Los hermanos Maderal Oleaga

EL 16 de marzo de 1979 en Bilbao moría asesinado por la ETA el veterano caballero legionario don José María Maderal Oleaga, presidente de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Vizcaya y empleado de Iberdrola, cuando se desplazaba a primera hora de la mañana desde su domicilio en la calle Bilbao la Vieja a su puesto de trabajo. Unos encapuchados salieron a su encuentro y le vaciaron varios cargadores a quemarropa, al más puro estilo cobarde al que acostumbran. Hoy, cuarenta años después, ningún terrorista ha pagado por este crimen, que no es el único sin esclarecer, pues es una gota en un océano de casi cuatrocientos asesinados que, para vergüenza del Estado, aún están sin castigar.

Don José María era, además, un ejemplar padre de familia; dejó esposa e hijos y con su sangre vertida en la capital vasca se prendió en el cielo una nueva estrella que forma parte de la Constelación de Héroes Legionarios. Partió para unirse a su hermano don Juan Maderal Oleaga, caballero legionario caído en Edchera, en la campaña del Ifni, en el año 1958, y condecorado tras su muerte con la Cruz Laureada de San Fernando, máxima condecoración militar al valor en España y de las más reconocidas y admiradas en el mundo, y ascendido a cabo caballero legionario a título póstumo. Los hermanos Maderal Oleaga eran vascos, naturales de Erandio (Vizcaya), en cuya localidad existía un pequeño parque en honor del Laureado, el parque Maderal», nombre que fue eliminado oficialmente en una de las primeras purgas de la memoria histórica aplicada por los encapuchados a nivel político, tras el advenimiento del nuevo régimen independentista.

También había en Erandio en dicha plaza una estatua en honor del Laureado, estatua que fue arrojada a la ría por los encapuchados, sección agitadores en las calles, y que tras ser recuperada por militares fue trasladada definitivamente a la base de la Legión en Viator (Almería), donde aparece mutilada de uno de los brazos como consecuencia del ataque sufrido, curiosamente el mismo brazo que perdió el fundador de la Legión en acción de combate en las guerras de Pacificación del Rif, en paralela y simbólica mutilación compartida por ambos héroes. No es el único ataque que sufrió la estatua: años antes, los encapuchados, sección bombas indiscriminadas, colocaron colgando del brazo de la estatua del Laureado una bolsa que contenía un potente explosivo, bolsa que fue retirada de ahí por un guardia civil y que acabó finalmente explotando, provocando el destrozo de los cristales de las casas colindantes.

Es evidente que los hermanos Maderal Oleaga eran objetivos de los encapuchados, sección ideológica, porque representaban la máxima expresión de la españolidad del hecho vasco, dos hermanos de una familia humilde que se alistaron a la unidad militar más heroica del Ejército español para servir en los lugares de mayor peligro, y como héroes vasco-españoles fueron abatidos, pero su muerte no ha sido estéril, pues quedan hoy como referentes fundamentales para los jóvenes españoles del futuro.

En una lejana constelación brillan con fuerza esas dos estrellas que fueron hermanos en este ingrato mundo, en una galaxia que forma parte de una fabuloso cúmulo llamado la España celestial.

Hoy y aquí, a pesar de tanto crimen impune e ignominia manifiesta, el nombre de Maderal sigue siendo susurrado todavía en Erandio, porque sus vecinos se siguen refiriendo a su parque con dicho nombre, lo que evidencia que la auténtica memoria de los héroes pervive a pesar de la atmósfera criminosa vivida, y que ha habido espacios de reconocimiento impenetrables y a salvo de los que han ejercicio impunemente el terrorismo en nuestra nación durante las últimas décadas.

Hoy, una de las mejores unidades del Ejército español, la Bandera de Operaciones Especiales de la Legión (la BOEL), lleva el nombre de «Maderal Oleaga» en recuerdo de dos heroicos hermanos, cuya sola evocación nos hace erizar el vello del sentimiento español en su máxima expresión y valor y que nos grita a los cuatro vientos que todos los españoles también somos vascos, porque lo fueron ellos.

Guillermo Rocafort es Veterano Legionario y Profesor Universitario.

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