Los límites de la Alemania prometida

Cientos de miles de inmigrantes están llegando a Europa para escapar de la pobreza y de la guerra. Aún son bienvenidos en la mayor parte de los casos, pero la capacidad de los centros de recepción está alcanzando rápidamente sus límites. Para contener el flujo de inmigrantes a través de la ruta de los Balcanes, Hungría ha impuesto controles en sus fronteras, a los que rápidamente se sumaron los de Alemania, Austria, Eslovaquia, Croacia, Eslovenia, la República Checa, los Países Bajos y Polonia.

Alemania es el destino más buscado por los inmigrantes. En lo que va del año, la mitad de las solicitudes de asilo presentadas en la Unión Europea correspondieron a ese país, aunque el peso de su población solo representa el 16 % de la UE. Hasta septiembre, Alemania probablemente haya recibido unas 400 000 solicitudes o más; debido al tremendo aumento en los flujos migratorios desde el verano y antes del restablecimiento de los controles fronterizos, se prevé que 800 000 personas buscarán asilo este año.

Además, la inmigración regular hacia Alemania podría alcanzar nuevamente la marca de las 400 000 personas, como en 2014. El total representaría una inmigración neta del 1,5 % de la población residente, una proporción extremadamente elevada en términos históricos e internacionales.

El motivo de la preferencia tan fuerte de los inmigrantes por Alemania es que ese país, junto con Suecia, tiene el sistema de asilo más liberal en Europa y asignan niveles especialmente elevados de financiamiento para recibir a los recién llegados. Se transfieren entre 1000 EUR (1120 USD) y 1200 EUR por persona por mes a las municipalidades para cubrir los costos relacionados. El valor de los beneficios que reciben los inmigrantes en Alemania es un múltiplo de los salarios que pueden ganar en sus países de origen (si es que logran conseguir empleo allí).

La Convención de Dublín, según la cual el primer país de la UE al que llega un inmigrante está obligado a registrar y procesar su solicitud, hace tiempo que viene siendo ignorada. Grecia e Italia simplemente saludan a los refugiados mientras siguen su camino. Alemania aceptó, con gran fanfarria, una gran cantidad de refugiados no registrados de Hungría y les ofreció una cálida bienvenida. Probablemente esta decisión haya tentado a tantos refugiados adicionales de los países árabes que Alemania se vio obligada a imponer controles fronterizos.

Lo que el gobierno alemán no tuvo en cuenta es que cada refugiado que logra ingresar al país inmediatamente envía un mensaje de texto con las buenas noticias a su país de origen, alimentando así una nueva oleada de inmigrantes. Los campos de refugiados de la ONU en los países alrededor de Siria están entonces reubicándose gradualmente en Alemania.

Solo una fracción de las solicitudes de asilo es finalmente aprobada, porque la mayoría de los postulantes no son perseguidos por motivos políticos, sino que se trata de inmigrantes económicos. En el primer semestre de 2015, por ejemplo, un cuarto de las solicitudes provinieron de Siria e Irak, de las que una proporción significativa ya había encontrado refugio en los campos de la ONU en esos países o a su alrededor. Pero la proporción de refugiados sirios aumentó luego rápidamente, en parte porque se difundió la noticia de que los alemanes aprueban la mayoría de las solicitudes sirias.

Si la solicitud es exitosa, al refugiado tiene derecho a llevar consigo a sus familiares. Frecuentemente, las familias árabes envían a sus miembros menores de edad a Alemania con la esperanza, justificada, de que obtengan el derecho para que otros miembros de la familia se sumen luego. Alemania tendrá que lidiar con las consecuencias de esta oleada de refugiados en los años venideros.

Para distribuir la carga de manera más equitativa, Alemania intentó implementar un sistema de cuotas para asignar a los postulantes entre los países miembros de la UE. Pero sus socios de la UE lo rechazaron por «imperialismo moral».

Alemania entonces no logró que se adoptara un sistema que le hubiese procurado un cierto alivio. En lugar de ello, una reunión cumbre organizada rápidamente acordó un sistema de cuotas limitado, que apenas cubrirá a 120 000 personas y cuyo objetivo es aliviar a Hungría, Italia y Grecia... llevará 31 000 refugiados adicionales a Alemania.

Para evitar el caos, Alemania no tiene más opción que imponer restricciones. Entre los pasos necesarios más urgentes está el desarrollo de la capacidad para distinguir rápidamente –e idealmente, en la frontera– a los refugiados (que enfrentan persecución política) y los migrantes económicos. La Oficina Federal de Migraciones y Refugiados de Alemania podría implementar puestos fronterizos de avanzada para rechazar las solicitudes de asilo sin fundamento y enviar a esos postulantes, de acuerdo con la Convención de Dublín, nuevamente al primer país seguro al que llegaron.

Esto permitiría que Alemania se concentre en la próxima tarea: proporcionar a los refugiados aceptados las lecciones de idioma y la capacitación que necesitan para conseguir empleo lo antes posible.

Hans-Werner Sinn, Professor of Economics and Public Finance at the University of Munich, is President of the Ifo Institute for Economic Research and serves on the German economy ministry’s Advisory Council. He is the author, most recently, of The Euro Trap: On Bursting Bubbles, Budgets, and Beliefs. Traducción al español por Leopoldo Gurman.

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