Los chupones

Querido J:

Las próximas campañas electorales en España, que pueden ser hasta cuatro en este año, van a provocar una situación mediáticamente interesante, que es el lugar que se da a Podéis en el debate. ¿Qué hacen los medios con un partido que agrupa una intención de voto del 23,9%, pero que no tiene representación parlamentaria? No hay precedentes de una irrupción política del 0 a 24. Los periódicos pueden hacer lo que quieran, y de hecho ya lo han estado haciendo dedicándole a la novedad una atención tan desmesurada que han acabado convirtiéndola en una importante novedad. Y para qué hablar de las radios y televisiones. Estas últimas especialmente, y ya convertida la política en una modalidad del show business, seguirán dedicando a los dirigentes de Podéis un trato preferente como altezas del share. Pero las cadenas públicas habrán de atenerse a la normativa electoral. No habrá representantes de Podéis en los debates ni estará el partido en los llamados espacios de propaganda electoral y ya veremos cómo se da información de sus actos electorales. Podéis está, y destacadísimo, en un organismo público llamado CIS, pero no estará en TVE. No lo querrá dios, pero imagina que ese partido gana algunas de las elecciones que se avecinan, singularmente las generales. ¡Ganar sin pasar por la cadena pública! Como dice nuestro cubano Ginés el asunto merese una reflesión. Por una parte revela hasta qué punto Podéis es un partido chupón. Es decir uno de esos vástagos de crecimiento vertiginoso, pero insolvente, bordes y estériles, que brotan de las raíces de los árboles, les chupan la savia y les amenguan el fruto, para decirlo en prosa wiki. Por chupones me avine yo al principio a llamarles Podemos, ingenuamente confiado en el conocimiento general del subjuntivo, hasta que hube de reaccionar. Pero por otra parte la hipótesis también confirma la falta de adecuación de muchos mecanismos de la democracia representativa, es decir, de la democracia, al nuevo paisaje mediático y digital. De qué servirá, en efecto, que la cadena pública mantenga el tono y la distancia, casi aristocráticos, y se niegue a admitir a Podéis en sus informaciones y debates electorales mientras afuera son continua referencia. Qué sentido tendrá negar por tres veces a Podéis en la cadena pública si Mariano Rajoy o Pedro Sánchez, o Artur Mas o Oriol Junqueras, o incluso Susana Díaz aceptan debatir con ellos en las cadenas privadas. Esta última hipótesis, por cierto, plantea un reto a los grandes partidos. ¿Debería rechazar Pedro Sánchez una invitación de Antena 3 o Telecinco para debatir con Pablo Iglesias? Y este Iglesias, ¿debería rechazarla? Y en cuanto a Mariano Rajoy, ¿podría permitírselo? ¿Se puede rechazar un debate entre el primero y el segundo del CIS? ¿Hasta qué punto es una obligación democrática aceptarlo?

Es posible que los grandes partidos decidan que obviar a Podéis es lo que les conviene. Grave error. Para empezar una de las más bonitas fábulas sobre los alegres muchachos es la capacidad dialéctica de sus líderes. Cuando sólo sobresalen en el masajeo indecoroso del que han sido víctimas en la telebasura política. Aún es la hora de que alguno de ellos sea visto en un debate político de verdad. Pero más allá de sus capacidades está su ontología, por decirlo de una manera suficientemente pedante. Rechazar los debates con Podéis, en el caso, aún por ver, de que los chicos accedan a fajarse, es seguir favoreciendo su condición fantasmal. La relativa invulnerabilidad de Podéis, lo que les ha permitido subir espantosamente en la audiencia, es que en realidad sólo existen como ficción.

Examina primero las cuestiones éticas. Su más lírico dirigente, Juan Carlos Monedero, se legalizó con Hacienda sólo después de que El Plural diera cuenta de su situación irregular. Nadie debe dedicarse a la política en esas condiciones tributarias. Pero es que, además, la exigencia moral que las vociferaciones de Podéis prescriben para la política exigirían que Monedero hubiese abandonado hace días la escena pública. Pero no sólo no ha pasado esto, sino que, por el contrario, su compañero Iglesias ha puesto en marcha como respuesta, aunque con mucha menor gracia retórica, aquel dos por uno que sacó de su ingenio perverso Felipe González cuando empezaron los acosos a Alfonso Guerra. A lo que obliga la legalización posterior de las relaciones con la Agencia Tributaria es a que se vayan, en efecto, los dos y gobierne ello don Pablo Echenique, de la leal oposición. Pero no hay la menor señal de que eso vaya a suceder: un comunicado de sintaxis rota, políticamente patético, es la única reacción de los que se comen el marrón, y no el mundo, a la vieja manera casta. O sea que por su ética, Podéis es pura ficción. Y de muy mala catadura: que el jueves por la mañana Monedero pagara a Hacienda y por la tarde le gritara a Montoro, chuletón en jarras, no te tengo miedo, revela una estética moribunda.

De la existencia por sus ideas aún sabría decir menos. Todo en Podéis, desde sus famosos círculos atlántidos y triángulos bermudos, remite a chakras, auras, psicoanálisis, acupunturas, zahorismos, iris, grafología, piedras, imanes, reiki, inciensos, feng shuis, yetis, nessies, constelaciones familiares, reflexoterapia, cerealogía, ayurvedas, flores de Bach y comunismo. Aún no me explico cómo la apreciada gente de Laetoli no ha sacado con Podéis un libro de la colección ¡Vaya timo! En fin. Los reflejos del mundo editorial.

Los partidos reales harían bien en atornillar el fantasma a la máquina. Y dejar que hable. Sólo viven de su ulular.

Sigue con salud

Arcadi Espada

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