Lo que la juventud se juega en Europa

Está viviendo Europa y el conjunto de países que la conforman unos momentos muy delicados puesto que tienen abiertos un considerable número de frentes que, de forma premeditada o no, provocan síntomas de una debilidad tan peligrosa como innecesaria. El brexit cercena en el conjunto un miembro de relevancia, tanto por su importancia económica cuanto como puente de conexión hacia su histórica y todavía interesante relación con extremo oriente y Estados Unidos.

A ello hay que añadirle el auge de los nacionalismos y populismos extremos, ya sean de izquierdas como de derechas, que resquebrajan de forma notable los niveles de convivencia y solidaridad que son, sin duda, la base y eje fundamental del progreso.

Y por si fuera poco, por un lado la política de los bloques de poder en el mundo, y por otra parte la actividad constante de los numerosos grupos de euroescépticos que pretenden deslegitimizar y desprestigiar las instituciones y órganos de gobierno europeos, están poniendo contra las cuerdas la unidad, la razón y el prestigio conseguido en la convivencia en Europa.

En ese escenario, este mes de mayo de 2019 se celebran las elecciones europeas que dibujarán el mapa de nuestra comunidad para los próximos años. Debemos recordar que en las pasadas de 2014, en España votó un exiguo 45% del censo electoral, como si Europa no fuera importante ni nos incumbiera, como si la tuviéramos siempre lejos, con dudas sobre su eficacia y efectividad. Y peor es el caso de los jóvenes y nuevos votantes, cuyo porcentaje de participación se redujo prácticamente a la mitad.

Pues bien, con el problema que tiene España con los movimientos separatistas antisistema, sin otro modelo que ofrecer ni más alternativa que el caos, así como la aparición de una extrema derecha como contrapunto a la ya existente extrema izquierda, se ha provocado un límite de tracción del equilibrio democrático y en aquellos partidos que se sitúan en el centro de la maroma, más elástico y deformable, un peligroso movimiento de la pértiga. Europa entera debería andar muy atenta y con gran preocupación, pues cuando la estructura básica empieza a colapsar, el peligro es inminente.

La sociedad española debería exigir a la clase política la adopción de medidas urgentes que aplicaran toda la pedagogía necesaria para implicar a la juventud y nuevos votantes, de manera que acudan a las urnas de forma masiva. Pues, es en Europa donde se va a definir su futuro, su marco de convivencia y su pertenencia a la comunidad internacional en un mundo globalizado.

Nuestros jóvenes deben implicarse no sólo en la política española, sino también en la cada vez más importante y necesaria política europea. Desde aquí quisiera enviar un mensaje, quizás inútil ahora, para que los encapuchados y violentos aparquen el odio, el insulto y la agresión, se quiten las capuchas y abracen la convivencia y el entendimiento en una España que es de todos. Además, aprenderán en las aulas lo que no enseñan las barricadas ni se encuentra entre el humo, el fuego, las piedras y los contenedores quemados, así como lo que verdaderamente representa el fascismo que jamás han conocido y la democracia que todavía no conocen ni entienden.

En mi caso particular, habiendo dejado ya muy atrás la juventud, todavía me atrevo a apostar por la aparición en breve de partidos políticos de alcance europeo y supranacional que puedan ser votados en cualquier país de la comunidad, que además incluyeran ideologías capaces de poder fundirse en opciones más potentes ante la amalgama de siglas y partidos que componen hoy las estructuras de gobierno, consultivas y legislativas europeas.

Una vez más, la sociedad civil debe comprometerse organizándose y alertando a una clase política que parece que no quiere ver la realidad, ni es capaz de encontrar las claves y los secretos de un futuro necesario en convivencia y valores que garanticen nuevas décadas de progreso y paz.

Mariano Gomá es fundador del Foro España.

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