Los 15 mejores libros sobre la Guerra Civil que serían "revisionistas" según el PSOE

Los 15 mejores libros sobre la Guerra Civil que serían "revisionistas" según el PSOE

1. En defensa de España (Stanley G. Payne, 2017)

Un diario populista calificó hace cinco años al estadounidense Stanley G. Payne como "el historiador que justifica el golpe de Franco y al que Defensa promociona".

Por supuesto, Payne, Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y doctor honoris causa por la Universidad Rey Juan Carlos, no justifica en absoluto el golpe de Franco. Pero sí es el autor de una de las obras historiográficas sobre la Guerra Civil española más rigurosas y libres de prejuicios que pueden encontrarse ahí fuera.

Valdría cualquier libro de él (La Guerra Civil española, El colapso de la República, ¿Por qué la República perdió la guerra?) pero este, subtitulado Desmontando mitos y leyendas negras, vale como perfecto resumen del mensaje de su obra.

2. Madrid de corte a checa (Agustín de Foxá, 1938)

Como dice Arturo Pérez-Reverte, Madrid de corte a checa es el libro que refleja la óptica nacional de la Guerra Civil española (y de sus prolegómenos).

En él, una de las grandes novelas españolas del siglo XX, Foxá escribe sobre el Madrid revolucionario cosas como "ya no caían, sólo, los falangistas, los sacerdotes, los militares, los aristócratas. Ya la ola de sangre llegaba hasta los burgueses pacíficos, a los empleadillos de treinta duros y a los obreros no sindicados. Se fusilaba por todo, por ser de Navarra, por tener cara de fascista, por simple antipatía". 

3. A sangre y fuego (Manuel Chaves Nogales, 1937)

El reverso republicano de Madrid de corte a checa. A sangre y fuego es una recopilación de nueve cuentos basados en hechos reales (la reciente edición de Libros del Asteroide incluye, además, dos inéditos).

Su prólogo, de apenas ocho páginas, es EL texto por excelencia que debería leer todo escolar español antes de sumergirse en esa ciénaga de propaganda sectaria que son los relatos interesados de la Guerra Civil que en España pasan por relato oficial de ambos bandos.

4. El terror rojo (Julius Ruiz, 2012)

Escrito en buena parte a partir de material inédito y obra del hispanista escocés Julius Ruiz, El terror rojo es la historia de la represión republicana en el Madrid de la Guerra Civil.

El terror rojo cuenta además con una segunda parte oficiosa, Paracuellos, una verdad incómoda, que se centra en uno de los episodios más atroces de la contienda, el de la matanza de Paracuellos del Jarama. En este segundo libro, Ruiz defiende la idea de que la matanza no fue ideada por Santiago Carrillo (al que califica de "facilitador, no arquitecto" de la carnicería) sino por el propio Gobierno de la República.

5. El abrazo de los muertos (José de Arteche, 1970)

José de Arteche fue, durante la República, miembro del PNV, y llegó a ser secretario del Gipuzku Buru Batzar (la ejecutiva guipuzcoana del partido). Cuando estalló la guerra, huyó con su familia al pueblo de Azpeitia. Allí, los franquistas le ofrecieron una disyuntiva: o fusilamiento o ir a la guerra contra la República. Eligió, lógicamente, lo segundo. Tenía mujer e hijos.

Su libro, escrito en forma (aproximada) de diario, es uno de los mejores relatos pegados al terreno de la Guerra Civil. Arteche escribe ecuánime y libre de ideología, y relata crueldades de ambos bandos. Fue valiente porque lo publicó todavía en el franquismo, pero para él fue una liberación personal.

El libro recoge con igual solidaridad los crímenes que él vio en el bando nacional, pero también en el otro bando. Por ejemplo, el del falangista Feliu, fusilado hasta tres veces y al que sacaron del hospital para rematarlo.

En su caso, la ecuanimidad venía sobre todo de su catolicismo. Arteche fue uno de los intelectuales católicos más potentes del siglo pasado y publicó biografías de vascos ilustres como Ignacio de Loyola o San Francisco Javier.

6. La revolución española vista por una republicana (Clara Campoamor, 1937)

La historia de este libro, un retrato de los primeros meses de la contienda desde el punto de vista de una republicana icónica, es el mejor ejemplo posible del sectarismo con el que se ha abordado tradicionalmente el relato de la Guerra Civil en nuestro país.

