López Raimundo y Comorera

La del PSUC es una historia colectiva de miles y miles de hombres y mujeres que no se detuvieron hasta que la dictadura terminó. Pero si hemos de poner nombres, la lista empieza por Joan Comorera y por Gregorio López Raimundo. El azar ha hecho que el acto de recuerdo a López Raimundo, el próximo martes, 12 de febrero, en el Palau de la Música Catalana, coincida con el año del 50° aniversario de la muerte de Comorera en el penal de Burgos. Comorera y López Raimundo tuvieron aciertos y errores como dirigentes, pero fueron un ejemplo como militantes comunistas, como luchadores por la libertad en la guerra contra el fascismo y contra la dictadura franquista.

En aquellos años 40 y 50, cuando la derrota republicana y el exilio tenían la continuidad de la feroz represión de la dictadura, hacía falta una gran convicción moral y política para seguir en la lucha desde la propia Barcelona. Eran, también, tiempos de desconfianza y de miedos dentro de los propios círculos de la oposición democrática. Y de miserias fratricidas, que vistas desde la comodidad de hoy nos parecen inverosímiles. Comorera y López Raimundo casi coincidieron como presos políticos.

El primero fue detenido cuando el segundo hacía pocos días que había sido expulsado de España hacia México, con un pasaporte "válido para un solo viaje y no renovable". Era en junio del año 1954. Gregorio López Raimundo había sido detenido y torturado en julio de 1951, pocos meses después del regreso de Comorera a Catalunya. Una coincidencia que a ojos de las direcciones del PCE y del PSUC en París contraponía al héroe y al traidor. López Raimundo era la figura emergente del nuevo PSUC; Comorera fue acusado de querer hacerse con el control de una organización que le había expulsado y de algunas cosas más. Entonces las discrepancias se resolvían con métodos bien expeditivos que no toca explicar aquí. No obstante, lo cierto es que los dos principales militantes de la historia del PSUC estaban enfrentados a pesar de ellos mismos, cuando tocaba ir codo a codo, porque la unión hace la fuerza. El partido más unitario del antifranquismo no ha sabido practicar la unión interna ni retener sus secretarios generales. Tanto Comorera como López Raimundo coincidieron al final de sus vidas en quedar fuera del PSUC, aunque pensasen el uno y el otro que el suyo era el verdadero PSUC.

Dos secretarios generales que dirigieron este partido en sus épocas más influyentes, abiertas y unitarias. El PSUC de la guerra supo ser el partido plural, que recogió el sentir de todos los antifascistas que anteponían el objetivo de ganar la guerra por encima de todo. Y el PSUC de la resistencia democrática y nacional supo impulsar una respuesta unitaria, reunida en la Assemblea de Catalunya en los primeros años 70. No obstante, Comorera y López Raimundo tenían una manera bien distinta de ejercer la secretaría general. Comorera tenía un estilo político muy personalista. No aceptó que la dirección del PCE mandara sobre el PSUC (y sobre él mismo) y perdió. López Raimundo, elegido secretario general en el segundo congreso, en 1965, era antes que todo un militante, un activista machadiano, que sabe que no hay camino sino que el camino se hace. Asumía que Santiago Carrillo dictaba la política, pero también pensaba que quien la hacía en el interior era realmente quien acababa decidiendo. No tenía afán de protagonismo, prefería la dirección colegiada y comprendía que el partido era un colectivo donde todos los militantes eran imprescindibles. Cada uno se espabilaba en el puesto de trabajo, en los centros de enseñanza, en los hospitales, en las universidades, en los barrios, en el mundo de la cultura y de las artes. Así fue como el PSUC se hizo un partido inmerso en el tejido social, influyente en las instituciones y dentro de la oposición democrática, tal como ha explicado Carme Cebrián en Estimat PSUC.

En verdad, López Raimundo se sentía más el dirigente de la resistencias que el nuevo líder comunista en la democracia, como si su nombre fuese intercambiable con todos los demás nombres de hombres y mujeres del PSUC en la larga lucha antifranquista. Quizá en este punto reside el sentido de la canción de Raimon, como un homenaje a una historia colectiva expresada en una imagen, la del primer militante comunista. Con el relevo de López Raimundo por El Guti en la secretaría general empezaba una nueva época en la que el PSUC no supo estar ni conducir sin insalvables rupturas internas. Pero todas las sombras de la historia del Partit Socialista Unificat de Catalunya no reducen su sobresaliente acción contra la dictadura. Ha sido realmente más que un partido.

En el 70° aniversario, celebrado en la plaza del Pi en julio del 2006, después de que Josep Fontana analizase la doble vertiente de un partido con militancia desprendida y solidaria, pero maltratado al mismo tiempo por los dirigentes, a López Raimundo le salió con sabiduría el siguiente comentario: "Acepto como dirigente la crítica recibida, pero también me he sentido reconocido como militante". No te olvidaremos, Gregorio. Sería como olvidar que queda todo un mundo por hacer. El mundo va a cambiar de base. El género humano es La Internacional.

Miquel Caminal, profesor de Teoría Política de la UB.