Lo más difícil es crear empleo

Alemania y Francia salieron de la recesión en el segundo trimestre del año. Su producto interior bruto creció un 0,3%. Algunos explican esa recuperación por la reducción de impuestos, pero sólo se ha producido en algunos casos especiales. Francia redujo el IVA de bares y restaurantes, por su elevado número de empleados, del 19,6% al 5,5%, y redujo también los dos tramos más bajos del impuesto de la renta, que afecta a los menos favorecidos. En el caso de Alemania, se trataba de promesas electorales, porque antes de la crisis subió el IVA del 16% al 19%. La victoria el pasado domingo del partido que dirige la canciller democristiana Angela Merkel, la CDU, y su futura coalición con el Partido Liberal Democrático (FDP) va a inducir una verdadera y efectiva rebaja de impuestos, pues sus políticas están a favor de las empresas y las libertades civiles. Y por encima de todo quieren impuestos simples y más bajos.

La recuperación de Alemania se debió al aumento neto de las exportaciones, lo que es un buen indicador de que el comercio mundial se mantiene vivo, como lo demuestra el hecho de que en julio el volumen de comercio creciera un 3,5%, la tasa de aumento más rápido registrada en los últimos cinco años. Aunque los ritmos mensuales son más volátiles, todos los indicios apuntan hacia la recuperación mundial. La de Francia tiene fuentes diversas.

Las subidas de impuestos en España pueden producirse en el peor momento de la crisis, añadiendo otra carga a los contribuyentes. Francia aplicó medidas urgentes que crearan empleo sin sobrecargar las finanzas públicas. Los concesionarios privados de túneles y autopistas pudieron presentar proyectos de ampliación y mejoras. A cambio del riesgo y ventura, el Ejecutivo alargó un año las concesiones. Es una forma de encarecer las obras privadas. Las concesionarias tuvieron que descontar los flujos situados en el futuro y un euro que se cobrará a veinte años, al ocho por ciento hoy sólo vale para las concesionarias privadas veintiún céntimos de euro.

¿Puede hacerlo España? Depende de la percepción que tenga nuestro Ejecutivo sobre el futuro. El Fondo Monetario Internacional define la situación actual como si se produjeran tres oleadas. La primera oleada fue la crisis de los mercados de crédito, que España todavía no ha superado. La segunda, la crisis de la economía real, tampoco la hemos resuelto. La tercera es más grave. Se trata de crear empleo, cuando todos sabemos que en las crisis el PIB puede crecer y a pesar de eso seguir aumentando el paro. Es lo más difícil de conseguir, porque este puede sobrepasar la tasa del 20% si aumenta la población activa. En la crisis de 1993 superamos el 24%.

La solución de la anterior crisis española se resolvió con el aumento de las exportaciones. Pero era una situación distinta, por la devaluación de la peseta. Ahora en Catalunya es más difícil para los que exportan, porque hasta junio del 2009 las exportaciones habían caído un 12,5% en tasa interanual. La mayor reducción se ha producido en los bienes de capital, que retroceden un 35%. La revalorización del euro contra el dólar ha empeorado la situación de partida.

A pesar de eso, aumentan los contratos de ingeniería y las obras públicas que las empresas catalanas ganan en los concursos y licitaciones que se producen en el extranjero. Avanzan las instalaciones de energías renovables, desde los molinos de viento hasta las instalaciones de placas termosolares y fotovoltaicas. Para todo el Estado, los contratos que se han cerrado se extienden desde China hasta Estados Unidos. En esta crisis, los brotes verdes surgen en lugares distintos a la crisis de 1993. Se dan con más intensidad en los contratos de ingeniería, las obras públicas y las energías renovables internacionales y, en menor medida, en las exportaciones.

España tiene varias asignaturas pendientes. En su discurso de Zaragoza, el gobernador del Banco de España, donde nunca pidió el despido libre, puso de relieve que durante muchos años hemos tenido tasas de paro que doblan las de la mayoría de países de la Unión Europea. Alemania lo resolvió de una manera inteligente. En casos graves, las empresas pueden rebajar las horas de trabajo de los trabajadores. Estos no pierden su empleo y por las horas que dejen de trabajar perciben el 67% de su salario normal si tienen un hijo o una persona dependiente. Los que no, reciben el 60%. El Estado cubre el resto y los cursos de formación para que mejoren en su oficio.

Son medidas que no crean bolsas de paro y evitan que el consumo baje y, al hacerlo, sin inversiones que activen la demanda interna, todo pasa a depender de las exportaciones.

En el caso de España, ¿Por qué no reducir los gastos superfluos y recurrir a la financiación internacional, sin aumentar los impuestos?

Robert Tornabell, ex decano y profesor de Finanzas de Esade.