Lo que importa ahora

Comprendo que es difícil evitarlo. Comprendo incluso que algunos comentarios míos sean interpretados o utilizados políticamente en un marco preelectoral. Y por otra parte, mi participación en seminarios, conferencias no propiamente políticas, etcétera, así como las sesiones de presentación de mi libro de memorias provocan comentarios que, como decía, pueden ser interpretados y utilizados por terceros, no siempre en forma coincidente con mi pensamiento o propósito. Como ejemplo reciente están las declaraciones del president Montilla a propósito de un comentario mío en Girona. Por consiguiente es preferible que yo mismo exprese mi opinión, breve y condensada, sobre algunas cuestiones de gran actualidad. Lo hago - lo subrayo- a título personal, es decir, de forma que sólo a mí compromete.

1. Es evidente que el 9-M reviste gran importancia política para Catalunya y para el conjunto de España. Y por supuesto la reviste, en alto grado, para el catalanismo, que según cuál sea este resultado estará o no en condiciones de defender la identidad, las instituciones y las necesidades económicas y sociales de Catalunya, así como recuperar y activar el proyecto de país moderno, integrador, convivencial y, en todos los aspectos, de calidad.

2. Todo esto requerirá, aparte de un buen resultado electoral, un programa serio, viable y no demagógico. Este programa existe y es actualmente objeto de presentación sistemática.

3. Hasta aquí el planteamiento es claro. Más dudas hay sobre cómo se puede incidir en la política española - y en la catalana- después del 9-M. Y ahí la atención se centra en con quién podría o debería colaborar CiU.

4. Opino que CiU no debe ni puede pactar con el PP porque durante los últimos cuatro años directamente o indirectamente ha fomentado campañas de calumnia y ha excitado los ánimos contra Catalunya. Ha creado un ambiente de gran hostilidad y animadversión. Ha sido un ataque brutal que hace imposible un pacto. Rotundamente. Esto está muy claro.

5. Lo del PSOE es más sutil, pero también grave. Durante la pasada legislatura, el PSOE y el presidente Rodríguez Zapatero han engañado constantemente. Lo han hecho a propósito del Estatut, desde el principio y hasta hoy mismo en que no lo aplican. Lo han hecho con las promesas incumplidas de la publicación de las balanzas fiscales. Lo han hecho votando partidas presupuestarias que luego no han aplicado. Lo han hecho con las infraestructuras. Lo han hecho invadiendo competencias catalanas en temas de gran importancia. Y ambos - PSOE y PP- han utilizado Catalunya como munición de guerra para su enfrentamiento cainita. No merecen confianza.

6. Por consiguiente, sólo se puede tratar con ellos si pagan por adelantado. Hay que colgar el letrero de "no se fía". Llegado el caso esto limitaría mucho el alcance y el grado del compromiso de CiU. En realidad, haría imposible un compromiso duradero y que obligase de forma sistemática. Sólo quedaría el recurso del día a día, y en cada ocasión desde cero.

7. Pero todo esto desde la perspectiva catalana ahora es o debería ser muy secundario. Ahora lo que Catalunya se juega en estas elecciones es otra cosa. Es la seriedad como sociedad y la dignidad y autoestima como país. Teniendo en cuenta que si un país no es serio no será tomado en consideración. Y no podrá negociar nada con éxito. Por desgracia, las cosas han evolucionado en esta dirección durante los últimos años. Sólo una actitud de afirmación y de orgullo puede devolvernos la credibilidad perdida. Y en este sentido el 9-M será un buen indicador.

8. Si después de todo lo que ha sucedido durante esta legislatura el electorado catalán no manifiesta su repulsa - es decir, si los partidos responsables de esta conducta, de este perjuicio y de este menosprecio salen incólumes del 9-M-, con razón se podrá llegar a la conclusión de que a Catalunya se la puede maltratar y engañar sin riesgo alguno.

9. Por consiguiente, hoy y el 9-M lo principal - lo realmente importante- no es pedir nada. Ni es negociar nada, ni lanzar cables a nadie porque mientras no restablezcamos la dignidad y el respeto no nos tomarán en serio.

Hemos sido defensores a ultranza de la gobernabilidad española, y por consiguiente hemos contribuido en gran medida a la estabilidad y al progreso del conjunto de España. Pero tal como hoy están las cosas, nada de esto está a nuestro alcance, como no lo está defender eficazmente los intereses morales y materiales de Catalunya y de los ciudadanos de Catalunya. Volveremos a estarlo el día que recuperemos dignidad y respeto. Y que demostremos, a unos y a otros, que maltratar a Catalunya tiene un coste importante. Serio. Grave.

10. Lógicamente esta debería ser la actitud del electorado catalán. Y con seguridad lo será si la decepción que hay en Catalunya no induce a buena parte de la ciudadanía a abstenerse. Hay en Catalunya un profundo malestar, que puede tomar dos direcciones bien distintas. La de la decepción, el desánimo y la renuncia, que electoralmente conduce a la abstención. Y también al gesto cívico y noble, pero no productivo, del voto en blanco. En la práctica el voto en blanco favorecerá indirectamente las opciones - socialistas y populares- para las que la prioridad no son los intereses políticos, económicos y nacionales de Catalunya.

La otra dirección es la de la reacción. La de la afirmación, la del rechazo del engaño, la de la exigencia de la dignidad y del respeto y la de la autoestima. Esa es la dirección que el 9-M hay que tomar.

Jordi Pujol, ex presidente de la Generalitat. Presidente de Convergència Democràtica de Catalunya.