Llibertat, amnistia...

Mi liberada:

Lee a Joseph Roth. Sus últimos artículos. Un párrafo de Lo inexpresable, de 1938. Léelo despacio, atendiendo a la puntuación, este viejo algoritmo que empieza a ser un capricho elitista: «El círculo de fascinación de la mentira, que los criminales levantan en torno a sus fechorías; paraliza la palabra y a los escritores, que están a su servicio. No obstante, se impone el deber, inexorable, que le ha encomendado a uno la gracia, de perseverar hasta el último momento, es decir, hasta la última gota de tinta, de tomar la palabra en el verdadero sentido de la palabra, la palabra amenazada por la paralización. En nuestros días debe uno disculparse si escribe... Y sin embargo tiene que seguir escribiendo.» En efecto, el círculo de fascinación de la mentira y sus efectos paralizantes. Y sin embargo.

Llibertat, amnistia1. Catalunya es un impresionante país. El primer presidente de estos cuarenta años confesó que había estafado ininterrumpidamente al fisco durante más de veinte, coincidiendo con su presidencia. Toda su abundante familia, toda, está imputada por corrupción. Nadie en la historia de Catalunya había tenido un apoyo y un afecto popular comparables. Nadie en la historia de la política democrática presenta una hoja de corrupción tan profunda. El último de los presidentes de estos cuarenta años escapó la otra mañana de la justicia. Atrás dejaba un autogobierno suspendido, unos colegas a punto de ser encarcelados, miles de empresas en fuga y un país fantasmal y retroactivo que pronto empezará a gritar Llibertat, amnistia i Estatut d'Autonomia. A pesar de ello, vosotros, catalunyenses os seguís levantando cada mañana. No solo os levantáis. Orgullosamente os levantáis. No hay un lugar en el mundo donde sus súbditos hayan sabido contarse una autoficción con mayor éxito.

2. Entre las más vistosas de vuestras mentiras está la de la derrota. En realidad casi siempre os ha ido bien en la vida. Un Borbón convirtió vuestro pueblo principal en una ciudad. Otro favoreció que el esclavismo, en el que vuestra aristocracia y vuestra burguesía insistieron hasta el último segundo de la ética moderna, se convirtiera en un poderoso agente de acumulación. De la última guerra civil sacasteis un gran provecho: Franco os salvó de la revolución, os limpió la patria de la cochambre anarquista (¡ah, cómo querríais secretamente que alguien os librara ahora de la cochambre cupcolacau!: lástima que necesitéis su agrio fermento para la cuajada) y os la cambió por la revolución industrial. Y qué decir de estas últimas décadas, donde toda España se inclinó a vuestro paso y tanto se inclinó que llegó hasta el abismo. Desde el Borbón hasta Rajoy pasando por Franco solo podéis presumir de una derrota, aunque tremenda: todas vuestras guerras han sido guerras civiles.

3. La agónica fachendería de que vuestra resistencia es pacífica. No, no lo es. La resistencia a la ley, a su ejercicio, es una quiebra de la paz. Si miles os ponéis delante de la policía para que la policía no cumpla la orden del juez, no es paz, sino violencia. Lo sabéis, y no perderé el tiempo. Lo importante es otra cosa. Decidme: ¿podríais ser otra cosa que lo que llamáis pacíficos? Esa altura moral a la que llegáis, ¿tiene alguna justificación real? ¿Es que podríais hacer verdaderamente la guerra? ¿Con qué? ¿Con botellas incendiarias? ¿Con disparos en la nuca? ¿Con coches bombas? ¿Con vuestro pequeño ejército de traperos? ¿Es que alguien debe de verdad agradeceros que no os hayáis inclinado por estas eficaces prácticas de lucha revolucionaria? Nunca vuestra actitud exactamente perdonavidas había llegado tan lejos. Pero os conozco, xenófobos: si no golpeáis, solo es porque no podéis. Lo explica el uso que habéis hecho de la mentira, de la manipulación sentimental y de la deslealtad. El uso indiscriminado de vuestro arsenal espiritual anticipa los pocos escrúpulos que tendríais si pudiérais usar con garantías los arsenales materiales.

4. La independencia solo era posible mientras no se consumara. Así pues estáis a punto de ingresar en un momento áureo. Por una parte el 155 garantizará la prosperidad de vuestros negocios, los partidos en el Estadio y la continuidad de la paz. Pero al mismo tiempo gozaréis de una reconfortante república virtual, con sus ministros en la cárcel y en el exilio. Cíclicamente antorchas en la noche de las avenidas, vistosos encuadres riefenstahl, imaginativas campañas de tensión y reclutamiento. Pero a la mañana siguiente temprano al despacho. La revolución es para el ocio. Nunca estuvieron mejor puestos los pies a cada lado de la calle. El 155 actuando explícita o implícitamente (y alternaréis momentos de una cosa y otra) habrá sido una bendición. Una vez pasado el solemne y emotivo empuje fundacional, las autonomías españolas han quedado reducidas a oficinas de gestión. Y después de la crisis en oficinas de gestión de la ruina presupuestaria. Es más emocionante dirigir el gobierno de una ciudad, aun mediana, que el de una autonomía. Y ésa es también una razón oscura, poco hablada, del Proceso, y coincidente con su carácter de arriba abajo. El fatigoso aburrimiento de las élites. Pero ya está solventado: el 155 se ocupa de los días corrientes y vosotros quedáis para los épicos. Te he hablado alguna vez de la adorable rusa de Aleksiévich. Y de la escena en que cuenta cómo los magnates rusos, aburridos de hundir la cabeza en blancos pubis y grises fuentes de caviar, idean la experiencia de convertirse por un finde en mendigos, putas o presidiarios. Así vuestra independencia.

5. Por si algún día, sin embargo, decidís volver a la realidad hay una lección interesante a retener. El gobierno de Cataluña fue destituido y ahora está en la cárcel o camino de la cárcel. Repetidlo. En la cárcel o camino de la cárcel. Ciertamente el Estado se equivocó gravemente al considerar que nunca seríais capaces de llegar adonde llegasteis. Pero vosotros habéis cometido un error simétrico y, como tenéis menos poder, más doloroso. Nunca creísteis que el Estado llegara adonde ha llegado. La razón tiene que ver con la dinámica de grupos. Hay un momento en que el grupo, ya en el adecuado punto de cocción fanática, empieza a oír voces, y lo peor: solo sus propias voces. Entre las personas que viajaron el jueves a Madrid había la que se pellizcaba para corroborar que no estaba en los días fundacionales de la República. ¡Hola República! ¡Hola Nou País! ¡Hola Audiencia Nacional! Tarde o temprano se abrirá en España un proceso de reformas constitucionales. No es lo que prefiero, pero yo no oigo voces. El proceso acabará con indultos. A vosotros y a vuestra descabellada política, vainas. Id poniéndoos bien.

Y sigue ciega tu camino

Arcadi Espada

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