Lo que le gustaría creer

La campaña de estas elecciones anticipadas, convocadas como un plebiscito sobre la independencia, ha sido la más delirante que recuerdo. Perder el sentido de la realidad en política es extremadamente peligroso. Nos hemos instalado “en lo que nos gustaría creer”, como le respondió el periodista de la BBC que entrevistaba a un acorralado Romeva: “¿Por qué no han sido honestos acerca de las consecuencias en la UE de la independencia?”, le preguntó. Como Romeva aseguraba una y otra vez que Catalunya no saldría de la Unión Europea por artículo de fe, el británico zanjó la cuestión con un “esto es lo que a usted le gustaría creer”.

La independencia por las bravas a que se ha comprometido Mas puede ser especialmente brava si algún independentista de toda la vida, que propuso paralizar la economía si fuese necesario, es el que pilota el proceso apoyado por los que están encantados de salir de la UE y de todas partes.

Lo que le gustaría creerCatalunya no será independiente porque su Parlamento lo proclame. Lo será si el Consejo de Seguridad de la ONU la reconoce. Y hace falta vivir en una profunda negación de la realidad para creer que eso vaya a ocurrir. Las constituciones de Alemania, Francia, Italia y EE.UU. son idénticas a la española en la cuestión territorial. Sus intereses son contrarios a apoyar la independencia fuera de la ley de una región rica que rechaza la redistribución fiscal. Por no hablar de Rusia y China.

Nos gustaría creer las fábulas de Junqueras sobre cuán rica sería ahora Catalunya si se hubiese independizado hace 25 años. Pero no resisten el menor análisis aritmético. Sería agradable disponer de los famosos 16.000 millones de cash con los que evitar recortes o disminuir deuda. Pero de ninguna manera la Catalunya independiente dispondría de ese mítico maná. Esa cifra está calculada por un método muy particular que la sobrevalora de forma injustificada. Según Mas-Colell Catalunya dispondría de “un petit excedent” que ha valorado entre 2.000 y 3.000 millones de euros.

Nos gustaría creer que los costes del nuevo Estado son tan bajos como Mas-Junqueras aseguran: unos 3.000 millones a todo tirar. Pero esa cifra está tan infravalorada como hinchado está el déficit fiscal. ¿Cuánto costaría el servicio de defensa? En el informe específico que le dedica el CATN, no hay ni una sola estimación. Mas asegura que sería barato, porque estaríamos en la OTAN. Tampoco estaríamos en la OTAN, pero si lo estuviéramos costaría el 1,5% del PIB, unos 3.000 millones. Lo mismo que dicen creer que costarían todas las estructuras de Estado. En el cálculo de los 16.000 se supone que la representación exterior costaría 1 millón de euros. El informe del CATN tampoco va muy lejos y lo estima en “varios cientos de millones”. Y suma y sigue.

¿Y el expolio fiscal? En nuestro pequeño libro del que TV3 no ha querido hablar, consideramos que es cierto que Catalunya tiene un déficit fiscal superior al que se puede justificar por un razonable efecto redistributivo con el resto de España. Pero la diferencia es, en el peor de los casos, del orden de 3.000 millones de euros (un 1,5% del PIB) y no de 16.000 millones de euros (un 8,5%). ¿Para corregir un problema del 1,5% del PIB hay que recurrir a una declaración unilateral de independencia?

Una de las mayores negaciones de la realidad es la pretendida “permanencia automática” de Catalunya en la UE y en el euro. En el 2013 Mas declaraba al periódico La Repubblica que Catalunya quedaría fuera “durante un periodo transitorio”. Transitorio, esa es la palabra. ¿Y cuánto duraría? En cambio, ahora lo niega a capa y espada y pregunta retóricamente a la señora Merkel cómo se puede “expulsar” a 7,5 millones de catalanes de la UE. Lo que ocurrirá es que, como nos han dicho repetidamente, se dejarán de aplicar automáticamente las políticas comunitarias en Catalunya. Y ahora vaya usted a Lleida y Tarragona y explique qué quiere decir eso a sus agricultores y ganaderos mientras se negocia la admisión. También ha sido delirante la reacción a las advertencias de los bancos españoles, catalanes incluidos, acerca de las consecuencias de la salida del euro. Cierto que lo han dicho tarde y a destiempo. Pero lo que dicen lo ha dicho también el CATN. En su informe número 8 se dice textualmente lo mismo que ha dicho la AEB: “Las entidades bancarias con sede en Catalunya no tendrían acceso directo al crédito del BCE”.

Otra cosa que nos gustaría creer es que no se verían alteradas las relaciones comerciales con nuestro principal cliente que es España. No, qué va. Al contrario, según Romeva mejorarían mucho por las buenas relaciones de vecindad que estableceríamos. Nadie sabe en cuánto y durante cuánto tiempo, pero toda la experiencia demuestra que esa clase de situaciones y el establecimiento de una frontera reduce las relaciones comerciales.

Otra cosa que nos gustaría creer es que con un “país nou” el Govern catalán será mucho mejor. La Generalitat ya gestiona desde hace muchos años y nadie cree que haya creado la administración ágil y transparente que ahora promete, ni ha conseguido dotar a nuestros jóvenes de las herramientas necesarias para competir en la economía global. Y si el buen gobierno se obtiene por tener que ocuparse sólo de sus propios asuntos, se trata de una receta típica de la neurosis ultraliberal que es lo contrario de lo que pretende la integración europea.

Para Mas-Junqueras la independencia es un bien superior cualesquiera que fueran sus costes. Pero muchos quisieran conocerlos. Según las encuestas la mayoría, aunque sea silenciosa, preferiría una solución de tipo federal o mejoras del marco estatutario. No es fácil, pero no imposible. De momento, lo que hemos logrado es fragmentación política, fractura social y riesgos para la economía.

Josep Borrell, exministro y expresidente del Parlamento Europeo.

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