Los amigos occidentales de Gadafi

Con el régimen del coronel Muamar El Gadafi en ruinas y el propio Gadafi fugado, ha llegado el momento de examinar exactamente por qué sobrevivió en el poder durante tanto tiempo. Parece que la avidez de mercados y dinero acabó con la supuesta preocupación de Occidente por los derechos humanos básicos.

Los países occidentales más importantes transigieron con Libia durante decenios. Al fin y al cabo, Gadafi sobrevivió a la incursión punitiva con la que el Presidente Ronald Reagan bombardeó en 1986 su residencia sólo porque el ex Primer Ministro italiano Bettino Craxi y el ex Primer Ministro maltés Karmenu Mifsud Bonnici lo previnieron.

Naturalmente, Craxi pudo acogerse más adelante a la protección de otro dictador árabe recientemente caído, Zine Al Abidine Ben Ali, cuando huyó de Italia para escapar a la cárcel en 1992. Por su parte, Bonnici siguió consolidando sus lazos con el dictador libio hasta el final, mediante su participación en el –¡agárrense!– Premio Gadafi de Derechos Humanos,

También la “rehabilitación” internacional de Gadafi en los años inmediatamente anteriores a la “primavera árabe” rebosó de sordidez moral. Según muchos observadores, el papel del Primer Ministro británico Tony Blair en el lanzamiento de ese proceso en 2004 estuvo motivado, casi desde el principio, por el deseo de hacer negocios con su régimen.

Y no era sólo petróleo lo que estaba en juego. Según una crónica de la Associated Press, en la que se citan estadísticas del Foreign Office, Libia compró al Reino Unido “equipo militar y paramilitar por valor de unos 40 millones de libras (55 millones de dólares) en el año acabado el 30 de septiembre de 2010”. En la lista de la compra de Gadafi figuraban “fusiles con mira telescópìca, vehículos blindados, munición para el control de multitudes y gas lacrimógeno”. No cabe duda de que ese armamento ha resultado muy útil en los seis últimos meses.

Según la misma crónica de la AP, “el gobierno de Bush aprobó la venta a Libia de material por valor de tres millones de dólares en 2006 y de 5,3 millones de dólares en 2007. En 2008, se permitió a Libia importar armamento de los Estados Unidos por valor de 46 millones de dólares. Entre las mercancías aprobadas figuraban casi 400 cargamentos de material explosivo e incendiario, 25.000 piezas de repuesto para aviones, 56.000 componentes electrónicos militares y casi 1.000 artículos de equipo óptico y otras clases de equipo de dirección para armas”.

Tampoco Alemania fue inmune a la tentación. En 2004, el entonces Canciller Gerhard Schroeder inauguró un pozo petrolífero gestionado por la empresa alemana Winterstall en el Magreb libio. Para no ser menos, el Presidente francés, Nicolas Sarkozy, se apresuró a visitar Libia en 2008 para vender a Gadafi tecnología nuclear.

Italia importa el 60 por ciento de su petróleo y el 40 por ciento de su gas natural de Libia y, poco después de que el Primer Ministro Silvio Berlusconi fuera reelegido en 2008, prometió pagar al régimen de Gadafi 250 millones de euros anuales durante veinte años a cambio de la aceptación por parte de Libia de todos los refugiados norteafricanos que buscaran asilo político en Italia.

Parece que el nombre de Berlusconi nunca deja de aparecer cuando de lucrativas transacciones comerciales con Libia se trata. De hecho, Berlusconi y Gadafi han compartido intereses comerciales personales desde 2009, cuando Lafitrade, una empresa familiar de Gadafi, tomó una participación del diez por ciento en Quinta Communications, productora cinematográfica de la que la enpresa Fininvest de Berlusconi posee el 22 por ciento de las acciones.

El caso de la pequeña Malta, a unos doscientos kilómetros de las costas de Libia, podría ser simplemente la punta de un iceberg de complicidad mucho mayor. El Gobierno maltés acaba de revelar que ha congelado activos del Gobierno de Libia por valor de 377 millones de euros, de los cuales 86 pertenecían a la familia de Gadafi o a entidades en la que ésta tiene una participación mayoritaria.

¿Dónde se ha invertido todo ese dinero? ¿Sólo en bancos malteses o hay algunos intereses comerciales también involucrados? ¿Y quiénes son los socios malteses? ¿Hay políticos involucrados?

Esas preguntas tienen importancia porque las entidades libias en Malta solían ofrecer “ayuda” a políticos malteses a cambio de que promocionaran la imagen de Gadafi. El pasado 28 de agosto, el periódico procristianodemócrata Il-Mument reveló documentación de la CIA sobre la financiación directa por parte del régimen de Gadafi de actividades organizadas por el Partido Laborista de Malta durante la cumbre Bush-Gorbachev celebrada en Malta en 1989.

El ex tesorero del Partido Laborista Joe Sammut es quien aparece citado con más frecuencia por su conexión con Gadafi. Según The New York Post, Sammut manejó centenares de miles de dólares en nombre de Mutassim Gadafi, hijo del coronel y ex jefe de seguridad. Se dice que Sammut intervino en la organización de fiestas en las que participaron Snoop Dog, Nelly Furtado y Enrique Iglesias, entre otros, para diversión de los hijos de Gadafi.

Y no son sólo políticos del Partido Laborista de Malta los que han tenido supuestamente conexiones con el clan Gadafi. El actual Comisario maltés de la Unión Europea, John Dalli, ex diputado cristianodemócrata y ministro del Gobierno, ha reconocido francamente que había “establecido una potente red en los niveles político y ejecutivo” de Libia.

Gadafi y su familia han estado repartiendo dinero por toda Europa durante años, comprando influencia y logrando que los gobiernos hicieran la vista gorda ante las violaciones de los derechos humanos por parte del régimen. Es de esperar que algún día el Tribunal Penal Internacional de La Haya juzgue a Gadafi, su familia y sus subordinados, pero también habríamos de esperar que el nuevo gobierno de Libia revelara los vínculos entre políticos occidentales y el régimen de Gadafi. En ese momento el tribunal de la opinión pública, como mínimo, podrá emitir sentencia sobre sus acciones.

Por Arnold Cassola, ex Secretario General del Partido Verde Europeo y diputado al Parlamento de Italia. Traducido del inglés por Carlos Manzano.

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