Los asuntos políticos de la volatilidad financiera

Hace veinte y cuatro años, en medio de una reñida campaña presidencial estadounidense, el jefe de campaña de Bill Clinton resumió de manera sucinta el mensaje de su candidato: “Es la economía, estúpido”. Hoy en día, mientras los inversores se esfuerzan por comprender lo que está impulsando la volatilidad extrema en los mercados financieros, hay una explicación igualmente concisa para lo que ocurre: Son los estúpidos asuntos políticos.

Las políticas de los bancos centrales se han desplazado desde una posición que brindaba apoyo a los mercados a una que potencialmente los desestabiliza. Ahora los mercados están recurriendo a la reforma estructural y la política fiscal para obtener ayuda. En este escenario, los actuales desplazamientos de precios deben ser vistos a través del espectro de la geopolítica. Y, ese no es un panorama agradable.

En ningún otro lugar esto se hace más evidente que en los mercados del petróleo, donde los precios se han derrumbado; en la actualidad el nivel de precios, tanto del Brent como del crudo, ronda los $30 dólares estadounidenses por barril. La extendida caída del precio del petróleo, y los consiguientes temores de deflación, se citan como factores importantes detrás de la agitación general en los mercados. En enero, la correlación entre los precios del petróleo crudo y el índice S&P 500 alcanzó el nivel más alto desde el año 1990.

Es cada vez más evidente que la dinámica de la oferta de petróleo, y no así una demanda decreciente, es el factor que explica la caída del precio desde un nivel de $110/barril a partir del verano de 2014. El desplazamiento hacia un precio competitivo que trajo consigo la ruptura del poder de monopolio de Arabia Saudita, junto con el deseo de la OPEP de contrarrestar la amenaza proveniente de la energía de esquisto de Estados Unidos, impulsaron el primer desplazamiento hacia la baja. Del mismo modo, el reciente levantamiento de las sanciones contra Irán, y el consiguiente aumento de la oferta mundial de petróleo, provocaron, en cuestión de días, una caída adicional en el precio del orden del 9%.

Estas dinámicas de la oferta son moldeadas por los asuntos políticos. Los titulares que cotidianamente se presentan en la prensa sobre posibles medidas coordinadas por parte de los principales países productores de petróleo alimentan la volatilidad del precio del petróleo y definen el apetito de riesgo a lo largo y ancho de los mercados financieros. No obstante, los asuntos políticos son tan confusos que parece que, en el mejor de los casos, la coordinación es un hecho improbable; el ministro de Petróleo de Irán recientemente caracterizó a un posible congelamiento de la producción de la OPEP como una “broma”. Las elecciones parlamentarias de Irán aumentan la incertidumbre.

Aparte de petróleo, la otra explicación para la agitación en los mercados de hoy en día es la desaceleración económica en China, misma que muchos inversores han citado como la razón para la caída de los precios de las acciones ocurrida este año. Sin embargo, se esperaba de manera generalizada que ocurra dicha desaceleración, misma que refleja la transición que atraviesa China entre un crecimiento impulsado por la inversión hacia uno impulsado por el consumo; y, la cifra de crecimiento del 6,8% registrada en China en el año 2015 se encontraba dentro de los pronósticos.

Los errores políticos auto-infligidos por los líderes políticos de China fueron el verdadero problema. Una intervención desacertada en los mercados de valores en julio de 2015, seguida de un ajuste del tipo de cambio mal comunicado en agosto, llevaron a que los inversores cuestionen la capacidad de los formuladores de políticas.

Estas preocupaciones han crecido desde el comienzo del año. La política de divisas sigue siendo confusa, mientras que los recientemente introducidos (y, casi inmediatamente retirados) disyuntores en la bolsa de valores han acelerado las caídas de los mercados, ya que los inversores tratan de vender acciones antes de que desaparezca la liquidez. Por otra parte, las compras realizadas por las instituciones financieras de propiedad estatal, junto con la prohibición a que grandes accionistas institucionales realicen ventas, no pueden permanecer como características permanentes si el mercado va a ser verdaderamente libre. Los cambios de liderazgo esperados – seis de los siete miembros del Comité Permanente del Politburó serán reemplazados en el transcurso de los próximos 18 meses – sólo exacerbarán la incertidumbre.

La labilidad de los asuntos políticos también está impulsando, cada vez con mayor fuerza, desenlaces en otros mercados emergentes. En Brasil, el gobierno lucha por equilibrar su agenda populista con precios más bajos para las materias primas, un crecimiento menguante y una inflación persistente. Además, un escándalo de corrupción ha paralizado la reforma. No es de extrañar que la bolsa de Brasil hubiese caído en un 28% desde mayo pasado.

