Lo que quita el sueño a los líderes chinos

Por Eugenio Bregolat, embajador de España en la República Popular China de 1987 a 1991 y de 1999 a 2003 (LA VANGUARDIA, 03/04/06):

Pese a los enormes logros del último cuarto de siglo, las tres transiciones acometidas por China (del plan al mercado, de la economía rural a la urbana, de la autarquía a la globalización) han generado un cúmulo de problemas: la agricultura, la empresa y la banca estatales, las finanzas públicas, el paro, el envejecimiento de la población, las crecientes diferencias de renta personales y regionales, etcétera. El reciente pleno anual de la Asamblea Popular Nacional (APN), el Parlamento chino, acaba de reconocer la entidad del problema del campo, contra el que lucha el Gobierno chino a través de la política de desarrollo de las provincias del centro y el oeste. Se ha anunciado la creación de una nueva agricultura socialista, con medidas como la eliminación de los impuestos que pesan sobre el campesinado, los subsidios a la producción de cereales, el aumento del gasto en educación y sanidad o el aumento de la inversión en infraestructuras.

Ya en el pleno de la APN del 2002, el entonces primer ministro, el formidable Zhu Rongji, manifestó: "La situación del campo me quita el sueño". Con toda probabilidad se lo quita también al actual primer ministro, Wen Jiabao, y al secretario general del PCCH, Hu Jintao, que saben muy bien que el descontento del campesinado ha generado varias revoluciones en China, la comunista sin ir más lejos. La nueva agricultura socialista es una estrategia para contener el malestar en el campo chino antes de que sea demasiado tarde.

China ha sacado de la pobreza extrema, durante el último cuarto de siglo, a la mitad de su población. Si en 1978 más del 60% de los chinos (unos 600 millones) vivían con menos de un dólar al día, actualmente sólo lo hace un 10% (unos 135 millones). Aunque muchos de los que han salido técnicamente de la miseria sean campesinos, el campo se ve aquejado por múltiples problemas: la creciente diferencia de rentas con la ciudad (las rentas urbanas triplican a las agrícolas), el exceso de impuestos que gravan a los campesinos, los frecuentes abusos de las autoridades a nivel local. Esto explica la creciente conflictividad social. Si las manifestaciones de protesta ascendían, una década atrás, a unas 10.000 al año, en el 2003 se registraron 58.000, 74.000 al año siguiente y 87.000 el año pasado. La mayoría de estas manifestaciones tuvo lugar en la zona rural.

La agricultura fue, en los años ochenta, el motor del despegue económico de China. Las rentas rurales mejoraron rápidamente, pasando de significar el 40% de las rentas urbanas en 1978 al 55% en 1984. Una de las causas de fondo de los sucesos de Tiananmen, en 1989, fue, junto a la inflación y a la corrupción, que la población urbana se iba quedando atrás mientras los campesinos progresaban rápidamente. El ahorro del campesinado contribuyó a la creación de las empresas rurales, el sector más dinámico de la economía china en la década de los ochenta y principios de los noventa.

En 1996 empleaba a 130 millones de personas, el 28% de la mano de obra rural. Más del 40% de las rentas rurales procedían entonces de actividades no agrícolas. Las empresas rurales amortiguaban el trasvase del excedente de mano de obra rural a las ciudades.

En la década de los noventa, la tendencia se invirtió y la zona rural empezó a quedar rezagada a medida que el desarrollo de la industria y los servicios generaba la prosperidad de las zonas urbanas. El rápido deterioro de las empresas rurales, lastradas por problemas financieros y de ineficacia semejantes a los de las empresas públicas, y la consiguiente caída del empleo contribuyeron a aumentar el foso entre campo y ciudad.

La población rural (mayor que la agraria, porque incluye a los residentes en la zona rural empleados en la industria y los servicios) era del 82,6% en 1975 y del 62,3 (unos 800 millones) en el 2004. Según las proyecciones, en el 2015 será del 50%. Es obvio que la modernización de China exige una reducción elevada de la población rural. Se estima que entre 1978, al iniciarse la reforma económica, y el 2000, entre 150 y 200 millones de habitantes de la zona rural pasaron a la urbana. En el 2020 esta cifra habrá doblado. Es el mayor trasvase de población del campo a las ciudades registrado en la historia. Esta lenta migración a las zonas industriales explica que los salarios se mantengan bajos, y así seguirán por mucho tiempo. Las autoridades intentan regular el trasvase, flexibilizando el sistema de autorizaciones para residir en la ciudad (el hukou), pero sin suprimirlo, y creando redes de ciudades satélites para descongestionar las grandes urbes.

La agricultura es cuasi privada. Los campesinos se comportan como verdaderos dueños, sólo que no pueden vender la tierra, que aún es de propiedad estatal. En 1988 se reformó la Constitución para incluir la posibilidad de transferir el derecho de uso de la tierra. La privatización de la tierra protegería a los campesinos contra los abusos en forma de expropiación para dedicarla a usos no agrarios, que están a menudo en el origen de los conflictos.

China, con el 7% de la tierra cultivable del planeta, tiene que alimentar al 20% de su población. La superficie per cápita de tierra cultivable es el 40% de la media mundial. La agricultura pasó de significar el 30% del PIB en 1978 al 15% en el 2005, tendencia que se mantendrá.

Las principales recomendaciones de la OCDE para mejorar la agricultura china son las siguientes: estimular las producciones intensivas en mano de obra, dedicar más fondos a las tareas de investigación y desarrollo, reducir las barreras al comercio interior, recurrir en menor medida a la política de precios garantizados y facilitar la movilidad de la mano de obra, es decir, la migración de la zona rural a la urbana.