Lo que está en juego en Ucrania / At stake in Ukraine's drama is the future of Putin, Russia and Europe

Más allá de las barricadas en llamas y los cadáveres en las calles, he aquí cinco grandes cosas que están en juego en el drama de la insurrección en Ucrania.

» 1. El futuro de Ucrania como Estado-nación independiente

La violencia intensa dentro de un Estado, aunque no llegue a la guerra civil, puede seguir dos direcciones totalmente distintas. Puede desgarrar el Estado, como en el caso de Siria y la antigua Yugoslavia, o, si la gente colabora para apartarse del borde del abismo, puede unir más aún una nación, como en Sudáfrica. Un Estado-nación es un país en el que el Estado crea la identidad nacional común de los ciudadanos, en lugar de consolidar una identidad étnica única ya existente.

Un motivo por el que los últimos meses en Ucrania han sido tan caóticos es que, a pesar de ser independiente desde hace más de dos decenios, no es ni un Estado plenamente funcional ni una nación completamente formada. Hablar de “fuerzas del orden” al describir lo sucedido en Kiev durante la última semana es como comparar una merienda de té y pastas con un cóctel de vodka, cartílagos y sangre. El presidente Víktor Yanukóvich es un matón, pero además es un matón incompetente. Unas fuerzas de seguridad eficientes y disciplinadas no dispararían casi al azar contra los manifestantes un instante y dejarían las calles en sus manos un minuto después.

Tampoco la Administración, el Parlamento y la economía de Ucrania tienen nada que ver con los de un Estado europeo normal. Están extraordinariamente infiltrados y manipulados por oligarcas, camarillas y la familia del presidente, también conocida como La Familia. Por poner solo un ejemplo: según la edición ucrania de la revista Forbes, en enero de 2014, el hijo de Yanukóvich, antiguo dentista, obtuvo el 50% de todas las licitaciones del Estado; seguramente la mayor extracción dental de la historia.

Esa situación, además de la brutalidad de los soldados, es la que tanta indignación despierta entre muchos ucranios, algunos de los cuales han dado su vida en la lucha para cambiarla. No obstante, si se logra consolidar el acuerdo propuesto —que consiste en formar un Gobierno de coalición, llevar a cabo una reforma constitucional que devuelva más poderes al Parlamento y celebrar una elección presidencial antes de que termine el año—, estos días cubiertos de sangre podrían pasar a la historia de Ucrania como un capítulo decisivo en el camino hacia convertirse en un auténtico Estado-nación independiente. Si no, el peligro es la desintegración.

» 2. El futuro de Rusia como Estado-nación o como imperio

Con Ucrania, Rusia sigue siendo un imperio; sin Ucrania, tiene la oportunidad de convertirse también en un Estado-nación. El futuro de Ucrania es mucho más importante para la identidad nacional de Rusia que el de Escocia para la de Inglaterra. Hace siglos, los habitantes del territorio que hoy constituye Ucrania fueron los primeros rusos. Hoy, los ucranios van a determinar el futuro de la Rusia actual.

» 3. El futuro de Vladímir Putin

El periodista ruso independiente Konstantin von Eggert dijo en una ocasión que el hecho más importante de la política rusa en los últimos 10 años no se había producido en Rusia, sino que fue la revolución naranja de 2004 en Ucrania. Para el régimen de Putin, la revuelta de 2004 fue la más peligrosa de los 15 años de revoluciones de colores o de terciopelo que habían comenzado en Europa central en 1989. De ahí que, con un talento y un éxito considerables, los “tecnólogos políticos” de Putin empezaran a desarrollar técnicas para contrarrestarla. Para conseguirlo, por supuesto, recurrieron a la brutalidad, pero no solo, porque también contaron con montañas de dinero, varias ONGOG (organizaciones no gubernamentales organizadas por el Gobierno) y una manipulación de los medios de comunicación que hace que, a su lado, el famoso portavoz de Tony Blair, Alistair Campbell, parezca una hermanita de la caridad. Cuando Putin superó la oferta de asociación que le había hecho la UE a Ucrania, llena de reglas y escasa de fondos, con una contraoferta de nada menos que 15.000 millones de dólares, el conocido tecnólogo político ruso Marat Gelman tuiteó: “Instalación en Maidan vendida por 15.000 millones: la obra de arte más cara de la historia” (Maidan es la plaza de la Independencia de Kiev, epicentro de las protestas).

Sin embargo, los planes no dieron el fruto deseado. De modo que, hace 15 días, Putin y Yanukóvich se entrevistaron en Sochi; el lunes pasado, Rusia desembolsó otros 15.000 millones de dólares; y el martes, la milicia de Yanukóvich empezó a utilizar fuego real contra unos manifestantes cada vez más desesperados y en ocasiones violentos. El hecho de que Putin estuviera dispuesto a arriesgarse a una reacción negativa de la comunidad internacional durante sus preciosos Juegos Olímpicos demuestra lo importante que es Ucrania para él. Ahora, ante los acontecimientos ocurridos sobre el terreno, ha decidido emprender una retirada táctica, pero no nos hagamos ilusiones: no va a dejar de intervenir.

» 4. El futuro de Europa como potencia estratégica

De la misma manera que Ucrania no sufre una mera división entre Este y Oeste, desde el punto de vista geopolítico no se trata de saber si Ucrania se une a Europa o a Rusia. Se trata de saber si Ucrania se integra cada vez más en la comunidad política y económica de Europa y al mismo tiempo mantiene una relación muy estrecha con Rusia. Y se trata de saber también si la Unión Europea va a defender los valores europeos fundamentales en su propio umbral, algo que no fue capaz de hacer en Bosnia hace 20 años.

