Los desafíos de 2017: déficit, crecimiento e inflación

En estos días se habla mucho de reducir el déficit, y menos de crecimiento económico y desempleo. Estas cuestiones están bastante más relacionadas de lo que parece, y, sobre todo, son los retos más importantes a los que se enfrenta la economía española. Es cierto que España tiene que reducir sustancialmente el déficit para cumplir los acuerdos con las Instituciones Europeas. Efectivamente, estamos ante una imposición europea, pero esto tiene varios matices.

En primer término, en 2016, incluso si finalmente, como todo parece indicar, cumplimos con el 4,6% de déficit, seguiremos siendo el país de la Unión Europea con el mayor déficit público. Por otra parte, España, con los gobiernos del PP y el PSOE lleva ocho años incumpliendo el objetivo de déficit. Esto provoca inquietud en nuestros socios europeos, entre otras cuestiones porque el Banco Central Europeo ha ido adquiriendo parte de esa deuda en la que se ha materializado el déficit español. Incluso obviando el riesgo que hemos trasladado, indirectamente, a nuestros socios europeos, los españoles deberíamos ser los primeros interesados en reducir el nivel de deuda pública. En nuestra actual situación, un solo punto de incremento del tipo de interés, supondría un pago adicional de 11.000 millones de euros en intereses, es decir 11.000 millones de subida de impuestos o recortes de gasto para compensar.

Para acometer el reto de reducir el déficit, el principal aliado es el crecimiento económico. Si España sigue creciendo y creando empleo, los ingresos públicos aumentarán, y además, algunos gastos, fundamentalmente las prestaciones por desempleo disminuirán. Como señalaba Adam Smith la riqueza de las naciones no reside en el oro, ni en otras materias sino en el trabajo de sus habitantes. Además, el volumen de deuda se hace más manejable cuando se soporta sobre una economía más grande y con mayores ingresos. Evidentemente, no es lo mismo que usted deba un millón de euros que los deba cualquiera de los integrantes de la lista Forbes de grandes fortunas.

La buena noticia es que, como los españoles, las empresas y los particulares, a diferencia de las Administraciones Públicas, sí han hecho sus deberes, España entra en 2017 con un crecimiento importante, por encima del 3%. En economía, la inercia es muy importante, y ahora es claramente positiva.

La mala noticia es que todos los factores externos de 2017 restarán crecimiento económico:

En primer término, como puede comprobar cualquiera que haya ido a llenar el depósito de su vehículo, el precio del petróleo ha aumentado. Frente a un precio medio inferior a 40 dólares el barril, que es lo que pagamos en 2016, ahora nos enfrentamos a un precio, que de momento está alrededor de los 55 dólares (cotización del crudo Brent). La previsión es que este año el petróleo cotice a una media de unos 60 dólares, según bastantes analistas.

Esta cotización se debe a dos razones: en primer término, a un precio inferior, muchas explotaciones de petróleo no convencional, fracking, no son viables, tanto por los costes de infraestructura y explotación, como porque las empresas que los explotan están muy endeudadas. Por otra parte, parece que el acuerdo de precios de la OPEP se mantendrá, especialmente si el ISIS controla cada vez menos pozos en Oriente Medio. Esto supone un 50% más en términos redondos. Mejor dicho, la factura subiría un 50% si la cotización del dólar con respecto al euro se mantuviese constante, lo que no es probable que ocurra.

Los físicos, por lo menos los especialistas en la física del caos hablan del “efecto mariposa” y señalan que el aleteo de una mariposa en Michigan puede dar lugar a un ciclón en Madrid. El mundo es un lugar caótico, y el pasado 2016, “el año en el que nada salió como estaba previsto”, hemos tenido dos mariposas, el brexit y la elección de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos.

