Los costos de una fuga de cerebros del Brexit

Si el Reino Unido sigue adelante con su retirada de la Unión Europea, es probable que una de las consecuencias no deseadas más graves sea que numerosos profesionales de primer nivel se irán de Londres. De hecho, París, Frankfurt, Dublín, Ámsterdam y otras ciudades del viejo continente ya compiten para atraer a banqueros, médicos, arquitectos y académicos hoy radicados en el RU.

Tales “fugas de cerebros” son comunes en la historia. Pero nunca una democracia establecida experimentó una pérdida catastrófica de capital humano en un período de paz y prosperidad. Por lo general, para provocar una fuga masiva de la élite profesional de un país hace falta un cambio de régimen repentino, un conflicto violento o muy malas condiciones económicas.

Por ejemplo, muchos intelectuales se fueron de Turquía estos últimos años como resultado del gobierno cada vez más autoritario del presidente Recep Tayyip Erdoğan. En Grecia, la crisis de deuda soberana expulsó a trabajadores altamente cualificados, debido a la falta de oportunidades económicas. Y en la Alemania nazi, los judíos y otras minorías talentosas pero oprimidas tuvieron que buscar refugio en el extranjero.

Cada emigración masiva es diferente; pero para comprender lo que le aguarda a Londres, los partidarios del Brexit todavía pueden aprender algo de la historia. Con las debidas salvedades, puede ocurrir que el Brexit termine pareciéndose a la decisión de Luis XIV que expulsó a los hugonotes de Francia y condenó a París al atraso económico y al aislamiento político por décadas.

En 1598, el Edicto de Nantes otorgó a los hugonotes libertad de culto y derechos civiles como minoría protestante en la Francia católica. Debido a su estricta ética calvinista, los hugonotes eran trabajadores infatigables y diligentes, y tendían a ocupar las profesiones más exigentes de la época (como el tejido de seda, la orfebrería, la armería, la imprenta y la relojería). Pero en 1685 Luis revocó el Edicto de Nantes, y los hugonotes comenzaron a irse de Francia para unirse a otras comunidades protestantes repartidas por el norte de Europa.

Como ahora con el Brexit, los estados europeos compitieron por atraer a los trabajadores cualificados que Francia había espantado. Una semana después de la Revocación, el Elector de Brandemburgo, mediante decreto, invitó formalmente a los hugonotes a su territorio; y los Países Bajos los tentaron con la promesa de la ciudadanía inmediata y exención de impuestos por tres años.

Al final, unos 150 000 hugonotes se afincaron en los Países Bajos, Suecia, Prusia e Irlanda, y otros 50 000 en el RU. Como suele suceder cuando hay fuga de cerebros de élite, estas pequeñas cifras no expresan el enorme impacto socioeconómico que tendrían.

La economía francesa quedó afectada por décadas, mientras que Gran Bretaña capitalizó los talentos de los hugonotes y así se convirtió en la primera potencia industrial del mundo. Un miembro del éxodo de los hugonotes franceses, Denis Papin, inventó un artefacto precursor de la máquina de vapor. Y muchos otros ayudaron a refinar las técnicas que convertirían la tejeduría, la imprenta y la arquitectura británicas en industrias avanzadas de primer nivel mundial.

Hoy el mundo está otra vez a las puertas de una revolución industrial, y hay una gran movilidad de profesionales de primer nivel. Se da por sentado que los países con los trabajadores más cualificados y el mejor nivel intelectual tendrán una ventaja significativa en la carrera tecnológica del siglo XXI.

En el caso del Brexit, los países del norte de Europa esperan capitalizar una vez más una repentina fuga de capital humano en su vecindario. Irónicamente, es posible que Francia termine compensando la pérdida innecesaria de talento que sufrió hace tres siglos.

Las semejanzas entre el Brexit y la Revocación del Edicto de Nantes no terminan aquí. Ambos episodios resumen los conflictos políticos que definen sus respectivas épocas. Mientras en la Europa de hace tres siglos la línea divisoria de la política era entre protestantes y católicos, hoy es entre partidarios y detractores del proyecto europeo. La emigración de los hugonotes y el inminente éxodo desde Londres deben comprenderse como efectos colaterales de malos cálculos políticos hechos en el transcurso de batallas ideológicas más amplias.

La persecución de los hugonotes se inscribía en la visión que tenía Luis de una Europa católica, visión reforzada por el ascenso de su primo Jacobo II, un ardiente católico, al trono inglés. Por eso en realidad no ordenó la expulsión de los hugonotes, sino que aprobó estrictas prohibiciones migratorias para evitar que se fueran y así obligarlos a convertirse al catolicismo.

Pero en vez de convertirse, los hugonotes huyeron. Y ya en el extranjero, enardecieron a los protestantes europeos contra Francia. Después de la caída de Jacobo II ante la Revolución Gloriosa de 1688, el estatúder holandés Guillermo III, Príncipe de Orange, accedió al trono inglés y desde allí armó una coalición con los Habsburgo austríacos y con varios estados protestantes alemanes para encerrar a los franceses en una serie de guerras religiosas.

Allá por junio de 2016, parecía que el referendo del Brexit daría al RU una oportunidad de abandonar una UE propensa a las crisis en pos de una más dinámica anglosfera. Los partidarios del Brexit prometieron poner fin a la inmigración de trabajadores poco cualificados desde el este de Europa; nada importaba más que eso. Que Londres perdiera profesionales de primer nivel era un costo aceptable. Desde el inicio, el Brexit fue siempre una cuestión de intolerancia al “otro”.

Pero a diferencia de los hugonotes, los que pronto se irán de Londres son miembros pudientes de la élite global. Por eso el mero hecho de su partida puede erosionar inmediata y abruptamente la posición y la influencia del RU en el mundo. Los protestantes franceses necesitaron un siglo de sangrientas guerras religiosas para asestar un golpe igualmente contundente a su país de origen.

No hay que abusar jamás de las comparaciones históricas. Pero los británicos deberían prestar atención a las palabras del duque de Saint-Simon: “La Revocación del edicto de Nantes, totalmente injustificada e innecesaria, despobló una cuarta parte del reino, arruinó su comercio y lo debilitó en todas partes”. Aunque el Brexit expulsará menos gente, su impacto puede ser peor.

Edoardo Campanella is a Future of the World Fellow at the Center for the Governance of Change of IE University in Madrid. Traducción: Esteban Flamini.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *