Los hechos y las normas

Por Josep Maria Vallès, Conseller de Justícia de la Generalitat (EL PERIÓDICO, 07/11/05):

En pleno debate sobre el proyecto de Estatut, no me ha sorprendido tu artículo de hace pocos días (Final de trayecto personal, 27/10/ 2005). Me habías puesto sobre aviso. Y me siento interpelado, porque hemos compartido muchas horas de conversación en estos últimos años. Redacto estas notas como si fueran un nuevo episodio de este diálogo que debe continuar. Afirmas, para empezar, que tú has llegado al reconocimiento de Catalunya más por la vía de la cabeza, que por la del corazón. Sabes bien que no eres el único. Son millares --¿millones?-- quienes han hecho este mismo recorrido personal. Lo han hecho desde su propia experiencia, como hombres y mujeres llegados a Catalunya con un bagaje emocional y cultural adquirido allí donde nacieron. Catalunya es para ellos una realidad que asumen desde la experiencia de sus vidas.

PERO TAMBIÉN son millares --¿millones?-- los que en Catalunya han llegado al reconocimiento de España más por la vía de la cabeza que por la vía del corazón. Sus contactos profesionales, amistosos o familiares con gentes que viven fuera de Catalunya les han convencido de que España es una realidad socialmente arraigada. No les satisface la forma política en que se organiza. Pero admiten su existencia por mucho que algunos eviten pronunciar su nombre. Esta combinación de cabeza y corazón, de razón y de emoción --una combinación que predomina en la gran mayoría de catalanes--, es justamente la que da fortaleza a la propuesta catalana de Estatut y me hace confiar en su futuro. Afirmas, por tu parte, que te preocupa, no tanto la letra del proyecto de Estatut, como la "idea que lo inspira", el "espíritu que lo informa". Pero como jurista pragmático sabes --me lo has repetido tú en muchas ocasiones-- que "la fuerza normativa de los hechos" se impone sobre los textos legales y sobre su mismo "espíritu". Por ello, a mí me tranquiliza esta fuerza de los hechos. Y los hechos con fuerza normativa son hoy los millones de catalanes capaces de combinar identidades --catalana, española-- e intereses --sociales y económicos--. Estos millones de hechos son los que dan vigor y legitimidad a las reglas de convivencia. No es la letra de la ley, ni el presunto espíritu de un legislador mitológico. Abundan los ejemplos de textos constitucionales todavía vigentes que se han alejado del presunto espíritu que los alumbró. Un ejemplo cercano es la propia Constitución de 1978, que ha dado lugar a un modelo territorial que no previeron ni su letra, ni su espíritu. Comparto contigo que el estilo del proyecto de Estatut es francamente mejorable. Pero no se trata de concurrir a un premio literario. Ni de limitarse a una disputa jurídica entre constitucionalistas. Lo que está en juego es un acuerdo político. Un acuerdo que abra cauces para una mejor convivencia entre todos los ciudadanos de España, liberando energías enredadas aún en las viejas disputas sobre el Estado-nación o sobre la soberanía. No creo que hayas entendido mal la propuesta política formulada por Maragall. Ni que hayas cometido error alguno al apoyarla. Reconozcamos que las formulaciones maragallianas no tienen --no pueden tener-- la precisión de la ley hipotecaria. Y que sus movimientos tácticos no son siempre impecables. Pero hay en la propuesta de Maragall una fuerte intuición basada en el potencial constructivo que encierra una revisión de las relaciones entre Catalunya, España y Europa. Es una intuición fundada en una visión postnacionalista, superadora de la obsoleta identificación entre Estado y nación. No es nacionalista, como le achacan. Pero tampoco ha querido ser visceralmente hostil a un nacionalismo catalán --que no comparto-- que es denunciado por muchos que se instalan en nacionalismos tanto o más rancios. Por ello, creo poco relevante que el preámbulo del Estatut sea poco o nada antinacionalista. Lo que siento es que no sea más expresamente postnacionalista, porque ésta es la vía de futuro. Y porque pienso que ésta es la preferida por la gran mayoría de los catalanes, a menudo sin formularlo así.

POR LO MISMO, lamento y me decepciona sobremanera que gran parte de la opinión pública española, y de sus cúpulas políticas, económicas o mediáticas, se coloquen todavía muy lejos de esta nueva aproximación postnacionalista, pese a los alardes cosmopolitas de algunos. Estas últimas semanas han revelado de modo clamoroso la diferencia de actitudes entre la mayoría de ciudadanos catalanes y la mayoría de ciudadanos españoles. No lo indican sólo la distancia entre los 120 votos del Parlament y el vocerío mediático que quiere negarles legitimidad. Lo expresan también todas las encuestas de opinión al constatar que el debate no se enfoca ni valora del mismo modo a uno y otro lado del Ebro. Si a alguien le faltaban datos para justificar la necesidad de revisar las relaciones entre Catalunya y el resto de España, los tiene ahora sin recurrir a la historia: le es suficiente compulsar los resultados de las encuestas publicadas en medios de todas las orientaciones políticas. Zapatero y una parte --quizá no mayoritaria, pero sí muy significativa-- del PSOE son conscientes de estos datos. Y los valoran más allá de consideraciones electoralistas. Saben que no pueden escapar de la fuerza de los hechos y se esfuerzan por definir un punto de encuentro razonablemente aceptable para ambas partes. Un punto de encuentro al que habrá que dar un envoltorio jurídico-constitucional adecuado, con imaginación y sin fetichismos. No será una solución duradera hasta el fin de los tiempos. Pero servirá para dar un paso adelante en los trayectos colectivos e individuales de nuestros conciudadanos. Por lo que al mío respecta, poner un obligado punto final al compromiso institucional no significará abandonar el empeño por seguir impulsando la necesaria superación del viejo esquema nacional-estatista que pesa todavía como una hipoteca sobre el futuro que Catalunya y España --quizá más todavía-- necesitan. Quiero creer que en este prolongado empeño pueden reencontrarse nuestros trayectos.