Los 6 desafíos globales de 2021 más allá de la Covid-19

En el especial El Mundo en 2021 de la revista The Economist, el secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, señala que los principales desafíos a nivel global el próximo año serán la respuesta a la pandemia de la Covid-19 y el cambio climático.

No obstante, más allá de estos desafíos –sobre todo, más allá de la pandemia–, los países occidentales enfrentan, ahora y en los años venideros, otros grandes retos.

Son muchos, de índole económica, social y política, y están ya encima de todos nosotros. Si la pandemia fue inesperada y cogió a todas las naciones desprevenidas, para estos desafíos tampoco parece haber planes de contingencia.

1. Robotización

Estos días ha causado furor en las redes sociales un vídeo de la empresa Boston Dynamics en el que unos robots, como si fueran personas, bailan la canción Do you love me? El vídeo llega tarde, Boston Dynamics lleva años publicando vídeos similares.

Pero unos robots bailando, o subiendo una pila de cajas con destreza humana, no son el verdadero desafío. La cuestión no es el advenimiento de un Skynet (trending topic tras la viralización del vídeo) que declare una guerra contra la Humanidad.

En 2017, el software de deep learning legal Case Cruncher Alpha ganó a un equipo de 112 abogados

Tras la revolución industrial, las máquinas sustituyeron a los humanos en trabajos mecánicos y de fuerza, pero las predicciones apocalípticas de los luditas no se cumplieron. Sin embargo, todos los sectores están siendo inundados actualmente por robots y códigos informáticos.

Hoy, las máquinas pueden realizar tareas intelectuales y complejas, incluso artísticas. En 2019, un algoritmo terminó la sinfonía inacabada de Schubert. En 2017, el software de deep learning legal Case Cruncher Alpha ganó a un equipo de 112 abogados.

Qué decir de la robotización de la medicina. Hasta 2030, debido a la automatización, desaparecerán entre 75 y 375 millones de empleos, de acuerdo con el informe Jobs lost, Jobs gained: Workforce Transitions in a Time of Automation publicado por la consultora McKinsey a finales de 2017. Lo avisó el gurú Yuval Noah Harari: "Trabajadores, los algoritmos van a por vosotros".

Gari Kaspárov, otra figura relevante que conoce bien este desafío porque lo enfrentó, advierte: "No podemos meter al genio de la Inteligencia Artificial en la lámpara, aprenderemos a vivir con él".

Quizás nos aborda un miedo paralizante y por eso no vemos en el horizonte ninguna gran estrategia para enfrentar semejante cambio tectónico. En cualquier caso, nos queda ser optimistas y acogernos a las teorías del profesor de economía del New College of Florida Mark Paul, quien en su informe Don’t Fear the Robots: Why Automation Doesn’t Mean the End of Work señala que durante la historia todos los avances tecnológicos han incrementado el bienestar y la productividad de los seres humanos.

2. China, China y China

A tenor de todos los indicadores, para 2030, si no antes, China será la primera potencia económica mundial. Por tanto, su modelo ACGT (Autoritarismo, Consumismo, Ambiciones Globales y Tecnología, por sus siglas en inglés) acuñado por Rana Mitter, de la Universidad de Oxford, se expande allí donde Pekín genera influencia. Desde Asia hasta África pasando por Oriente Medio, Europa y América latina.

La nueva Ruta de la seda, el lawfare o la compra de deuda extranjera son estrategias bien diseñadas del gobierno chino para llegar al podio de la escena internacional. La forma totalitaria del capitalismo de Estado chino y de la economía del comportamiento pueden suponer una alternativa para democracias débiles hastiadas de crisis económicas y sociales.

Además, puede que en nuestro día a día no se note, pero el sistema internacional liderado por los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial tiene visos de tocar a su fin o de evolucionar hacia algo nuevo y desconocido, y China está en el centro de todo. Los cambios en el poder global no suelen ser pacíficos y la China de Xi Jinping como primera potencia mundial no se antoja acogedora.

En China se originó la pandemia y, a pesar de ello, es el único país que ha visto crecer su PIB este 2020.

3. Invierno demográfico

La tasa de fecundidad de la Unión Europea es de 1,55 hijos por mujer. La de España, 1,26 hijos por mujer, la más baja de la Unión Europea después de Malta. El reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer) queda lejos y las sociedades se marchitan. Una población envejecida y sin nuevas generaciones que la reemplacen puede tener consecuencias devastadoras para una sociedad.

Estos son los posibles resultados de un invierno demográfico: colapso del sistema del bienestar, descenso vertiginoso del PIB, caída de la inversión…

En este sentido, Alejandro Macarrón Larumbe lleva años detallando, en libros y artículos, los posibles resultados de un invierno demográfico: colapso del sistema del bienestar, descenso vertiginoso del PIB, caída de la inversión, aparición de nuevas enfermedades, desaparición de pueblos y ciudades, etcétera.