Porque Clara Campoamor escribió el libro de forma honesta y sin darse cuenta de que el bando republicano, el suyo, no sale precisamente bien parado de él (tampoco sale bien parado, obviamente, el Nacional, pero eso se da por supuesto). Campoamor ordenó a la editorial retirar el libro para no perjudicar la memoria de la República y este permaneció inédito en español hasta 2005.

Cualquiera que lo lea entenderá por qué suele ser obviado en determinados ambientes cuando se habla de su autora, a pesar de tratarse de su obra más relevante e ilustrativa.

7. 1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular (Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García, 2017)

Uno de esos libros que ha cargado con el sambenito de "revisionista" y que ilustran a la perfección la diferencia entre historia y memoria histórica, esta última oficial, ideológica y casi tan alejada de la primera como una serie de Netflix.

Con su libro, estos dos profesores de la universidad Rey Juan Carlos han intentado "cambiar nuestra perspectiva de las elecciones de febrero de 1936, que dieron la victoria al Frente Popular, describiendo y demostrando la existencia de fraude electoral y el ambiente de extrema violencia que imperó en los meses anteriores y posteriores".

En una entrevista en EL ESPAÑOL, los autores afinaron el argumento diciendo que las elecciones que dieron la victoria al Frente Popular en 1936 no fueron un "pucherazo", sino más bien "un fraude localizado".

8. Mi fe se perdió en Moscú (Enrique Castro Delgado, 1950)

Enrique Castro Delgado (1907-1965) fue un obrero metalúrgico madrileño que se afilió al comunismo a los 18 años. Durante la Guerra Civil, fue uno de los muchos responsables de la represión republicana en Madrid. En 1939 se exilió en la Unión Soviética, donde perdió la fe en el comunismo.

Vivir en primera persona lo que se escondía detrás de la utopía revolucionaria le llevó a escribir este libro, un retrato del fracaso histórico del socialismo con valor doble por el hecho de ser obra de alguien que se manchó las manos de sangre ajena en defensa de ese ideal totalitario.

Sobre esa época de su vida, Castro Delgado escribió un segundo libro, Hombres made in Moscú (1960), que se lee como la confesión arrepentida de un asesino que reconoce sus crímenes y lo inhumano de la ideología que le llevó a cometerlos.

9. Guerra y vicisitudes de los españoles (Julián Zugazagoitia, 1940)

El último libro de uno de los periodistas que con mayor ecuanimidad escribió acerca de la Guerra Civil española. Zugazagoitia fue ministro de Negrín tras la caída del Gobierno de Largo Caballero. Al igual que Indalecio Prieto, se opuso a la entrada de los comunistas en el Gobierno.

Conocida es su defensa de los prisioneros de guerra del bando nacional, para los que pedía un trato justo, y su condena de los asesinatos en la cárcel Modelo. Como ministro, intentó salvar las vidas de muchos falangistas presos de la República, entre ellas la del escritor Wenceslao Fernández Flórez.

Fusilado por el franquismo, Zugazagoitia hace en este libro un sobrio retrato de la contienda, desde el alzamiento del 18 de julio de 1936 hasta la caída de Madrid y la derrota final de la República. Si por algo es importante su obra es porque, como testigo de primera mano de los hechos, Zugazagoitia defiende siempre la reconciliación entre ambos bandos como única vía de salida posible del conflicto.

10. La Guerra Civil: ¿cómo pudo ocurrir? (Julián Marías, 1980)

Un ensayo breve, publicado primero en un libro colectivo comisariado por Hugh Thomas, La Guerra Civil española, y luego en el libro España inteligible. Razón histórica de las Españas. 

El ensayo, tan ecuánime que fue despreciado tanto por los hunos como por los hotros, se resume a la perfección con una frase del propio Julián Marías, padre por cierto del escritor Javier Marías: "Los justamente vencidos, los injustamente vencedores". Su tesis principal, que contradice a la de algunos de los historiadores incluidos en esta lista, es que la guerra no fue inevitable.

Entre sus afirmaciones más polémicas, esta: "Fue la insurrección del Partido Socialista en octubre de 1934, aprovechada por los catalanistas, la que llevó a la destrucción de una democracia eficaz y del concepto mismo de autonomía regional. Se negó entonces la validez del sufragio, la Constitución y el Estatuto de Cataluña (parte de la estructura jurídica de la República española), todo en una pieza. La democracia quedó herida de muerte".

