Los desafíos del segundo mandato de Rohaní

Tema

¿Cuáles son los desafíos internos –de la mano de la Guardia Revolucionaria y las restricciones económicas– y externos –representados por la nueva escalada saudí-estadounidense y la crisis en el Consejo de Cooperación del Golfo– que el reelecto presidente Hassan Rohaní afrontará en los próximos cuatro años?

Resumen

El nuevo mandato de Hassan Rohaní, iniciado el 3 de agosto, representa una continuidad en el camino de la moderación tanto a nivel interno como externo. Sin embargo, y a pesar de un gobierno más reformista que el anterior, no se prevé un cambio significativo en la política exterior más allá del mantenimiento de los compromisos adquiridos con el Joint Comprehensive Plan of Action y un acercamiento mayor a Europa. Por el contrario, la nueva retórica anti-iraní saudí-estadounidense y la profunda crisis diplomática en el seno del Consejo de Cooperación del Golfo hacen posible un endurecimiento del discurso de Rohaní hacia los adversarios tradicionales y los nuevos desafíos. El presidente deberá enfrentarse no sólo a esos desafíos externos sino también a los internos, representados por la Guardia Revolucionaria y su creciente poder político y económico, como así también el terrorismo que hizo su aparición en junio en la capital iraní.

Análisis

El inicio del segundo mandato y el nuevo gobierno

Una vez despejadas las dudas esparcidas por los partidarios de Ibrahim Raisí, el candidato derrotado en las elecciones del 19 de mayo,1 Hassan Rohaní fue proclamado el duodécimo presidente en la historia política del Irán republicano. La séptima persona que ocupa el cargo desde su creación en 1979, Rohaní es el quinto presidente tras Alí Jameneí, Hashemi Rafsanjaní, Mohammad Jatamí y Mahmud Ahmadineyad, que ostentará el máximo de dos mandatos consecutivos permitidos por la constitución.

La inauguración del 3 de agosto fue una demostración de apoyo institucional interno pero también internacional, con la presencia de nueve jefes de Estado y gobierno, 26 presidentes de cámaras legislativas, 38 altas autoridades estatales y gubernamentales y siete representantes de organizaciones internacionales. Entre los más notables, el presidente del Senado español, Pío García Escudero, la representante europea para la Política Exterior, Federica Mogherini, el primer ministro de Qatar, Abdullah bin Nasser bin Khalifa al-Thani, el ministro de Cultura de Omán, Haitham bin Tariq al-Said, y un enviado especial del emir de Kuwait. La presencia de estos últimos tres llama la atención por la tensión existente entre Irán y los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) tras el ataque a la embajada de Arabia Saudí en Teherán, que forzó la retirada o llamada a consultas de los embajadores de los seis países. Su presencia demuestra la discrepancia en el seno del CCG sobre la mejor manera de relacionarse con el país vecino, sobre todo tras la crisis desatada en junio de 2017 entre Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Qatar. Precisamente, y después de 20 meses de retirado su embajador en Teherán tras el ataque a la embajada saudí en enero de 2016, el gobierno qatarí recientemente anunciaba el regreso de su embajador.2

En su discurso inaugural, Rohaní volvió a hacer hincapié en la necesidad de profundizar el proceso de negociaciones nucleares pero advirtiendo en contra de las políticas que desde EEUU podrían hacer peligrar el pacto. Por su parte, la alocución de Alí Jameneí se centró en la necesidad de priorizar las condiciones de vida de la población iraní, en una clara advertencia a Rohaní sobre la falta de resultados visibles tras la firma del Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA) en 2015.3

Tras la inauguración, Rohaní nombró a ministros de su segundo gabinete, para su aprobación parlamentaria, con algunas diferencias notables respecto a su primer gobierno. Con un margen mayor de votos populares que los obtenidos en 2013,4 una asamblea legislativa más proclive al reformismo tras las elecciones de 20165 y ante la decepción por la tibieza con la que algunos de sus ministros defendieron su gestión gubernamental durante la campaña, Rohaní prescindió de algunos provenientes del espectro más conservador, para poner en su lugar a otros que podrían considerarse más cercanos al reformismo.

Como resultado, 17 de los 18 candidatos propuestos fueron aprobados por la cámara de diputados de 290 miembros, con la única excepción del candidato al Ministerio de Energía. Con un promedio de votos favorables para cada nominado de 220, y negativos de 47, estos números son notablemente mejores que durante la aprobación parlamentaria de 2013, donde la relación votos positivos/negativos fue de 203/65, con tres candidatos rechazados en primera instancia. En esta ocasión, la asamblea parece haber dado una clara aprobación a la gestión anterior y un inequívoco respaldo al plan de gobierno propuesto. Entre los ocho ministros que repiten están el histórico Bijan Namdar Zanganeh, con 20 años de experiencia al frente de los Ministerios de Petróleo y Energía, y Mohammad Javad Zarif, quien al frente de Exteriores hizo posible el acuerdo nuclear, el mayor logro de la gestión saliente. Entre las nueve caras nuevas llama la atención el nombramiento del general Amir Hatami, del ejército regular (Artesh), al cargo de ministro de Defensa. Esta posición era habitualmente asignada a un miembro de la Guardia Revolucionaria (Sepah-e Pasdaran). A pesar de lo controvertido del nombramiento, fue el nominado que obtuvo el mayor respaldo parlamentario, con 261 votos favorables, 10 en contra y 13 abstenciones, lo que significa que incluso aquellos diputados conservadores y más cercanos ideológicamente a la Guardia Revolucionaria dieron su beneplácito.6 Una de las principales críticas a este nuevo gabinete es otra vez la falta de mujeres, lo que únicamente ocurrió en Irán con el presidente Ahmadineyad en 2009. Sin embargo, Rohaní suplió esta falta con el nombramiento de tres vicepresidentas, cargos que no requieren aprobación parlamentaria. Estas fueron Masumeh Ebtekar, veterana reformista que también lo fue con Mohammad Jatamí, como vice-presidenta para asuntos de la Mujer y la Familia, cargo que había ocupado en el anterior mandato Shahindokht Molaverdi, quien se ocupará ahora de la Oficina Presidencial para los Derechos Ciudadanos; la tercera, Laya Joneidi, fue nombrada vice-presidenta para asuntos Legales.7

Otros nuevos cargos como resultados de las elecciones presidenciales y municipales de mayo fueron el alcalde de Teherán y el jefe del Consejo Municipal. Siendo Teherán una megalópolis con un peso político enorme, incluso en la cantidad de votos que esto implica, la absoluta victoria de la lista reformista trajo como resultado el reemplazo del conservador alcalde Baqer Qalibaf por el reformista Ali Najafí, y el nombramiento del menor de los hijos del ya desaparecido Rafsanjani, Mohsen Hashemi, como jefe del Consejo Municipal, sin duda un respaldo a la figura que representó para el establishment político revolucionario, en detrimento de los sectores ultraconservadores, que se cebaron con él desde su apoyo a las protestas de 2009.8

Como contrapartida, el líder Alí Jameneí anunciaba la composición del Consejo de Discernimiento y su nuevo jefe, ya que hasta su muerte y desde 1997 había estado presidida por el propio Rafsanjani. El elegido para dirigir tan poderosa institución ejecutiva, y en determinados casos también legislativa, ha sido Mahmud Hashemi Shahrudi, clérigo conservador que fuera jefe del poder judicial por 10 años y presidente de la Asamblea de Expertos, y según algunos, un serio candidato a suceder a Alí Jameneí como líder de la república.9 Sin duda una clara evidencia de que a pesar de que los resultados de las urnas y que el nuevo gobierno de Rohaní pivota hacia el reformismo, no sucede lo mismo con las otras instituciones de poder.

Los desafíos internos del presidente Rohaní

Rohaní había propuesto en su campaña continuar con el camino iniciado cuatro años atrás, reduciendo las tensiones con la comunidad internacional, con un fuerte compromiso en relación a las negociaciones nucleares y el JCPOA, pero también advirtiendo que la paciencia de Irán tenía un límite ante las provocaciones de EEUU. También prometió un mejoramiento de la situación económica como resultado directo del acuerdo, con inversiones extranjeras, transferencia de tecnología y creación de puestos de trabajo, e incrementar los derechos civiles y las libertades a los iraníes, incluyendo las minorías étnicas.

¿Pero qué puede realmente cambiar Rohaní en los próximos cuatro años? Está claro que la presidencia no es la institución más poderosa del sistema político iraní, pero ciertamente quien es elegido presidente tiene un impacto tanto a nivel interno como internacional. La primera presidencia de Rohaní ha sido marcada, y será recordada, por la exitosa negociación nuclear que dio lugar al JCPOA y al levantamiento de las sanciones por vía diplomática, sin necesidad de iniciar una nueva contienda militar y rompiendo el tabú de establecer negociaciones directas Irán-EEUU. A pesar de la dura crítica que Rohaní recibió tras la firma de los acuerdos, ninguno de los candidatos conservadores propusieron retirarse del acuerdo nuclear, lo que demuestra que hay un consenso general sobre los beneficios del pacto. Como resultado, Rohaní utilizó su férreo compromiso con el acuerdo como la insignia principal de su campaña. Con Rohaní cuatro años más en la presidencia nada cambiará en este sentido, toda vez que el parlamento, liderado por Alí Lariyaní (conservador moderado que brindó su claro apoyo a Rohaní en la campaña), y el líder Ali Jameneí, apoyan el acuerdo nuclear, y no se prevé que haya un cambio a corto o mediano plazo. El 31 de mayo Lariyaní era reelegido por 10º año consecutivo como presidente de la cámara legislativa, con 204 de 268 posibles, y Alí Motahari (conservador crítico) y Masud Pezeshkian (reformista) ratificados como sus vicepresidentes, a pesar de los rumores de alianzas entre conservadores para dejar afuera a los reformistas.10

Con este apoyo institucional, que se demostró en las aprobaciones de los nuevos ministros, y los 24 millones de votos populares, Rohaní debería tener suficiente impulso para llevar a cabo las reformas necesarias para dinamizar la economía, el sistema bancario e impositivo, y promover una legislación que genere confianza a los inversores extranjeros, sobre todo en lo que a la industria petrolera necesitada de tecnología avanzada se refiere. También debería servir para implementar la propuesta “Carta de derechos civiles”, relajar las restricciones contra la prensa e Internet y, por fin, presionar para la liberación de los líderes del movimiento verde, Mir-Hussein Musavi y Mehdi Karrubi, quienes llevan desde febrero de 2011 bajo arresto domiciliario sin que exista sobre ellos acusación formal ni sentencia alguna. En este sentido, Karrubi iniciaba una huelga de hambre el 17 de agosto, exigiendo la retirada de los agentes de seguridad de su vivienda y un juicio para aclarar su situación. Aunque los agentes se retiraron y tras su paso por el hospital Karrubi regresó a su domicilio, no se prevé ningún otro cambio, a pesar de la presión de los sectores reformistas sobre el presidente Rohaní para que intervenga directamente en el tema de los prisioneros políticos.

Rohaní tuvo durante su primer período una tensa relación con la Guardia Revolucionaria o Pasdarán, y cualquier cambio que se intente hacer para dinamizar la economía iraní chocará contra los intereses de grupo de la Guardia. La necesaria reforma del sistema bancario afectará a determinadas instituciones financieras controladas por los Pasdarán, que surgieron para canalizar el flujo de dinero efectivo que no podía ser transferido al exterior por las sanciones que retiraron a Irán del sistema internacional SWIFT. La imposición de un sistema impositivo generalizado, que incluya a las grandes fundaciones religiosas o bonyads y otras empresas semi-públicas y privadas que controla la Guardia y que hasta ahora estaban exentas de tributación, también será un punto de fricción con el presidente. Consciente de ese desafío, Rohaní decía en su primera conferencia de prensa tras su reelección que “nuestra gente ama a las fuerzas militares desde lo más profundo de sus corazones. Nuestra gente también ama a las otras ramas del poder y los medios, pero no pueden aceptar que una sola organización nacional… se convierta en un partido político”,11 dejando claras sus intenciones de limitar el poder de los Pasdarán en el futuro. El nombramiento de un general del ejército regular en lugar de un guardia revolucionario para el cargo de ministro de Defensa ha sido entendido en este sentido.

Un nuevo desafío interno, que se suma a los anteriores y puede complicar el próximo mandato de Rohaní, es la aparición por primera vez en Irán de atentados terroristas en plena capital iraní, en lugares emblemáticos como el parlamento y la tumba de Jomeiní, y reclamados por Daesh/ISIS. Las críticas internas de los sectores conservadores no se hicieron esperar, principalmente desde medios como Kayhan, Raja News y Tasnim News, y se culpabilizó al presidente de estos ataques, al lograr con su política y la firma del JCPOA un debilitamiento de la Guardia Revolucionaria y de la defensa del territorio nacional.12 El reciente lanzamiento de misiles tierra-tierra desde la provincia de Kermanshah contra territorios controlados por Daesh/ISIS en Deir Ezzor sería una demostración de fuerza de los Pasdarán como respuesta a los ataques que, según fuentes iraníes, habrían sido coordinados con los gobiernos de Iraq, Siria y Rusia.13

Los desafíos externos del presidente Rohaní

¿Hasta qué punto el presidente iraní controla la política exterior? Y más relevante aún para solucionar los conflictos regionales, ¿puede Rohaní convencer a los países del Consejo de Cooperación del Golfo y otros Estados regionales que Irán quiere reducir la tensión bilateral existente y no desea, como se asegura en la ribera sur del golfo, restablecer un Imperio Persa?

En primer lugar, durante la campaña electoral de mayo pasado la política exterior apenas apareció la agenda de discusiones, excepto el JCPOA. Al parecer, existió un acuerdo tácito para evitar discutir cuestiones que podrían haber provocado más descontento dentro del establishment militar, como el papel de Irán en Siria e Iraq. Aunque existe un consenso generalizado entre la elite política y el común de los iraníes que defender el gobierno de Assad en Siria es necesario para proteger las propias fronteras iraníes, toda vez que una victoria de Daesh representaría un claro desafío territorial, empieza a haber voces debatiendo la necesidad de terminar con una guerra que dura ya demasiado. Sin muchos avances visibles en la economía iraní como resultado del acuerdo nuclear, aparte de la reducción de la tasa de inflación a un solo dígito, algunos consideran que el alto coste financiero y en vidas que el conflicto sirio representa es demasiado alto para Irán. Sin embargo, el debate interno es aún muy débil como para generar un cambio en la dirección del gobierno, y mucho menos para cuestionar el papel que los Pasdarán están teniendo en las dos guerras de Siria e Iraq.

Rohaní, por su parte, no parece estar muy interesado en cambiar ningún aspecto de la actual política iraní en el exterior, especialmente con respecto a Siria e Iraq, toda vez que su prioridad no ha sido la política regional sino la internacional, tratando de mejorar las relaciones políticas y económicas con Europa, Asia y las organizaciones internacionales para atraer inversiones y conseguir el levantamiento efectivo de las sanciones. En este sentido, la muy dispar recepción que la victoria de Rohaní ha tenido en EEUU y Europa ha sido evidente. Mientras que Federica Mogherini, la representante europea en política exterior, y otros jefes de Estado europeo enviaban sus felicitaciones al reelecto presidente, Donald Trump iniciaba una gira por Arabia Saudí en la que firmaría acuerdos comerciales en armas por cerca de 110.000 millones de dólares, dejando claro que la amenaza a la estabilidad y seguridad en la zona es Irán, y que en definitiva esas armas iban a ser usadas para frenar tales amenazas.

También es destacable la diferencia no sólo entre la UE y EEUU sino también dentro de la Administración Trump en relación a los atentados de Teherán. Mientras que la Secretaría de Estado emitía un escueto pero correcto comunicado de condena y condolencias con las víctimas,14 la Casa Blanca se despachaba con un “subrayamos que los Estados que patrocinan el terrorismo corren el riesgo de ser víctimas del mal que promueven”.15 Para Irán, por lo tanto, reforzar los lazos con Europa es clave para contrarrestar el efecto negativo que tendrán los años de Trump en la presidencia de EEUU. Un acercamiento a Europa, con sólidas conexiones económicas y comerciales, y con diálogo político, evitará un aislamiento iraní a nivel internacional como el que ya ha sufrió en la década de los 80 y durante el período de Ahmadineyad.

Por otra parte, las políticas de seguridad y defensa parecen hoy más que nunca estar alineadas por las líneas básicas definidas por el líder Jameneí (y que, en definitiva, no son muy distintas a las establecidas por el fundador de la república, Ruhollah Jomeiní), e implementadas por la Guardia Revolucionaria, al margen de las directivas de la presidencia y el Ministerio de Asuntos Exteriores. Esta idea, que es percibida en el seno del Consejo de Cooperación del Golfo como el principal impedimento para establecer conversaciones directas con un gobierno que no estaría en control absoluto sobre la política exterior, es reproducida también en algunos sectores de la sociedad iraní, como tuve ocasión de comprobar tras entrevistas realizadas en Teherán entre enero y mayo pasados. También entre los iraníes existió el temor de que los Pasdarán hubieran dado un paso extra para controlar las instituciones políticas a través de las elecciones, algo que finalmente no ha pasado el 19 de mayo. Lo antedicho no significa, sin embargo, que Rohaní no vaya a contestar la influencia de la guardia sobre la política exterior, pero que lo haría sólo en las áreas en donde no hay desacuerdo entre la clase política y en las que cuenta aún con un amplio apoyo popular y, a la postre, sigue siendo su principal logro: el acuerdo nuclear.

Existe, no obstante, algo más preocupante para el reelecto presidente, y es el desafío que representan los acontecimientos y declaraciones que provienen de la orilla sur del Golfo Pérsico. A principios de mayo el ministro de Defensa Saudí, Mohamed bin Salman, expresaba en una entrevista que sería imposible establecer un diálogo con Irán debido a la creencia de los chiíes en el regreso del Mahdi,16 una escalada sin precedentes en la batalla discursiva sectaria. No obstante, la mención del “mahdismo” ya se había utilizado con anterioridad para criticar a Ahmadineyad y decir que debido a esta creencia la idea del “holocausto nuclear” claramente justificaba el interés iraní en poseer y utilizar su armamento nuclear para acelerar la llegada del Mahdi oculto.

Por otra parte, la cumbre árabe-islámica-norteamericana llevada a cabo en Riad un día después de las elecciones iraníes, y las declaraciones del presidente Trump y el rey Salman, dejaron claro que la “alianza anti-terrorista” está orientada principalmente hacia Irán como patrocinador del terrorismo en la región.17 En esta reunión, a la que el único Estado de la Conferencia Islámica no invitado fue Irán, sólo se habló de terrorismo, de acuerdos armamentísticos y de Irán. En su discurso, Trump mencionó 11 veces “Irán” o “iraníes”, y sólo una vez en una frase con connotación positiva. “Democracia”, “elecciones” y “derechos humanos” no fueron mencionados para nada. Las señales provenientes de la cumbre, y del Senado norteamericano, que en la misma fecha iniciaba el debate sobre la imposición de nuevas sanciones contra Irán por su programa misilístico, llegaron rápidamente a Irán. Siguiendo con la misma lógica, el reciente nombramiento de Michael D’Andrea, un “halcón” encargado de la guerra de los drones y de la caza de Bin Laden, al frente de las operaciones de la CIA referidas a Irán, fue interpretado como una nueva escalada en la política iraní de Trump y rápidamente criticado por los medios de prensa iraníes más conservadores como Fars News.

Tras la cumbre, en la que Trump remarcó que “lots of beautiful military equipment” fueron vendidos recientemente a Qatar, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Javad Zarif, respondía que “beautiful military equipment can’t buy Middle-East peace” en un artículo publicado en el New York Times el 26 de mayo. En su escrito, Zarif reafirmaba los esfuerzos iraníes en des-escalar el conflicto en Siria al proveer la base de la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, así como asegurar un acuerdo a largo plazo con Turquía y Rusia. Más aún, confirmaba el interés que Irán tenía de terminar la guerra en Yemen desde los primeros días de la contienda, al ofrecer un plan de cuatro puntos que habría sido supuestamente rechazado por Arabia Saudí.18 En un tono similar, Rohaní remarcaba en su conferencia de prensa post-electoral que “la cuestión del terrorismo no puede ser resuelta dando dinero a las superpotencias”, en clara alusión a las compras de armas por sus vecinos del CCG. Etiquetaba también a la cumbre como un “acontecimiento ceremonial” que no tenía valor político ni tendría resultados tangibles. Finalizaba sus comentarios diciendo que “la nación iraní ha decidido ser poderosa; nuestros misiles son para la paz y la defensa… Estados Unidos debe saber que cuando necesitemos testear técnicamente un misil lo haremos, y no esperaremos su permiso”.19 Semanas más tarde, el 15 de agosto, Rohaní advertía que Irán denunciaría el acuerdo en “horas” si las sanciones eran reimpuestas, y el director de la Agencia de Energía Atómica de Irán, Alí Akbar Salehi, aseguraba que Irán podía “reiniciar el enriquecimiento de uranio al 20% en cinco días”.20

Estos discursos deben ser entendidos como signos de fortaleza que las autoridades iraníes quisieron remarcar no sólo frente a las declaraciones y decisiones militaristas provenientes de Riad y Washington, sino también frente a los adversarios internos de Rohaní, quienes consideran que su administración ha debilitado la posición de Irán en la región al claudicar frente a las imposiciones estadounidenses al firmar el JCPOA.

Una muestra más de lo sensible que es la cuestión iraní en el seno del CCG es el disparador de la crisis desatada como consecuencia de un supuesto hackeo de la web de Qatar News Agency, en la que se atribuyeron al Emir Tamim al-Thani declaraciones sobre Irán, Israel y EEUU.21 No es casual tampoco que la crisis estallara tras la cumbre de Riad, el 24 de mayo, y que tras el apoyo explícito de Trump, via Twitter, Emiratos y Arabia Saudí exigieran a Qatar que rompiera sus relaciones con Irán. Lejos de hacerlo, y a pesar de que ambos países, más Bahréin y Egipto, decidieran imponer unilateralmente un bloqueo y sanciones muy duras contra Qatar, al que acusan de apoyar al terrorismo y a otros Estados que desestabilizan la región, Qatar ha encontrado en Irán su única vía de salida marítima y aérea para romper el bloqueo y recientemente anunció el envío de su embajador en Teherán, llamado a consultas en enero de 2016. A su vez, Irán, que también acusa a Qatar de patrocinar grupos terroristas en Siria e Iraq, ha elegido la vía pragmática, ofreciendo todo tipo de ayuda a su vecino del sur, toda vez que afecta al éxito y la credibilidad de la causa saudí.22 En este sentido, un estrechamiento de las relaciones entre Irán y Qatar no es esperable más allá de la conveniencia táctica, ni tampoco deseada por ninguno de los dos Estados. A pesar de la situación generada con Arabia Saudí, Qatar sigue viendo a Irán como una amenaza a nivel regional en el largo plazo, y la reciente firma de un contrato con EEUU para comprar aviones de combate F-15 por 12.000 millones de dólares23 no debe ser entendido solamente en el contexto de la actual crisis sino también en función de su vecino del norte.

Conclusiones

Dentro del marco descrito anteriormente, las restricciones internas y los desafíos externos, resulta poco probable que el presidente Rohaní pueda ejercer una política exterior más moderada que la que ha llevado adelante en su primer mandato. Si bien Rohaní ha manifestado su intención de continuar por la senda de la moderación y el diálogo, existen restricciones internas y desafíos externos que condicionarán los próximos cuatro años de mandato. A nivel interno, el peso político y económico que tiene la Guardia Revolucionaria limitará la capacidad presidencial para implementar las reformas necesarias para reactivar la economía, hacer más transparente el sistema bancario e implementar un sistema impositivo que libere al Estado de la fluctuación de los precios del petróleo. El consenso que intentó buscar en su anterior mandato será seguramente cambiado por una política más asertiva con un gabinete más orientado al reformismo.

La influencia que los Pasdarán tienen sobre la implementación de la política exterior también limitará las posibilidades de Rohaní de promover algún cambio en el comportamiento iraní en Siria e Iraq. Tampoco existe una presión interna para que esas políticas cambien, toda vez que la retórica proveniente de Arabia Saudí y EEUU invita a elevar el tono de la confrontación sectaria y estratégica en la región del Golfo Pérsico, y más aún tras los atentados de Teherán y la actual crisis dentro del GCC, que evidencian un incremento de la tensión entre todos los estados de la región.

Luciano Zaccara, Research Assistant Professor in Gulf Politics, Qatar University; Visiting Assistant Professor, Georgetown University in Qatar; y Director del OPEMAM, Observatorio Político y Electoral del Mundo Árabe y Musulmán


1 El jefe de campaña de Raisí, Ali Nikzad, denunció irregularidades en cerca de 3 millones de votos, y el secretario del Consejo de Guardianes, Abbas-Ali Kadkhodaei, exigió al Ministerio del Interior el recuento de votos; sin embargo, el mismo Consejo dio por finales los resultados el 30 de mayo. Véanse Guardian Council checking complaints by defeated Raeisi, The Iran Project, y Iran’s Vetting Body Approves Presidential Elections Results, Tasnim News Agency.

2 Véase https://www.thepeninsulaqatar.com/article/24/08/2017/Qatar-to-reinstate-ambassador-to-Iran.

3 Ceremonia completa de la inauguración con los discursos.

4 Rohaní obtuvo el 57,1% de los votos (23,6 millones) en comparación con el 50,7% (18,6 millones) de 2013.

5 Véase L. Zaccara, “¿Quién ha ganado las elecciones iraníes?”.

6 Véase Rouhani’s 16 picks win vote of confidence, Mehr News Agency.

7 Véase Rouhani appoints 3 women to 2nd-term cabinet, Mehr News Agency.

8 Véase Can Tehran City Council Catapult the Younger Hashemi Rafsanjani onto the Political Stage?, Iranian Diplomacy.

9 Véase The Leader installs new members of Expediency Council, The Office of the Supreme Leader.

10 Véase Iran’s Larijani Re-Elected as Parliament Speaker for 10th Consecutive Year, Tasnim News Agency.

11 Véase Rouhani: Engagement, path to global peace, stability, Iran Review.

12 Véase Principlists Blame Tehran Terrorist Attacks on Hassan Rouhani, Iranian Diplomacy.

13 Véanse Iran Launches Missile Strikes at ISIL to Avenge Tehran Terrorist Attacks, Fars News Agency, y Iraqi Parliament: Iran's Missile Strikes Coordinated with Joint Quadrilateral Operations Room, Fars News Agency.

14 Véase Press Release: Terrorist Attacks in Tehran, US Department of State.

15 Véase Statement by the President on the Terrorist Attacks in Iran, The White House.

16 Véase Dialogue With Iran Is Impossible, Saudi Arabia’s Defense Minister Says, The New York Times.

17 Véase el discurso completo de Trump en la cumbre.

18 Véase ‘Beautiful Military Equipment’ Can’t Buy Middle East Peace 333, The New York Times.

19 Véase Rouhani: Engagement, path to global peace, stability, Iran Review.

20 Véase Iran can resume nuclear enrichment to 20% purity in 5 days: Salehi, Tehran Times.

21 Véase Hackers take aim at Qatar by publishing fake news on QNA, Doha News.

22 Véanse The Qatar Crisis: How do Iranians view the story?, Iranian Diplomacy, y IRICA offers special facilities for goods export to Qatar, Mehr News Agency.

23 Véase US signs deal to supply F-15 jets to Qatar after Trump terror claims, The Guardian.

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