Lo que preocupa a Centroamérica debe preocupar a Estados Unidos

Estados Unidos ha sido testigo de un dramático descenso de los crímenes violentos durante las dos últimas décadas. En 1994, más de la mitad de los ciudadanos afirmaban que el crimen era una de sus mayores preocupaciones. Hoy, según Gallup, sólo el 2% de los estadounidenses consideran que es un problema serio. Desgraciadamente, en Centroamérica -una región vital para nuestra seguridad y prosperidad- la violencia es una preocupación constante. Las tasas de homicidio de la región están entre las más altas del mundo y otros incidentes violentos son trágicamente comunes. Los crímenes quedan sin resolver y sin denunciar de manera rutinaria, impidiendo el crecimiento económico.

La situación en Centroamérica es importante para nosotros como estadounidenses. No solo estamos vinculados por proximidad, sino también por profundos lazos interpersonales y más de 60.000 millones de dólares en intercambios comerciales. Cuando trabajamos con socios centroamericanos e internacionales en estrategias que mejoren la seguridad regional, no debemos perder vista de las preocupaciones de los ciudadanos que sufren esta violencia a diario.

Un informe reciente de Gallup, “Los centroamericanos, más preocupados con el crimen callejero”, muestra que la mayoría de los ciudadanos de aquellos países perciben los crímenes callejeros como el robo o la extorsión como la mayor y única amenaza a su seguridad. Casi dos tercios de los residentes en las capitales de El Salvador, Guatemala y Honduras afirman haber sido víctimas de robos y asaltos. El aumento del tráfico de drogas a través de Centroamérica en los últimos años ha contribuido de manera significativa a la violencia y la corrupción en la región, amenazando la vigencia de las leyes y la autoridad de los estados. Sin embargo, muchos centroamericanos sienten una amenaza diferente ante ellos. Más de la mitad de los ciudadanos citan a bandas organizadas y criminales comunes como la mayoría de los responsables de crímenes en sus comunidades.

Los pueblos de Centroamérica demandan lo que muchos de nosotros damos por sentado: la posibilidad de vivir y de manera segura en sus comunidades, trabajar en negocios libres de extorsión, proteger a sus hijos del peligro y saber que los criminales serán llevados ante la justicia. Como amigo, como vecino y como socio, Estados Unidos tiene la responsabilidad de ayudar a Centroamérica a forjar soluciones a largo plazo que reduzcan la violencia y respondan a las verdaderas causas de la criminalidad, como la pobreza, el desempleo y la debilidad de instituciones que abrazan la corrupción y la impunidad.

Desde 2008, EE UU ha comprometido casi medio millón de dólares a través de la Iniciativa de Seguridad Regional en América Central para ayudar a reducir y prevenir la violencia, mejorar las investigaciones y procesos criminales, erradicar la corrupción, romper redes criminales e incrementar el respeto a los derechos humanos y las leyes en Centroamérica. Aunque las operaciones policiales y la lucha contra el narcotráfico atraen casi toda la atención, la mayoría de la ayuda de EE UU está destinada a apoyar labores de entrenamiento y aumento de la capacidad de las instituciones policiales y de seguridad, así como la prevención del crimen en las comunidades. Compartimos las mejores lecciones de la lucha contra las bandas organizadas de Los Ángeles y otras ciudades estadounidenses. Nuestra asistencia al desarrollo complementa estos objetivos, reforzando la seguridad en todos los sentidos -mejores alimentos, mejor acceso a cuidados médicos, seguridad económica a través de la educación y empleo, familias más seguras gracias a la prevención de la violencia doméstica y la atención a jóvenes en riesgo, así como la inclusión social y política de mujeres, minorías y otros grupos marginados.

Tal y como hemos logrado reducir la criminalidad en EE UU, me siento optimista porque con nuestro continuo apoyo a la región, a través de colaboraciones firmes con todos los sectores de la sociedad, Centroamérica podrá superar el ciclo de violencia y dar la seguridad, la justicia y la oportunidad que merecen todos y cada uno de sus ciudadanos.

Roberta Jacobson es secretaria de Estado de EE UU para América Latina

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