Los asfixiados servicios de Asia

En los últimos años, la crisis de la zona del euro ha predominado en los debates entre las autoridades, pero la desaceleración económica de los dos gigantes de Asia –la Republica Popular China (RPC) y la India– han llegado a ser un motivo de preocupación pública cada vez mayor. ¿Cuánto debe preocuparnos un nuevo lastre en la economía mundial?

Después de años de crecimiento del PIB de dos cifras, la economía de la RPC está desacelerándose. En el Banco Asiático de Desarrollo, prevemos que su crecimiento se aminorará hasta el 7,7 por ciento este año, frente al 9,3 por ciento en 2011. La población de la RPC está envejeciendo, los salarios reales están subiendo y el crecimiento se está moderando hasta tasas más sostenibles.

También la India tiene un enorme potencial para crecer rápidamente y cosechar un dividendo demográfico, pero ha estado esforzándose por hacer una reforma estructural. Esperamos que la expansión de la India se aminore hasta el 5,6 por ciento en 2012, frente al 6,5 por ciento en el año pasado.

La débil demanda exterior es la causante en parte de la reducción del crecimiento, pero factores internos –a saber, una inversión en disminución y un estancamiento del consumo– están frenando también la expansión económica. La de mantener el crecimiento en plena desaceleración mundial es una tarea ingente y requiere un replanteamiento del futuro de la “fábrica Asia”.

El auge de Asia fue impulsado en gran medida por los vínculos manufactureros intrarregionales: los productos y piezas intermedios se obtenían dentro de Asia con miras a su montaje en productos finales exportados a economías avanzadas, pero, con el endurecimiento presupuestario en todo el mundo, se espera que la demanda de exportaciones de Asia siga flaqueando. Entonces, ¿adónde debe mirar Asia para encontrar otra fuente de crecimiento?

La modernización del sector de servicios –por ejemplo, operaciones de gestión comercial, turismo y atención de salud– podría desempeñar un papel decisivo en el futuro crecimiento de la región. El sector de servicios de Asia ya es considerable y hace una contribución importante al crecimiento y al empleo. Los servicios representaron casi la mitad del PIB del Asia en desarrollo en 2010, dos tercios del crecimiento de la India de 2000 a 2010 y el 43 por ciento del crecimiento en la RPC, orientada a la manufactura, en el mismo período. Además, los trabajadores de los servicios comprenden más de una tercera parte del empleo total del Asia en desarrollo.

Si esos países siguen la misma senda recorrida por las economías avanzadas, el predominio de la agricultura cederá el paso a la industria, que, a su vez, será substituida por los servicios, con lo que intensificará aún más su papel. No cabe duda de que hay margen para el crecimiento: la proporción de la industria en la producción del Asia en desarrollo superó la media de la OCDE en 2010 (el 41 por ciento frente al 24 por ciento), pero la proporción de los servicios sigue muy rezagada (el 48 por ciento frente al 75 por ciento).

Lograr que el sector de servicios de Asia sea más dinámico es esencial para el crecimiento futuro, pero en ese sector siguen predominando los servicios tradicionales, como, por ejemplo, los de restaurantes, taxis y peluquerías. Los servicios modernos –como, por ejemplo, la tecnología de la conectividad en la red Internet o los servicios financieros, jurídicos y otros servicios profesionales para empresas– representan menos del diez por ciento de la economía de servicios de Asia, muy por debajo del 20-25 por ciento en las economías avanzadas.

Si bien las industrias de servicios tradicionales pueden ofrecer puestos de trabajo, no producen grandes ingresos. La productividad laboral es también muy baja: en la mayoría de las economías de la región, la productividad del sector de servicios es inferior al 20 por ciento de la media de la OCDE. Incuso en Corea del Sur, la productividad laboral de la industria es el 118 por ciento de la cifra de la OCDE, pero sólo el 43 por ciento de la media de los servicios.

Un sector de servicios pujante podría tener grandes beneficios económicos. Las sinergias entre los servicios y la industria podrían mejorar la productividad total. Por ejemplo, los servicios de diseño industrial, comercialización y jurídicos podrían facilitar la inversión y la creación de nuevos productos manufacturados. El sector de servicios suele ser también más eficaz en materia de creación de empleo, en particular para las mujeres, con lo que apoya un crecimiento no excluyente.

El desarrollo del sector de servicios podría diversificar también la base productiva, con lo que intensificaría la capacidad de resistencia económica e impulsaría el crecimiento. Los servicios modernos están volviéndose cada vez más comercializables, al brindar nuevas oportunidades de exportación. La India y las Filipinas, por ejemplo, se han afianzado como avanzadas del mundo en la exportación de procesos de gestión comercial externalizados.

Con frecuencia se citan los desfases en materia de aptitudes y la falta de infraestructura como factores que obstaculizan el dinamismo del sector de servicios en Asia, pero los reglamentos onerosos son la barrera mayor. Una reglamentación excesiva que protege a las empresas ya establecidas y a otros intereses creados socava la competitividad de los mercados y limita las perspectivas para una productividad y una eficiencia mayores.

Por ejemplo, los mercados jurídicos están dominados por abogados ricos, las escuelas están controladas por sindicatos de maestros y el sector médico está influido por doctores poderosos, lo que tiene como consecuencia costos empresariales cuantiosos que también entorpecen el desarrollo industrial.

Muchas empresas de servicios de Asia son propiedad del sector público, por lo que los gobiernos tienen menos incentivo para desreglamentar los servicios, pero las mismas autoridades ya han abierto los sectores manufacturero y agrícola de sus economías en pro del bien común, aun a costa de grupos minoritarios como los agricultores y los trabajadores de las fábricas. Entonces, ¿por qué siguen manteniendo políticas que protegen a los grupos con intereses especiales que dominan el sector de servicios?

Muchos sostienen que los reglamentos protegen a pequeñas empresas nacionales contra una competencia excesiva de las grandes empresas extranjeras, pero la verdad es que los reglamentos son asfixiantes incluso para la competencia interna.

En la India, por ejemplo, se teme que los pequeños minoristas familiares resulten aplastados cuando Wal-Mart entre en el mercado en los próximos meses, pero las autoridades deben reconocer que hay formas de proteger a los pequeños minoristas sin asfixiar la competencia. El Gobierno puede imponer –pongamos por caso– reglamentos de zonificación, ayudar a los pequeños minoristas a encontrar nichos especializados en el mercado o impartir formación a los trabajadores desplazados. No se debe utilizar la supervivencia de los minoristas artesanales como excusa para introducir o mantener reglamentos para las empresas que en última instancia protejan a los ricos establecidos.

Las autoridades asiáticas deben recordar cómo desarrollaron con éxito su sector manufacturero: mediante la competencia. La misma lógica debe aplicarse a los servicios. La modernización del sector de servicios es una fruta madura para Asia, porque no se necesitan unas inversiones enormes y, sin embargo, la reforma del sector de servicios sigue sin estar al alcance de esa región, por falta de la voluntad política necesaria para desmantelar los intereses creados que la mantienen así.

Changyong Rhee is Chief Economist at the Asian Development Bank. Traducido del inglés por Carlos Manzano.

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