En este esperpéntico torbellino de noticias al que se está reduciendo la política en España, Juan Lobato, el joven dirigente del PSOE madrileño, ha tenido su minuto de gloria tras soportar unos pocos días de tensión. Su exaltación, efímera, la ha encontrado en los bellos ideales que ha exhibido al hablar de la política como una actividad noble y sometida al bien común, un horizonte ideal que, de modo harto paradójico, le lleva a retirarse con lo que deja más libre todavía el espacio que ocupan los que entienden la política del modo rudimentario que él dice rechazar.
En lugar del imaginable martirio, Lobato ha preferido un camino más fácil, presumir de palabra sobre lo que no se atreve a poner en obra. Su conducta es comprensible, pero no es ejemplar, a no ser que por ejemplar se entienda lo que es más corriente y llevadero. Aunque presume de una política ideal, se rinde a su contrario sin apenas lucha porque dice apostar por que la desunión de su partido no se convierta en una guerra fratricida. Sigue sonando bien, pero si a lo que da paso es a la abierta contradicción de lo que dice defender podrá presumir de agudo, pero no de valiente, de forma que, sin quererlo, Lobato ha acabado dando la razón a los cínicos, a los que niegan con la palabra lo que hacen a cada momento.
¿Cómo defender la política del debate y las razones en el seno de un partido que se ha convertido en el coro obediente y monótono de un único cantante? ¿De qué sirve la unidad de ese partido a la democracia que es la convivencia con las razones y el respeto al adversario? No es posible hacerlo, y esa es la profunda desgracia que atenaza no sólo al PSOE, sino al conjunto de los partidos españoles sometidos a un centralismo absoluto que impide el análisis y el debate, anula su representatividad social y acaba colocando al frente de sus organizaciones a personajes incompetentes, mansos con quienes están por encima y tiránicos con los demás.
Con el señuelo de evitar las luchas fratricidas lo que Lobato asume es un modelo de partido en el que solo cabe seguir las instrucciones de arriba o dedicarse a otra cosa, una estrategia que anula necesariamente la representatividad política y, a la larga, como acaba por suceder en EEUU, separa radicalmente al partido de quienes solían votarlo por motivos que los dirigentes hace tiempo que han olvidado en su loca carrera hacia el absolutismo. Que el PSOE, o el PP, estén muy lejos de alcanzar los votos que en algún momento los hicieron indispensables tiene mucho que ver con ese modelo de partido al que Lobato acaba de someterse, aunque sea con protestas de monja.
En el caso del PSOE, el problema es todavía más grave por una razón bien concreta que Lobato no se atreve ni a mencionar. Los militantes socialistas saben bien, por ciegos que prefieran estar, que Pedro Sánchez está llevando a cabo una estafa monumental con los ideales socialistas de siempre. La excusa de esa estafa es el mantenimiento en el poder a toda costa, el pacto con estrafalarios componentes de una mayoría parlamentaria en la que el PSOE queda convertido en el pagano de todas las incongruencias, en un partido que ya no tiene otra razón de ser que empeñarse en la mentira con la que pretenden engañar a quien se deje.
Sánchez es como una imitación de Errejón en un formato gigante. El problema de Errejón es que se nutría de una estafa moral porque predicaba un feminismo que nada tenía que ver con lo que hacía, hablaba de una nueva masculinidad mientras se comportaba como un baboso incontinente, de ser cierto lo que afirman quienes le acusan. Lo de Sánchez no precisa prueba, está a la vista de todos por más que sus empleados le aplaudan hasta rabiar en el cónclave sevillano, en el que, para apurar el tongo, parece que la transparencia va a ser uno de los grandes señuelos de la macroestafa sanchista.
Sánchez, en la práctica, no dirige un partido, sino un negocio personal en el que sus más allegados tienen pase VIP para lo que quieran. Sus acciones no están presididas por una lógica ideológica, sus palabras sí lo aparentan, sino por el puro interés, eso que hace ceder el Sáhara a Marruecos o convertir a Otegi y a Puigdemont en desinteresados patriotas que apoyan el gobierno de progreso que necesita España.
Cuando Lobato afirma en su descargo oportunista de conciencia que su compromiso con el PSOE «sigue y seguirá ahí» habla, y él lo sabe, de un PSOE imaginable pero irreal, de algo que está más cerca de una trapisonda delincuencial que de un partido conforme a lo que dice la teoría política y la Constitución. Por eso se fue al notario cuando vio que haberse prestado a una acción indigna como es dar a conocer información protegida por el derecho podía llevarle a ser parte de un delito que no quería cometer, pero su decencia sobrevenida tiene un carácter muy hipócrita, porque no tuvo empacho en divulgar lo que no debiera haberse sabido.
La experiencia demuestra que siempre es difícil nadar y guardar la ropa, eso le ha acabado saliendo regular hasta a un genio de la simulación como fue Jordi Pujol, pero que Lobato quiera presumir de ser un político como se debiera no se compadece con lo que ha hecho, y apenas con lo que dice a nada que se lea su comunicado con un poco de calma. Ser bienqueda está muy bien, pero en el sanchismo se reserva esa cualidad para el sumo sacerdote y su colegio cardenalicio y siempre hasta cierto punto, que se lo digan a Ábalos.
Entre nosotros, todo sucede de modo tumultuoso y las imágenes y los sentimientos avasallan sistemáticamente el espacio de reflexión en el que podrían imponerse algunas ideas inteligentes, pero todo queda sometido al imperio del griterío, la sobreactuación y la torpeza. Hemos sufrido una tragedia horrorosa en Valencia y Sánchez se pone un diez en conducta, ni siquiera se ha parado a pensar en lo que habría que hacer ya para que esto no se repita más pronto que tarde. Él está combatiendo el cambio climático y no puede consentir que personajes tibios como Lobato crean que la política es algo distinto a obedecerle.
José Luis González Quirós es filósofo y analista político. Su último libro es 'La virtud de la política' (Unión Editorial)