11. Celia en la revolución (Elena Fortún, 1943)

El libro más buscado por los coleccionistas de la saga de Celia (el que faltaba entre Celia, madrecita y Celia, institutriz) retrata el horror del Madrid republicano visto por los ojos de una adolescente.

No hace falta mucha perspicacia para deducir, tras la lectura de las primeras páginas de la novela, que esta no es más que el retrato autobiográfico de la propia autora. Una Fortún que describe los hechos tal como fueron, sin maquillaje ni propaganda ni ideología. Algo que, por supuesto, sólo pudo hacer poniéndolo en boca del testigo más imparcial posible: una adolescente todavía no contaminada por el fanatismo de falangistas y republicanos.

Esto no es, en fin, literatura infantil, sino pura historia. Y, como dice el mismo Andrés Trapiello, autor de su prólogo, una de las grandes novelas de la Guerra Civil española.

12. Homenaje a Cataluña (George Orwell, 1938)

Clásico entre los clásicos del republicanismo, pero sólo hasta que empezó a ser leído por aquellos que lo elevaban a los altares sin haber entendido la carga de profundidad que George Orwell dirigió al corazón de la revolución socialista. Léase como el prólogo de Rebelión en la granja y de 1984. Sin su experiencia como miliciano del POUM entre 1936 y 1937, Orwell no habría escrito ambas novelas.

13. Palabras como puños (libro colectivo comisariado por Fernando del Rey, 2011)

Uno de los libros relativos a la Guerra Civil de los que más se ha hablado durante los últimos años, probablemente porque no comulga con el suficiente entusiasmo con ese mito de la República como un régimen casi paradisiaco, apenas afeado por algún que otro brote de violencia que habría debido ser tolerado con un poco de paciencia por la derecha.

Si alguna conclusión cabe extraer de su lectura es que el clima generalizado de violencia de los años previos al estallido de la Guerra Civil no fueron más que la consecuencia de la incapacidad de la República (y de sus oponentes) para afianzar un régimen democrático en el que cupieran todos los españoles y no sólo la mitad de ellos.

14. A ras de suelo. Historia social de la República durante la Guerra Civil (Michael Seidman, 2003)

Calificada por Stanley G. Payne como "la investigación más original de la Guerra Civil española que nunca he visto. No hay nada igual en ninguna lengua", A ras de suelo, del historiador e hispanista estadounidense Michael Seidman, es un retrato de la Guerra Civil desde el punto de vista del español corriente, el mayoritario, el que no se adscribía a ningún bando:

"Esta actitud [la de la picaresca para poder sobrevivir] dio lugar a una sensación de escepticismo, oportunismo y finalmente de cinismo que fue creciendo a lo largo de la guerra. En algunos lugares, como Barcelona, por ejemplo, centenares de personas se estaban muriendo literalmente de hambre. Los obreros no podían ir a trabajar. En cambio, los nacionales tenían la gran ventaja de disponer de comida".

15. Línea de fuego (Arturo Pérez-Reverte, 2020)

Una (gigantesca, 700 páginas) novela sobre la batalla del Ebro, la más cruenta de la Guerra Civil española. O, más concretamente, sobre uno de los episodios de la batalla del Ebro.

Excepcionalmente bien documentada (hasta el límite de lo académico), aunque demasiado arquetípica a veces en la descripción de sus personajes, la novela huye de posicionamientos ideológicos para concluir en un mensaje que no sonará novedoso a los oídos de los que conozcan a su autor: en una guerra no hay bandos, sólo un mismo horror con diferentes banderas.

Por supuesto, Pérez-Reverte, que si algo conoce es el país en el que vive, sabía la que se avecinaba cuando la escribió: "Sé que por la extrema izquierda y la extrema derecha voy a tener críticas y me genera un retorcido placer. Hay quienes utilizan la Guerra Civil como arma ideológica irresponsablemente y si a estas personas les molesta, me hará feliz".

Por Cristian Campos y Daniel Ramírez.


Nota: gracias al historiador Guillermo Gortázar, a los periodistas Rafa Latorre y Pedro del Corral, y al profesor y columnista David Jiménez Torres por sus sugerencias para el artículo. 

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