Resulta ya innegable que la UE se equivocó en otoño al presentar un ultimátum y obligar a Ucrania a elegir entre “ellos o nosotros” sin ofrecerle el dinero que tanto necesitaba ni una perspectiva clara de integración en la UE. Como dice el experto en Ucrania Andrew Wilson, la UE acudió con una barra de pan a una pelea con navajas. En las últimas semanas se ha mostrado más astuta. El acuerdo propuesto el viernes fue un éxito diplomático personal de los ministros de Exteriores de Alemania, Polonia y Francia. Ahora bien, ¿puede una Europa debilitada por la crisis de la eurozona tener la imaginación estratégica y la determinación que hacen falta a largo plazo?

» 5. El futuro de la revolución

He escrito que, en nuestra era, el modelo de revolución de 1789 ha sido sustituido por el de 1989: en lugar de la radicalización, la violencia y la guillotina, ahora recurrimos a protestas pacíficas de masas seguidas de una transición negociada. En los últimos tiempos, el modelo está algo maltrecho, no solo debido a las heridas de Ucrania, sino por el otoño violento que siguió a la primavera árabe. Sin embargo, si se consolida el frágil acuerdo ahora conseguido y se contiene la furia en las calles, Europa quizá pueda volver a demostrar que, a veces, somos capaces de aprender de la historia.

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Beyond the burning barricades and the corpses in the streets, here are five big things that are at stake in Ukraine's insurrectionary drama. They mean that what happens in Ukraine will affect not just the Ukrainians, but also Russia, Europe and our sense of what makes a revolution.
1. The future of Ukraine as an independent state-nation

Intense violence inside a state, still falling short of civil war, can go two sharply different ways. It can tear the state apart, as in Syria and former Yugoslavia, or, if people join hands to retreat from the brink, it can weld a state-nation together – as in South Africa. (A state-nation is one in which a shared civic national identity is created by the state, rather than a single ethnic national identity being embodied in it.)

One reason that recent months in Ukraine have been so chaotic is that Ukraine, despite being an independent country for more than two decades, is neither a properly functioning state nor a fully formed nation. President Viktor Yanukovych is a thug, but he is also an ineffective thug. Effective, disciplined security forces would not be shooting demonstrators dead almost at random one minute, but abandoning the same streets to them the next. Similarly, Ukraine's administration, parliament and economy are nothing like those of a normal European state. They are infiltrated and manipulated to an extraordinary degree by oligarchs, camarillas and the president's family, aka the Family.

This is what many Ukrainians are so angry about, and what some have now given their lives to change. But if yesterday's proposed deal – for a coalition government, constitutional reform to give parliament back more powers, and a presidential election before the end of the year – can be made to stick, then these bloody days could yet go down in history as a decisive chapter on the path to independent state-nationhood. If not, further disintegration looms.
2. The future of Russia as a state-nation – or an empire

With Ukraine, Russia is still an empire; without Ukraine, Russia itself has a chance to become a state-nation. The future of Ukraine is more central to Russia's national identity than that of Scotland is to England's. Centuries ago, people who lived in the territory that is now Ukraine were the original Russians. In this century, the people who call themselves Ukrainians will shape the future of what is now Russia.
3. The future of Vladimir Putin

An independent Russian journalist has observed that the most important event in Russian politics during the last decade happened not in Russia but in Ukraine. It was the Orange Revolution of 2004. So, with considerable skill, Putin's "political technologists" developed techniques to counter such developments. When the Kremlin trumped the EU's rule-rich but cash-poor association offer to Ukraine with a cool $15bn, one well-known Russian political technologist, Marat Gelman, tweeted: 'Maidan installation sold for 15 billion – most expensive art object ever.' (The Maidan is Kiev's Independence Square.)

But it didn't quite go according to plan. So last Monday Russia released another tranche of the $15bn, and on Tuesday Yanukovych's militia started using live ammunition against increasingly desperate and sometimes violent protesters. The fact that Putin was prepared to risk international blowback during his treasured Sochi Olympics shows how vital Ukraine is to him. Now he has retreated tactically, faced with the facts on the ground – but have no illusions that he will stop intervening.
4. The future of Europe as a strategic power

Just as Ukraine is not simply split between east and west, so the geopolitical issue here is not whether Ukraine joins Europe or Russia. It is whether Ukraine becomes increasingly integrated into the political and economic community of Europe, as well as having a very close relationship with Russia. It is also whether the EU will stand up for basic European values on its own front doorstep, as it failed to do in Bosnia.

The EU miscalculated by delivering an "us or them" ultimatum last autumn, without offering Ukraine desperately needed ready cash or a clear perspective of EU membership. As the Ukraine expert Andrew Wilson notes, the EU took a baguette to a knife fight. In recent weeks, it has done better. Friday's proposed compromise is a tribute to the personal engagement of the German, Polish and French foreign ministers. But does a Europe weakened by the eurozone crisis have the resolve and strategic imagination for the long term?
5. The future of revolution

I have argued that, in our time, 1989 has supplanted 1789 as the default model of revolution: rather than progressive radicalisation, violence and the guillotine, we look for peaceful mass protest followed by negotiated transition. That model has taken a battering of late, not only in Ukraine but also in the violent fall that followed the Arab spring. If this fragile deal holds, however, and the fury on the streets can be contained, Europe might again show that we can occasionally learn from history.

Timothy Garton Ash es catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige www.freespeechdebate.com, e investigador titular de la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Su último libro es Los hechos son subversivos: Ideas y personajes para una década sin nombre. Twitter: @fromTGA. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

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