Lo que necesitas saber para poder hablar sobre ‘Joker’

Una imagen de Warner Bros. Pictures muestra a Joaquin Phoenix en una escena de "Joker", que se estrena a nivel mundial el 4 de octubre. (Niko Tavernise/Warner Bros. Pictures via AP)
Una imagen de Warner Bros. Pictures muestra a Joaquin Phoenix en una escena de "Joker", que se estrena a nivel mundial el 4 de octubre. (Niko Tavernise/Warner Bros. Pictures via AP)

Las semanas previas al lanzamiento de Joker, del director Todd Phillips, han sido todo un viaje. Esta cruda película del supervillano, que es la más reciente entrega del universo cinemático de DC, ganó el premio a la mejor película en el Festival de Cine de Venecia, lo cual le dio un poco de la credibilidad artística que los fanáticos de los superhéroes han anhelado durante mucho tiempo para este género. Pero la película y Warner Brothers, el estudio que la produjo, se han visto también envueltos en controversias relacionadas con la violencia armentística en los Estados Unidos. Phillips se ha puesto en el papel de víctima de la censura de izquierda. Y el Departamento de Seguridad Pública de Texas publicó un boletín de advertencia por un posible tiroteo masivo el 4 de octubre, durante el estreno de Joker, lo que llevó al Comando de Investigación Criminal del Ejército a advertir a sus miembros en servicio en Fort Sill, Oklahoma, sobre la posibilidad de actos violentos durante las proyecciones de la película.

Considerando los estándares actuales —en que las discusiones políticas se parecen mucho a las que desencadena la cultura pop —esta película seguramente será una noticia polémica. Aquí hay tres estrategias para navegar esas conversaciones sin terminar en un estado mental que inspire a ponerse maquillaje de payaso:

1. Conoce los datos y hechos sobre las películas y la violencia en el mundo real: una de las razones por las que la conversación sobre Joker se ha vuelto tan acalorada es que la cultura pop ha sido erróneamente señalada una y otra vez como una influencia para cometer crímenes terribles, en especial asesinatos colectivos. Según esa falsa lógica, Joker podría ser culpado de lo mismo, en especial desde que creciente movimiento de los llamados hombres “involuntariamente célibes” (o “incels”, por su abreviatura en inglés) han cometido una serie de crímenes violentos. Pero como Scott Mendelson escribe en Forbes, esto no tiene lógica si se examinan los datos reales:

James Holmes no se vistió como Joker ni se inspiró explícitamente en la secuela de Batman de Chris Nolan cuando abrió fuego durante una proyección de medianoche de The Dark Knight Rises en Aurora, Colorado, el 20 de julio de 2012. Dylan Klebold y Eric Harris, culpables de la masacre de la escuela de Columbine, no eran adolescentes acosados ni parias miembros de la Trench Coat Mafia. No estaban disfrazados como Neo ni recreando la escena del tiroteo en la oficina de The Matrix cuando dispararon su escuela el 19 de abril de 1999. Incluso el ataque en el metro por el que se culpó inicialmente a Money Train no estaba relacionado con esa comedia de acción de Woody Harrelson y Wesley Snipes. Los ladrones que forzaron a sus víctimas a beber lejía antes de dispararles, planearon el robo meses antes de ver Magnum Force.

Hay algunas películas como Taxi Driver, A Clockwork Orange y Natural Born Killers que sí han inspirado violencia en la vida real. Sin embargo —y hacer la distinción es clave— han inspirado principalmente las formas específicas de esas acciones violentas y no los actos violentos en sí. Estas piezas de la cultura pop (ya sean películas, programas de televisión o videojuegos) no convierten a las personas empáticas en asesinos. Lo sabemos porque la ciencia nos lo ha dicho una y otra vez. De hecho, el aumento de la violencia en las películas clasificadas para mayores de 13 años ha venido acompañado de una disminución en los crímenes violentos entre 1985 y 2015.

