Los migrantes rescatan a México y a López Obrador

Trabajadores mexicanos en Tijuana en mayo de 2020. Credit Guillermo Arias/Agence France-Presse — Getty Images
Trabajadores mexicanos en Tijuana en mayo de 2020. Credit Guillermo Arias/Agence France-Presse — Getty Images

En medio de la desolación por la pandemia que enfrentan los más pobres en México —se estima que habrá un incremento del 51 por ciento en la pobreza extrema— las remesas se han convertido en un salvavidas para millones de familias. E, indirectamente, también en un bálsamo para la popularidad del presidente de México.

El gobierno mexicano no tiene un plan de recuperación económica que transfiera suficientes recursos a los pobres ni a los trabajadores. Sus programas sociales solo atienden a 22 millones de personas aunque existen más de 52 millones de pobres y no hay un solo programa que ayude a los desempleados que ha dejado el coronavirus más allá de la repartición de unas 500.000 despensas.

Pero ese vacío del gobierno de México podría tener una inesperada red de seguridad: las remesas que mandan trabajadores mexicanos o mexicoamericanos a sus familias en el país. A contracorriente de lo esperado por múltiples expertos (dado que la comunidad latina ha sido desproporcionalmente afectada por el virus), las remesas no solo no han disminuido en México, sino que han aumentado respecto al año anterior en casi el 36 por ciento hasta alcanzar, en marzo, un máximo histórico desde 1995.

Una vez más, el pobre y el trabajador han quedado desamparados por el Estado mexicano y en manos de los mismos salvadores del pasado: los inmigrantes que trabajan —ahora sin protección y rodeados de un discurso de odio— en Estados Unidos.

La tendencia al alza de las remesas bien podría continuar debido a que muchos de los migrantes mexicanos son considerados trabajadores esenciales en Estados Unidos y continúan laborando sin interrupciones. En la industria del empaquetado de carnes estadounidense, por ejemplo, se estima que el 80 por ciento de los trabajadores son migrantes indocumentados o refugiados y el 22 por ciento del total de los trabajadores en la industria alimentaria son migrantes.

De hecho, un fenómeno similar se observa en México, donde, por ejemplo, la cantidad de horas trabajadas aumentó en marzo entre los agricultores hombres y el desempleo ha bajado en la población con nivel de educación secundaria; es decir, entre quienes con frecuencia laboran en actividades esenciales como preparación de alimentos, paquetería o en servicios de transporte.

En este sentido, la pandemia podría ser muy diferente a otras crisis que han afectado a México pues demandaría que muchos trabajadores de industrias esenciales continúen trabajando y teniendo ingresos tanto en México como en Estados Unidos.

A este panorama se agrega un factor potencialmente benéfico para las familias mexicanas que reciben remesas. La crisis ha venido acompañada de un aumento del valor del dólar con respecto al peso. Esto ha causado que el poder de consumo de los hogares receptores de remesas haya aumentado casi un 53 por ciento en marzo con respecto al mismo mes del año pasado. Este aumento compensa las pérdidas de ingreso que, se calcula, ocurrirán por la crisis del coronavirus.

Las remesas no solo compensarían la falta de ayudas de parte del gobierno y la disminución del ingreso de muchos mexicanos, también podrían impulsar la aprobación del sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Estudios de la economía mexicana han demostrado que la popularidad de los presidentes suele crecer cuando las remesas aumentan. López Obrador, quien ya ha experimentado un aumento en su aprobación durante abril, podría llegar a niveles históricamente altos si las remesas siguen aumentando o no se reducen.

Es paradójico, porque precisamente López Obrador ha desatendido a los migrantes y los más pobres ante la llegada del coronavirus. Presionado por Estados Unidos, México ha endurecido y militarizado su política migratoria. Además, bajo la concepción de que la deuda pública solo ayuda a los empresarios ricos y termina siendo pagada por los más pobres, el gobierno se ha rehusado a implementar un paquete económico de apoyo amplio a los más pobres. Sin apoyos, se calcula que casi el 46 por ciento de las familias mexicanas no contará con ingresos laborales suficientes para comer al terminar el 2020.

México le debe mucho a sus migrantes. La mayoría de los beneficiarios de remesas están en estados pobres con alto nivel de expulsión migratoria. En entidades como Michoacán, Guerrero y Oaxaca las remesas representan entre el 11 y 10 por ciento de su PIB. Sin su apoyo, familias enteras quedarían en la pobreza. De acuerdo con algunas encuestas, sabemos que el 69 por ciento de los migrantes son responsables de mantener económicamente al menos a dos personas en sus comunidades de origen.

Es momento de que el gobierno mexicano se tome en serio la protección de los migrantes mexicanos y sus fuentes de ingreso.

Se debe negociar directamente con Estados Unidos la inmediata regularización de los migrantes indocumentados esenciales que actualmente mantienen a la población estadounidense alimentada y a su economía en pie. Un programa de visas temporales de emergencia que permita que los migrantes coticen ante el Instituto Mexicano de Seguridad Social sería un buen paso.

También el gobierno debe regular más y mejor a los bancos. Estos se quedan con entre el 1 y el 5,2 por ciento del dinero de los migrantes debido al cobro de comisiones y a tipos de cambio muy desfavorables. Para una remesa de 300 dólares, por ejemplo, la banca se queda con aproximadamente 24 dólares (o 386 pesos). Ese dinero es suficiente para alimentar a la esposa e hijo del migrante por cinco días en zonas rurales.

Como la política social del gobierno mexicano no cambió en nada significativo para atender la pandemia, lo más probable es que los migrantes serán las grandes heroínas y héroes de esta crisis en México. Y debemos asegurarnos de que sean tratados con la dignidad y cuidado que implica ser un trabajador esencial.

López Obrador debe hacer lo que pueda para protegerlos por vías diplomáticas y políticas. Sin la migración las remesas caerán por fuerza y todo México se verá afectado.

Viri Ríos es analista política y colaboradora regular en español de The New York Times.

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