Simplificando, en ambos supuestos nos encontramos con proteccionismo y política fiscal expansiva. En el caso del brexit, el proceso llevará a menores intercambios comerciales y de turismo con el Reino Unido. En el caso de Estados Unidos, lo más probable es que el proteccionismo lleve a un incremento de costes de los productos y servicios. Esto se agravará con un incremento de la demanda derivada de las rebajas de impuestos. El resultado es que como todo esto produce inflación, la Reserva Federal adelante las subidas de tipos previstas. Todos estos factores deberían llevar a una apreciación del dólar, y a que el BCE vaya también aumentando los tipos de interés. Naturalmente, si la escalada proteccionista lleva a una guerra comercial y fiscal, los intercambios comerciales en el Mundo se resentirán. Si esto ocurriese, caería el crecimiento económico mundial, y España se vería afectada.

En cualquier caso, ninguno de todos estos factores externos nos viene bien: ni la subida del petróleo, ni el aumento de los tipos de interés, ni que vengan menos turistas británicos… Lo único que puede tener efectos mixtos, positivos y negativos, es la apreciación del dólar. Con ella pagaríamos más caro el petróleo, pero favorecería las exportaciones. El principal problema es que las exportaciones al área dólar se pueden ver perjudicadas por la política proteccionista del nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump.

La respuesta a todo esto ha consistido, de momento, en subir impuestos. Esto permitirá obtener más recaudación pero no va a tener, precisamente efectos positivos en el crecimientos económico y en la creación de empleo. El Decreto Ley de Medidas Fiscales, que Ciudadanos no apoyó, es una norma que elevará los costes de las empresas y le complicará la vida a autónomos y pymes. Así, establecer un impuesto a las pérdidas, con retroactividad desde 2008, no sólo suponen que algunas empresas paguen más, sino especialmente que la inversión se retraiga porque nadie sabe a qué atenerse ni cuánto tendrá que pagar en el futuro, gane o pierda dinero.

Por otro lado, esta norma también establece un incremento de cotizaciones sociales, e incremento de salarios, vía incremento del salario mínimo y su eventual repercusión en la negociación colectiva. Finalmente, también cortaba una vía de financiación de pymes y autónomos, de más de 4.000 millones de euros al año como eran los aplazamientos. Aquí, pese al veto a que esta norma se pudiese enmendar que impusieron los votos de PP y PSOE, Ciudadanos y las Asociaciones de Autónomos conseguimos que el ministro Montoro rectificase y se siguiesen permitiendo los aplazamientos del IVA. En este caso, el precio fue una nueva chapuza, una instrucción de la directora de Recaudación que contradice flagrantemente el Decreto Ley de Medidas Fiscales.

En fin, todo esto restará crecimiento económico, y eso dependía del Gobierno del PP, que podía haber optado por recortar gasto superfluo y perseguir el fraude, o también por exigir más impuestos por ganar dinero y no por haberlo perdido. Otro factor que sin duda restará crecimiento será el elevado precio de la energía eléctrica que estos momentos sigue batiendo records, y está entre las más caras de Europa. Aquí seguimos padeciendo errores regulatorios, no sólo de los gobiernos del PSOE sino también del PP, y especialmente una competencia, en todos los sentidos, que brilla por su ausencia. La tarifa de la luz no sólo es un grave problema social, que lo es para muchos consumidores, es también un sobrecoste que pagan todas las empresas y las hace menos competitivas.

En resumen, lo previsible es que en 2017 disminuya el crecimiento económico, pero que esto se compense, a efectos recaudatorios con la inflación. Recordemos que como señalaba John Maynard Keynes, la inflación es un impuesto. Esta combinación se debe a factores externos pero también a decisiones del Gobierno del PP, y de sus aliados a la hora de subir impuestos, del PSOE. Esto puede permitir cumplir, más o menos, con el déficit y Europa, pero menos con los españoles, porque la inflación permite recaudar pero no crea más empleo ni da más bienestar, sino todo lo contrario. Para que esto mejore, o incluso se mantenga, necesitamos reformas pero sobre todo estabilidad política, y para eso el instrumento esencial son los presupuestos, pero de eso hablaremos otro día.

Francisco de la Torre Díaz es diputado de Ciudadanos y presidente de la Comisión de Presupuestos del Congreso.

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