Si resolver el tema de la violencia en masa fuera cuestión de simplemente no exhibir en los cines nada más arriesgado que Bambi (¿Aunque, han visto Bambi últimamente? Deja un trauma de varios días), nuestros debates políticos serían más sencillos… y nuestra cultura pop definitivamente sería más aburrida. ¡Pero no lo es! Tomar en cuenta los hechos, ya sea para apoyar o despreciar cierto tipo de cultura pop, hará que nuestras conversaciones sean más civilizadas y manejables, y también contribuirá en algo a que los debates sobre políticas públicas se mantengan enfocadas en lo que deben estarlo.

2. Recuerda que Phillips no se equivoca: la indignación es una mercancía. Definitivamente hay momentos en los que vale la pena enojarse con la cultura popular. Pero —como dijo Phillips en una controvertida entrevista con The Wrap— también es algo que se puede monetizar. Él está utilizando las críticas a Joker para presentarse como una víctima incomprendida y es obvio que tanto Phillips como Warner Brothers pueden beneficiarse de ser vistos como mártires de la libertad de expresión y la integridad artística. Puede ser una jugada para un nicho, aunque con un presupuesto de $55 millones de dólares, Joker puede permitirse atraer a un público más pequeño y apasionado que el gigantesco de Avengers: Infinity War, cuyo costo de producción y publicidad puede haber sido de ocho veces esa cantidad. No todos los comentarios en la prensa sobre Joker en el período previo a su lanzamiento han sido positivos. Pero han sido publicidad gratuita y por el gran volumen de discusión y advertencias, su estreno ya se ha posicionado como un evento artístico importante. Nada de esto significa que si de veras odias Joker, crees que es peligrosa o piensas que es una obra maestra del cine, no debas defender tu postura. Solo recuerda que hay una diferencia entre participar en una discusión sobre el tema y trabajar gratis para el departamento de publicidad de un estudio. No tienes ninguna obligación de hacer esto último.

3. Y, sobre todo, toma una postura DESPUÉS de haber visto la película. O al menos sé claro sobre por qué no quieres verla. Sé que esto parece absurdo en un entorno donde el consumo de la cultura se considera un acto moral y político. Según esa lógica, uno tiene que saber cómo se siente con respecto a un libro, película, programa de televisión o álbum antes de decidir si está bien gastar dinero en ello.

Pero, aunque es perfectamente legítimo decidir que simplemente no quieres ver, leer o escuchar algo, y si bien puede ser revelador e interesante explicar por qué tomaste esa decisión, también es cierto que no puedes hablar con autoridad sobre el contenido y la ejecución de algo que has decidido no consumir. Simplemente no se puede. El poder de la cultura proviene del hecho de que es indirecto, de que funciona de tal manera que no puede ser capturado por una descripción literal. Por ejemplo, sería correcto decir que Little Women es una novela sobre cuatro niñas que viven durante y después de la Guerra de Secesión, pero esa breve descripción no hace justicia al atractivo y el poder duradero de la obra; al igual que describir Pain And Gain como una película de Michael Bay sobre fisicoculturistas criminales no comunica su extraña cualidad ni la de su autor.

Entonces, si quieres tener una opinión sobre Joker, al menos que sea la tuya. Si tu conciencia queda preocupada después de comprar tu boleto puedes donar el equivalente del costo a una causa u organización benéfica de tu elección. Luego considera las actuaciones, el guión, el encuadre de las tomas y cualquier otra cosa que ayude a determinar lo que creas que la película está tratando de decir y lo que logra transmitir. Entonces podrás hablar sobre Joker desde una posición informada, con información real. Y podrás juzgar desde ahí lo que todos los demás —incluyéndome a mí, después de verla— también están diciendo sobre ella.

Alyssa Rosenberg writes about the intersection of culture and politics for The Washington Post's Opinions section. Before coming to The Post in 2014, Alyssa was the culture editor at ThinkProgress, the television columnist at Women and Hollywood, a columnist for the XX Factor at Slate and a correspondent for The Atlantic.com.

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