Los desafíos de la OTAN

El Tratado de Washington suscrito el 4 de abril de 1949 es el texto jurídico fundacional de la Alianza Atlántica. Desde entonces, durante casi siete décadas, la OTAN ha sido un factor esencial en el mantenimiento de la paz y la estabilidad en la zona euroatlántica. Con la incorporación de Montenegro el 5 de junio de 2017, son veintinueve los países miembros de la Alianza, que además tiene países socios en Europa, Asia y África en el marco de tres iniciativas aliadas. En la Asociación para la Paz participan veintiún países; en el Diálogo Mediterráneo, siete, y en la Iniciativa de Cooperación de Estambul, cuatro. La OTAN también coopera a título individual con los llamados socios globales: Afganistán, Australia, Colombia, Irak, Japón, Mongolia, Nueva Zelanda, Pakistán y la República de Corea. Colombia ha sido el último país en unirse al grupo y su presidente, Juan Manuel Santos, visitó el cuartel general aliado el pasado 31 de mayo. Junto a la defensa colectiva y a la gestión de crisis, la seguridad cooperativa es una de las tareas fundamentales de la OTAN. La Alianza mantiene también una estrecha relación con organizaciones internacionales como la Unión Europea y las Naciones Unidas. Por todo ello, la cumbre de la OTAN en Bruselas es un acontecimiento de carácter global y su importancia trasciende a los países aliados.

Entre hoy mañana se acordarán los pasos a dar en la adaptación de la Alianza para responder eficazmente al cambiante entorno de seguridad. Esa capacidad de adaptación ha hecho posible que la OTAN siga siendo ahora tan útil como lo ha sido en el pasado. En las últimas semanas, tanto en Bruselas como en las capitales de los países miembros se han preparado con cuidado los temas a tratar por los jefes de Estado y Gobierno. Entre esos temas destacan cinco, siendo el primero la disuasión y la defensa. En la pasada cumbre de Varsovia se decidió aumentar la presencia militar en los países aliados situados al este de Europa, con grupos de combate y una presencia avanzada adecuada. En Bruselas se prestará especial atención a la capacidad de refuerzo, dado que la disuasión y defensa dependen no sólo de las fuerzas desplegadas, sino también, si es necesario, de la facilidad de trasladarlas y reforzarlas con rapidez. Las acciones aliadas son defensivas y responden a una situación mundial cada vez más impredecible. La OTAN no quiere una nueva Guerra Fría ni tampoco una nueva carrera de armamentos, y por ello mantendrá una aproximación dual hacia Rusia: defensa y diálogo. Tras la ocupación de Crimea, el Consejo OTAN-Rusia permaneció congelado dos años, pero se ha reunido seis veces en los últimos veinticuatro meses.

La proyección de estabilidad a los países vecinos es de gran importancia para los aliados. La experiencia en Afganistán e Irak indica que a largo plazo la mejor manera de combatir el terrorismo es entrenar a las fuerzas locales. En Afganistán, pese a los atentados y a las muchas dificultades que existen, se ha conseguido crear una fuerza que responde a los ataques terroristas con gran profesionalidad. Sin embargo, la OTAN debe seguir entrenando, ayudando y apoyando a las fuerzas nacionales afganas, como lo está haciendo también con las de Irak. Es oportuno recordar el éxito en la lucha contra Estado Islámico (Daesh), pero, para evitar su resurgimiento, es necesario reforzar la misión de entrenamiento en Irak y los líderes aliados aprobarán ese refuerzo.

La cooperación OTAN-UE ha aumentado notablemente, habiéndose acordado 74 medidas concretas de cooperación en áreas como la defensa cibernética, la guerra híbrida y la lucha contra el terrorismo. Stoltenberg, Tusk y Junker firmarán en Bruselas una nueva declaración conjunta sobre la cooperación OTAN-UE.

En la cumbre se dará luz verde a una nueva estructura de mando, con la creación de un mando para el Atlántico, en Norfolk (Virginia, EE.UU.), y un mando de carácter logístico en Ulm (Alemania). Se decidirán también otros cambios menores en la estructura y se aprobarán medidas para mejorar los cuarteles generales y el alistamiento de las fuerzas aliadas.

El reparto de cargas y las inversiones en defensa serán objeto de especial atención. Todos los países aliados han incrementado sus gastos de defensa, aunque muchos están lejos de alcanzar el 2 por ciento del PIB que se marcó como meta para el año 2024 en la cumbre de Gales de 2014. En los últimos meses ha habido también posiciones distintas de los países aliados en lo que respecta al cambio climático y al comercio. El secretario general ha manifestado recientemente que la cumbre no es el foro para resolver esas diferencias, pero que la OTAN debe conseguir que esos desacuerdos no debiliten la Alianza.

Federico Yaniz Velasco, General del Ejército del Aire (R), periodista y miembro de la junta directiva de la Asociación Atlántica Española.

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