Asimismo, en Rusia los asuntos políticos han agravado el shock de los precios negativos del petróleo. Las sanciones occidentales han contribuido a una trayectoria de crecimiento que ya se encontraba en desaceleración, y amenazan la capacidad que tiene Rusia para levantar capital mediante endeudamiento en los mercados mundiales. El rublo se ha desplomado en un 130% desde el inicio del año 2014, y en el 2015 el PIB se contrajo un 3,7%.

No obstante, Rusia se desempeña cuál si fuese la resplandeciente estrella del show en comparación con Venezuela, lugar donde el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha mirado desde arriba la desintegración total de la economía del país. De hecho, los analistas declaran que este país se encuentra más allá del “punto de no retorno”. Incluso India, un país relativamente dinámico, se encuentra dentro de una esforzada lucha, ya que su emocionante agenda de reformas está siendo desafiada por protestas sociales.

En Europa, la eficacia de las políticas monetarias del Banco Central Europeo se está desvaneciendo, mientras el escenario político se hace cada vez más frágil. En el Reino Unido, las encuestas muestran que el referéndum a celebrarse el 23 de julio sobre la continuidad de la adhesión a la Unión Europea tendrá resultados extremadamente apretados – una amenaza evidente para la estabilidad del mercado, reflejada en la inmediata venta de libras esterlinas.

Mientras tanto, la crisis migratoria amenaza al gobierno de Alemania; las divisiones se están profundizando dentro del partido de la canciller Ángela Merkel, mismo que está perdiendo apoyo popular. La decisión unilateral de Austria y nueve Estados balcánicos sobre bloquear el flujo de migrantes a través de sus fronteras ha alimentado la turbulencia política. La crisis de los migrantes tendrá ramificaciones de largo alcance, incluyendo la destrucción potencial de la zona Schengen.

En el sur de Europa, las recientes elecciones en España no arrojaron resultados concluyentes, y la ausencia de un gobierno estable podría descarrilar una recuperación económica que ganó fuerza en el año 2015. Mientras tanto, los rescates bancarios del gobierno italiano han alimentado la volatilidad, causando que los precios de las acciones de los principales bancos experimenten bajas extraordinarias de un día de duración. El daño a la reputación de fiabilidad del primer ministro Matteo Renzi ha provocado temores sobre una renovada agitación en el ámbito político.

Si se mira lo que pasa en Japón, se puede indicar que la fortaleza de las acciones bursátiles desde que el primer ministro, Shinzo Abe asumió el cargo se ha cimentado en su estrategia de “Abeconomía” de “tres flechas”: estímulo monetario, estímulo fiscal y reformas estructurales. El Banco de Japón ha lanzado una flecha, la expansión de la base monetaria a ¥80 millones de millones de yenes ($710 mil millones de dólares estadounidenses) y, más recientemente, la adopción de tasas de interés negativas. Sin embargo, el impulso se ha desvanecido considerablemente, ya que los inversores esperan que las reformas estructurales que son necesarias para una mejora sostenida en las bases de la economía y el mercado.

En EE.UU. la profunda frustración de los votantes ha impulsado tanto la apuesta de izquierda de Bernie Sanders en la carrera por obtener la nominación presidencial del Partido Demócrata, así como la campaña asombrosamente cáustica llevada a cabo por Donald Trump. Debido a que después de las primarias del “supermartes” en diez estados se amplió la ventaja de Trump con miras a lograr la nominación del Partido Republicano, los mercados financieros, que buscan estabilidad y previsibilidad, se encuentran luchando por encontrarlas en los asuntos políticos de la mayor economía del mundo.

Puede que la historia no se repita, pero esperemos que encuentre la forma de estar en consonancia. En la década de 1990, la economía de Estados Unidos se estabilizó y luego arrancó hacia delante, impulsada por la aceleración de la productividad e inducida por políticas monetarias y fiscales sólidas. Sin embargo, las economías pueden llegar a ser más fáciles de reparar que los asuntos políticos, mismos que pudiesen llegar a constituirse en una parte integral de la “nueva normalidad”.

Alexander Friedman, Group CEO of GAM Holding, was Global Chief Investment Officer of UBS Wealth Management, Chief Financial Officer of the Bill & Melinda Gates Foundation, and a White House fellow during the Clinton Administration. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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