¿Los bancos de China son los próximos?

El reciente episodio de política disfuncional de Estados Unidos y la crisis intermitente de la eurozona deberían, a priori, representar una oportunidad dorada para China. Sin duda, el malestar en Estados Unidos y Europa probablemente afecte las exportaciones chinas; pero, en el largo plazo, China pretende reorientar su economía hacia el consumo doméstico. Ahora que el ala del Tea Party del Partido Republicano de Estados Unidos asusta a los inversores y los hace abandonar el dólar, el interés en el potencial del renminbi chino como moneda de reserva internacional no puede más que aumentar.

Esto ayudará a China a atraer más inversores que buscan diversificar sus carteras. La deuda del gobierno chino se convertirá en un activo de referencia global importante, lo que debería ayudar a su sector privado a atraer financiamiento en términos razonables, mientras que la predominancia de la Reserva Federal de Estados Unidos a la hora de determinar las condiciones monetarias mundiales supuestamente se reduciría. El cambio, que ya lleva varias décadas, hacia un mundo multipolar para la industria podría en consecuencia derivar en un mundo más multipolar para las monedas, en el que el renminbi pasaría a ser un actor preponderante.

Sin embargo, a pesar de su historia única y sus ventajas actuales, China esconde una debilidad que es bastante similar a lo que causó tanto problema en Estados Unidos y Europa: los bancos grandes con un incentivo para no ser cuidadosos. Las últimas medidas de China sugieren que si bien ahora puede gozar de algunos años de mayor prominencia, el hecho de que aliente a sus instituciones financieras a volverse globales probablemente conduzca a serios problemas.

Irónicamente, el gobierno británico, aunque sin duda sólo quiera darles la bienvenida a los inversores extranjeros extendiéndoles una alfombra roja, está ayudando a tenderle una trampa a las instituciones financieras chinas -y a la economía china en general-. Al alentar a China a crear instituciones financieras globales con escasa regulación, el Reino Unido no sólo está invitando a un comportamiento irresponsable; podría ayudar también a empujar a toda la economía hacia actividades en definitiva improductivas y hasta autodestructivas.

China durante mucho tiempo mantuvo un control férreo de sus principales bancos. Las políticas crediticias ayudaron a impulsar la economía de tanto en tanto, pero las autoridades también retuvieron la capacidad de desacelerar las cosas cuando había una justificación. La banca se ha convertido en un instrumento de política económica para asegurar el crecimiento del PBI y la creación de empleo, manteniendo al mismo tiempo la inflación en un nivel aceptable.

Sin embargo, la elite encargada de las políticas chinas también está muy a favor de la idea de que un país de primer rango necesita un sistema bancario prominente que sea activo internacionalmente. Esta ambición no tiene nada de malo, siempre y cuando se la maneje con mucha cautela. Desafortunadamente, hoy se está tornando evidente que China no aprendió las lecciones difíciles de las recientes crisis financieras.

A los banqueros nunca les gusta la regulación férrea -y en especial no quieren que se les exija financiar sus operaciones con más capital en relación a la deuda-. Tanto en los buenos tiempos como en los malos, su argumento es "Necesitamos requisitos de capital más bajos", lo que significa que se les debería permitir endeudarse más.

Islandia, Suiza y el Reino Unido aprendieron por las malas que permitirles a los bancos volverse relativamente grandes para sus economías conlleva grandes riesgos. Los rescates se tornaron más costosos y -como en el caso de Islandia- en realidad pueden resultar incosteables. Incluso cuando el costo de las pérdidas, como en el Reino Unido, no sea absolutamente catastrófico, el daño directo al crédito doméstico y a la confianza en general puede bastar para frenar la economía durante 5 años o más.

Se dice que Mervin King, el ex gobernador del Banco de Inglaterra (BoE), alguna vez dijo "Los bancos viven globalmente y mueren localmente". En otras palabras, cuando todo marcha bien, tal vez uno quiera creer que no importa dónde consigue su capital un banco internacional determinado y en qué jurisdicción se emiten sus deudas. Pero cuando pasan cosas malas y hay presión sobre los mercados financieros -y pulula en el aire el miedo a una quiebra-, importa y mucho si uno tiene una demanda contra un banco asegurado en Estados Unidos o contra una filial offshore esencialmente no regulada.

China quiere hacer crecer las operaciones internacionales de sus bancos. Y los británicos le dan una buena acogida a una expansión de estas actividades en Londres -ofreciendo tratar a los bancos chinos que operan allí como sucursales (sujetas a la regulación china) y no como subsidiarias (sujetas a la regulación británica).

Mark Carney, el sucesor de King en el BoE, dijo "Estamos abiertos para los negocios", en términos de ofrecer préstamos de disponibilidad inmediata para respaldar a los bancos grandes. Pero los activos de los bancos británicos representaban ocho veces el PBI del país antes de la crisis y supuestamente alcanzarán nuevamente ese nivel con el respaldo de Carney. ¿Puede el BoE -y el Tesoro del Reino Unido- realmente ofrecer un seguro para toda esta cantidad o las autoridades británicas van camino a convertirse en otra Islandia (donde el valor de los activos bancarios llegó a un pico de más de 11 veces el PBI del país)?

Las autoridades chinas deberían darle otra mirada a sus políticas. China es como la Cenicienta: finalmente le permiten ir a la fiesta y le dan la posibilidad de convertirse en un protagonista prominente. Pero las 12 pueden llegar muy rápido y las crisis financieras no tienen finales de cuentos de hadas.
Simon Johnson, a former chief economist of the IMF, is a professor at MIT Sloan, a senior fellow at the Peterson Institute for International Economics, and co-founder of a leading economics blog, The Baseline Scenario. He is the co-author, with James Kwak, of White House Burning: The Founding Fathers, Our National Debt, and Why It Matters to You.

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