Los derechos humanos son la clave

Hawa se puso de parto la noche del 18 de marzo del 2008 en un pueblo del distrito de Koinadugu, Sierra Leona. Acudió a la clínica local para dar a luz, pero surgieron complicaciones graves y la trabajadora de salud local le aconsejó ir al hospital de Kabala, a 16 kilómetros de distancia, donde podría recibir asistencia especializada.

Pero surgieron más problemas. El centro de salud no disponía de ningún vehículo ni de teléfono o radio para llamar a uno, con lo que Hawa dependía de sí misma para llegar al hospital. Su familia comenzó inmediatamente a reunir dinero para pagar el transporte y llevarla al hospital. Pero no pudieron encontrar ningún automóvil y pronto fue demasiado tarde. Hawa falleció a las 2.30 de la madrugada. Y los gemelos nacieron muertos.

Por desgracia, la historia de Hawa es demasiado habitual en Sierra Leona, país con una de las tasas de mortalidad materna más elevadas del mundo. Miles de mujeres mueren en circunstancias similares cada año. Se enfrentan a discriminación, violencia y a una falta de educación y apoyo que afectan a uno de los derechos humanos más fundamentales: el derecho a la salud.

Como el resto de los miembros de las Naciones Unidas, en el 2000 el Gobierno de Sierra Leona se comprometió a mejorar la salud materna como uno de sus Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Los ODM representan una promesa sin precedentes para resolver la pobreza global: ocho objetivos que se deben haber alcanzado en el 2015 y que abordan problemas como la pobreza extrema, la salud y la educación, entre otros.

Sin embargo, 10 años después de su establecimiento, el futuro de los ODM es incierto. La ONU ha emitido una advertencia clara al afirmar que muchas de las metas no se cumplirán a menos que los esfuerzos se aceleren radicalmente. Incluso los cálculos más conservadores estiman que se está dejando en la estacada a más de 1.000 millones de personas.

El trabajo de Amnistía Internacional ha mostrado cómo la discriminación y la exclusión a menudo pueden causar o exacerbar muchos de los problemas que los ODM pretenden resolver. En los países ricos y también en los países en desarrollo, las personas vulnerables que viven en los márgenes de la sociedad a menudo sufren violaciones de su derecho a una vivienda adecuada, salud, agua, saneamiento y educación, entre otros. A menudo quedan excluidos de consultas sobre asuntos que les afectan o se les ignora cuando intentan hacer oír su voz.

Al cabo de 10 años, merece la pena reflexionar sobre dónde nos encontramos y adónde nos debemos dirigir para alcanzar los ODM. Las personas que fijaron los ODM establecieron las metas originales como un punto de partida para avanzar, con la intención de que los estados establecieran sus propias metas, adaptadas a sus contextos nacionales, pero en el marco de los ODM. Pero, por desgracia, la mayoría ha elegido no actuar.

Pese a ello, algunos países han adoptado metas que superan a los ODM. Países latinoamericanos y caribeños han ampliado sus compromisos en materia de educación para incluir la educación secundaria. En África y el sur de Asia, se han adoptado metas ambiciosas en relación con el acceso al agua y el saneamiento y han demostrado que es posible adaptar los ODM para abordar necesidades apremiantes.

Ahora tenemos una oportunidad para garantizar que el impulso político generado alrededor de los ODM puede ser un catalizador para conseguir el cambio profundo que necesitan las personas marginadas, que viven en la pobreza. Pero esto solo puede lograrse si en la cumbre sobre los Objetivos del Milenio, que la ONU celebra en Nueva York, los líderes mundiales se comprometen a defender y observar los derechos humanos de estas personas.

Para lograrlo, todos los gobiernos deben evaluar con honradez su progreso en la consecución de los ODM. Deben trabajar para poner fin a la discriminación y promover la igualdad y la participación, garantizando que los esfuerzos para alcanzar los ODM son inclusivos, garantizan la igualdad de género y dan prioridad a los grupos en situación más desventajosa. Por último, deben recordar que la Declaración del Milenio prometió esforzarse para garantizar la protección y promoción de todos los derechos humanos, civiles, culturales, económicos, sociales y políticos, para todas las personas.

Esta semana, cuando los miembros de la ONU se reúnen para reflexionar sobre el progreso en la consecución de los ODM, poco ha cambiado para los habitantes de Koinadugu. Sierra Leona ha introducido recientemente asistencia médica gratuita para las embarazadas, pero muchas mujeres no disponen de atención obstétrica prenatal o de urgencia; además, la clínica sigue estando demasiado lejos y carece de lo imprescindible. Para las mujeres de las áreas rurales la ayuda aún es escasa, y débil la esperanza de que las cosas mejoren pronto. Ayudar a que eso cambie, depende de nosotros.

Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional.