Los espurios llantos de Odón Elorza

Odón Elorza fue alcalde de San Sebastián entre 1991 y 2011. Durante esos 20 años, jamás visitó el cuartel que la Guardia Civil tenía en esa ciudad, el de Intxaurrondo. Ello, a pesar de que 102 guardias civiles de ese cuartel, 102, fueron asesinados por ETA. El que fue alcalde de San Sebastián tuvo muchas ocasiones para acompañar con su llanto a las viudas de aquellos guardias asesinados, pero ahora vemos que prefirió reservar sus lágrimas para enjuagar los pactos entre su partido y la formación que dirige Arnaldo Otegi.

Odón Elorza, el pasado miércoles, usó a las víctimas. Ante una apelación a la dignidad con la que todos los demócratas debiéramos condenar la vulneración de los derechos humanos que representó el terrorismo, su reacción fue la de soliviantarse ante la obviedad y contraatacar recordando los nombres de aquellas víctimas a las que conoció personalmente.

Lo que hizo Odón Elorza el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados fue el acto más espurio de utilización de las víctimas del terrorismo que se pueda recordar. Puso el pie sobre su recuerdo para, alzado sobre él, legitimar su discurso, legitimarse a sí mismo y defender así su proximidad a quienes no condenan los atentados. Para ello, teatralizó una indignación histriónica, que no obedecía al dolor por los asesinados, sino a lo que considera una injusta imputación a sus socios y a sus pactos.

El llanto no limpia la sangre, Odón. Apelar al nombre de unas víctimas para que no se haga un juicio ético de vuestros acuerdos es una contradicción perversa. Citaste emocionado los nombres de Mújica y Ordóñez para deducir que sólo tú y los que piensan como tú pueden extraer conclusiones certeras de lo que ocurrió y que cualquier otra mención a esa causa es miserable. Sí, miserable. Tú mismo escogiste el calificativo. El que más te conviene.

Pero no fue la única contradicción en la que incurrió Elorza. Concluyó diciendo que lo que sí que hay en el Congreso son “franquistas” y unas “derechas de vocación golpista”. Acusaciones graves contra la representación de la derecha más joven que ha habido nunca para defender que no hay responsabilidades éticas entre quienes, como Mertxe Aizpurúa, han sido condenados por apología del terrorismo o condenados por secuestro terrorista, como su jefe, Arnaldo Otegi.

Elorza era el diputado adecuado para la ocasión. Carente de escrúpulos, se atreve a imputar a la oposición los crímenes que no han cometido y tampoco tiene prejuicios para exonerar de cualquier responsabilidad moral a quienes arrastran un vagón de muertos.

Qué afición por calificar de franquistas a sus adversarios. Ya lo hizo Odón Elorza llamando “reaccionario franquista” a Gregorio Ordóñez por no incorporar un barrio obrero de San Sebastián en un folleto turístico. Ahora lo vuelve a hacer, vuelve a llamar franquistas a los que recuerdan su nombre y el de otros que como él fueron asesinados para evidenciar el vergonzoso encuentro de su partido con quienes justifican sus crímenes.

La indignidad en la que se ha sumido Odón Elorza señala el lugar que quiere ocupar el PSOE en la nueva fase política. Un espacio que no se atiene a criterios de respeto democrático, sino a arengas emocionales de con nosotros o fascistas. El modelo social para el que se han ganado a la representación más abyecta de la izquierda europea, a la que Elorza dedicó el poco crédito que le quedaba intentando lavar con sus sollozos la vergüenza moral que los domina.

En Intxaurrondo hay una imagen dedicada al santo Cristo de la Serenidad, una talla que se singulariza por tener la llaga del costado marcada con tantas gotas de sangre como guardias civiles han sido asesinados en ese cuartel. Lástima que el que fuera su alcalde, Odón Elorza, nunca quisiera acercarse a conocerla.

Javier de Andrés es exdiputado general de Álava y exdelegado del Gobierno en el País Vasco.

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