Los cortafuegos de España

Angela Merkel fue categórica: “Si el euro fracasa, Europa también”. Los rumores son como una bola de nieve, que se agranda cada vez que rueda cuesta abajo. España entró en la crisis con un nivel de deuda pública muy bajo, pero necesita cortafuegos para aislarse de todo contagio. Puede cumplir el compromiso de un déficit público del 3% sobre PIB en 2013, pero con más sacrificios.

Cuando comparamos coches preguntamos por el consumo medio, en ciudad o en autovía. En la deuda pública importan dos cosas. Primero, cuánto costó colocar en los mercados la última emisión, porque es una buena medida de la solvencia del país, y la segunda cuál es el coste medio de toda la deuda pública viva. España tiene un coste medio del 3,94%, por encima de la última emisión a un año y la de diez.

Grecia es otra cosa. Vive una tragedia épica. Aunque tenga la promesa de la Unión Europea de recibir 8.000 millones de euros a primeros de noviembre, sus necesidades son mucho mayores. En mayo de 2010 pidió un rescate, porque no podía hacer frente al pago de la deuda y a los pensionistas y funcionarios, además de un sistema fiscal incapaz de recaudar para hacer frente al gasto público. El primer escenario de los próximos meses es espantoso. En poco tiempo puede entrar en una suspensión de pagos y necesitará un segundo rescate. Y si no lo obtuviera entonces estaría en quiebra. En el pasado mes de julio se aprobó que podría tener ese rescate, pero lo que se le pide a cambio es tan duro que si no pudiera cumplirlo quedaría al borde de una tragedia épica.

¿Podría ser excluida de la zona euro? No necesariamente, porque si fuera capaz de conseguir nuevos préstamos –pero a unos tipos de interés punitivos– podría intentar gastar sólo lo que ingresa por impuestos y permanecer en el euro. Y eso podría ocurrir incluso después de declararse en quiebra. Pero tendría que negociar una quita o rebaja de los intereses de la deuda vieja y también del principal. Según The Economist, la deuda actual se emitió bajo la jurisdicción del país, lo que hace relativamente manejable la situación, pero la nueva sería bajo la inglesa, que es realmente estricta. Lo importante es que los contratos en euros no pasen inmediatamente al dracma, como sucedería si el país saliera o fuera expulsado del euro.

Grecia está más desprotegida que un país emergente de América Latina. Porque cuando uno de esos países emite deuda en moneda extranjera cuenta siempre con las líneas de protección del Fondo Monetario Internacional. La tragedia surge cuando no puede devolver lo que recibió (Argentina en 2001) Miseria y caos. Grecia sólo puede agarrarse a un clavo ardiendo y no dejar por ningún motivo el euro, aunque sea a costa de todos los sacrificios.

¿Por qué están tan desprotegidos los países débiles de la zona euro? Porque no tienen un sistema monetario propio. Si Gran Bretaña sufriera hoy mismo un pánico y los mercados vendieran en masa toda la deuda pública en libras podría sufrir una catástrofe, pero por poco tiempo. Subirían los tipos de interés, pero el Banco de Inglaterra recompraría los bonos y las aguas volverían a su cauce. Grecia no puede hacerlo. El euro la protege, pero es también su perdición.

Grecia puede permanecer en el euro si consigue quitas y el aplazamiento de los pagos. Pero podría producirse un contagio. Porque otros países con situaciones delicadas podrían hacer lo mismo y provocar un efecto dominó de consecuencias incalculables ¿Y si Alemania y un grupo de países, Austria, Países Bajos y Finlandia decidieran desgajarse del euro (la Neue Deutsche Mark), dejando al resto en el otro euro? La banca alemana sufriría pérdidas incalculables, porque tendría sus activos en euros que valdrían menos. Todos tendrían que ser recapitalizados, mientras que los exportadores industriales perderían mercados por un tiempo y pérdidas extraordinarias.

Economistas de un banco suizo, UBS, estimaron que si Alemania abandonara el euro podría sufrir pérdidas del 20 al 25% de su PIB (producción de bienes y servicios) en el primer año y quizá la mitad en los años siguientes, aunque sus evaluaciones parecen exageradas.

Si Grecia se viera forzada a dejar el euro, en el primer año perdería no menos del 50% del PIB y en los años siguientes en torno al 15%. En 2002, Argentina tuvo pérdidas similares, pero se recuperó en nueve años gracias a las exportaciones de alimentos, y a costa de una terrible crisis social. La inflación “paga” la deuda, pero a costa de los más desfavorecidos. Para evitar esos incendios, España necesita levantar cortafuegos y que los levanten también los bancos europeos que han de recapitalizarse porque tienen demasiada deuda soberana griega en sus balances. Ante problemas globales, las soluciones han de ser de todos.

Robert Tornabell, catedrático de Banca, Esade Business School.

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