poco difundidas puntualizaciones vertidas por la ministra de Defensa alemana Annegret Kramp-Karrenbauer (una probable sucesora de Merkel) dicha ministra pidió un aumento sustancial en el gasto militar alemán, y la creación de un nuevo consejo de seguridad nacional para liderar una política de defensa más asertiva.

Los mencionados sentimientos no se limitan de ninguna forma solamente a Alemania: la encuesta del Eurobarómetro de la Comisión Europea constata que el 75% de los europeos está a favor de una política común de defensa y seguridad de la UE, y que una mayoría espera ver la creación de un ejército de la UE en un futuro próximo. Además, Brexit ofrece una oportunidad perfecta para que la UE avance hacia una mayor cantidad de equipos militares y programas de investigación compartidos, entrenamientos conjuntos de tropas y, finalmente, una estrategia de defensa común.

Con este fin, Francia y Alemania se han comprometido a reforzar la cooperación industrial a través de proyectos como el Futuro Sistema Aéreo de Combate Europeo, el Avión de Patrulla Marítima y el Sistema Principal de Combate Terrestre. Pero estos proyectos no se pondrán en práctica hasta el año 2035. Si Europa quiere una postura militar que no sea descrita como una “muerte cerebral”, debe dejar de vacilar ante las crecientes amenazas.

Existe amplia evidencia para demostrar que un ejército europeo sería efectivo para salvaguardar los intereses de seguridad europeos, incluso de manera inmediata. Los yihadistas que se apoderaron del norte de Malí en el 2012 fueron obligados a salir por una intervención militar liderada por Francia. Esa misión ha sido un éxito hasta el momento. Sin embargo, en ausencia de un compromiso europeo más amplio, ¿puede persistir dicho éxito?

Noëlle Lenoir is a former member of France’s Conseil Constitutionnel, the Conseil d’Etat, and a former minister for Europe. Traducción del inglés al español: Rocío L. Barrientos.

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