Macarrón se circunscribe a España, pero sus estimaciones son extrapolables a todos los países desarrollados. El informe Why Population Aging Matters elaborado por los Departamentos de Estado y de Salud de los Estados Unidos, publicado en 2007, ya hizo saltar algunas alarmas.

4. Inmigración masiva

La pandemia ha reducido, por razones obvias, los grandes flujos migratorios hacia Europa. Aunque recientemente hemos tenido un revival en Canarias, no estamos en 2015.

Para saber lo que pasó en los últimos años desde esa gran crisis de 2015, una buena fuente de documentación es el libro La extraña muerte de Europa de Douglas Murray. La absorción de millones de personas y su integración económica, social y cultural no son fáciles, ni rápidas, ni baratas. Tampoco se han llevado a cabo en los últimos veinte años las medidas adecuadas para paliar semejante problema. Este desafío suele plantearse como solución para el desafío anterior (el reemplazo generacional).

Durante esos duros meses de 2015, Erika Feller, de la Universidad de Melbourne (y exACNUR) apuntó asimismo que este desafío ponía a prueba la resistencia de los sistemas democráticos. Y tenía razón.

La cuestión es de dimensiones millonarias. ACNUR cifra en 80 millones las personas necesitadas de protección en todo el mundo: 26,3 millones de refugiados, 4,2 millones peticionarios de asilo y 45,7 millones de desplazados.

5. Falta de privacidad

¿Tienen ya un robot parlante en casa? ¿Se han leído alguna vez la política de privacidad de una aplicación antes de pulsar el botón de acepto? ¿Creen que Google proporciona servicios de email, calendario, geolocalización, almacenamiento, contactos, finanzas y noticias sin obtener nada a cambio? ¿Cuál fue la razón de la polémica entrada de TikTok en los Estados Unidos el pasado mes de septiembre? ¿Por qué se resisten muchos gobiernos occidentales a que Huawei instale la red 5G en sus territorios?

El nuevo petróleo del siglo XXI son los datos personales. Cojan las cinco empresas más valoradas en bolsa de hace veinte años y compárenlas con las cinco más valoradas ahora.

Los datos personales están hoy en manos de empresas que nos prestan servicios y productos que facilitan nuestra vida, y bien lo hemos podido comprobar en la pandemia. Pero, ¿y si en un futuro caen en manos de fuerzas totalitarias? La película Capitán América: El Soldado de Invierno fantasea, por ejemplo, con la posibilidad de una tecnología así en manos de fuerzas totalitarias.

El inmenso poder económico de las grandes tecnológicas las convierten en grandes poderes que no están sujetos a los mismos contrapesos de los poderes tradicionales

¿Y si estas compañías utilizan esos datos para manipularnos? Es legítimo preguntárselo y no parecer un chiflado con gorro de papel de aluminio en la cabeza.

También se lo preguntan Francis Fukuyama (sí, el que se equivocó con su tesis acerca del fin de la Historia), Barak Richman (de la Universidad de Duke) y Ashish Goel (de la Universidad de Stanford) en su artículo Cómo salvar a la democracia de la tecnología.

El poder de las tecnológicas está tensionando las instituciones democráticas de Occidente. Su acumulación masiva de metadatos de los usuarios, su capacidad para ser los principales altavoces de la comunicación política y su inmenso poder económico las convierte en grandes poderes que no están sujetos a los mismos contrapesos de los poderes tradicionales.

6. Deudas públicas inflamables

A fecha de hoy, a cada ciudadano español le corresponden 25.004 euros (y subiendo) de deuda pública. La deuda española, en septiembre de 2020, asciendía a un 114,1 % del PIB. Portugal, en la misma fecha, tenía una deuda pública del 130,8 % de su PIB e Italia, del 155,7%. En Estados Unidos, cada americano debe 69.000 dólares (una deuda pública del 98% del PIB).

Estas enormes cantidades monetarias no dejan de crecer en todo Occidente. Más aún después de los paquetes de estímulos y ayudas para paliar los efectos de la pandemia.

Si aún no han quebrado países con tanta deuda es gracias a Richard Nixon, que el 15 de agosto de 1971 acabó con el sistema de patrón oro. Desde entonces, todo es confianza. Los tenedores de deuda nos siguen prestando dinero porque confían en que se lo devolveremos.

¿Y cuándo dejen de confiar y decidan ejecutar las deudas? Los ejemplos de Argentina o Grecia deberían ser bastante revulsivo para los políticos, aunque estos cierran los ojos y le dan al botón del gasto público de forma compulsiva.

Elías Cohen es abogado y profesor de Relaciones Internaciones en la Universidad Francisco de Vitoria.

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