Los otros piratas sin escrúpulos de Somalia

La reciente aprobación, por parte de los ministros de Defensa de la Unión Europea de la Operación Atalanta contra la piratería en el Golfo de Adén, es una buena oportunidad para reflexionar sobre las prioridades y motivaciones de la comunidad internacional en esta región y sobre su compromiso con uno de los rincones más olvidados del planeta: el Cuerno de Africa. Los casos del petrolero Sirius Star y del atunero español Playa de Bakio generaron la atención política y mediática que durante años no mereció el asalto continuado contra los barcos cargados con ayuda humanitaria que intentaban llegar a Somalia. Nunca se presta atención a otro drama, más silencioso, que afecta a la región. Aparte de los ataques de piratas contra barcos comerciales existe otro tráfico en el Golfo de Adén: el de personas. Se trata de las embarcaciones que salen de la costa norte de Somalia, y que cruzan hasta Yemen cargadas con seres humanos que viajan en dramáticas condiciones y arriesgando la vida en la travesía. Ellas son las víctimas olvidadas de las mafias del estrecho.

La población somalí, hoy, vive en la emergencia diaria: violencia descontrolada, desplazamientos masivos, falta de acceso a servicios básicos, crisis nutricionales recurrentes y, sobrevolándolo todo, el olvido. Las organizaciones humanitarias se han visto forzadas a reducir sus programas debido a la inseguridad, y mientras los somalíes huyen para salvar la vida, las fronteras de los países vecinos se cierran. Un número cada vez mayor se dirige hacia el norte en busca de la relativa seguridad que les ofrece Yemen.Por esta misma vía y en las mismas dramáticas condiciones salen cada año miles de etíopes que huyen de la extrema pobreza y la persecución en su país.

El viaje es peligroso, y los contrabandistas son tan crueles como oportunistas. Las pateras salen de la ciudad somalí de Bossaso cargando con más de un centenar de personas hacinadas en espacios donde apenas cabrían 40, incluyendo las reducidas bodegas, en las que muchos mueren asfixiados o aplastados. Sin agua, sin comida y a pleno sol, los pasajeros permanecen sentados en la misma posición durante días, bajo amenaza de ser golpeados o arrojados por la borda al menor movimiento o ruido que hagan.En esas mismas aguas por las que ahora circularán las patrullas militares españolas, murieron en 2007 más de 1.400 personas.Muchas son las responsabilidades que se conjugan en el drama de los refugiados del Golfo de Adén, y no sólo atañen a los traficantes sin escrúpulos. Mientras la comunidad internacional se moviliza para proteger el transporte comercial en el Océano Indico occidental, se ha hecho muy poco, si es que se ha hecho algo, para proteger a quienes huyen forzosamente del conflicto y la pobreza extrema en Somalia y Etiopía. Las potencias globales y regionales, incluyendo Estados Unidos y Etiopía, junto con la Unión Africana, la Unión Europea, y Naciones Unidas, deben asumir sus responsabilidades y asegurar que aquellos que quieren escapar de los horrores de la guerra puedan hacerlo de manera segura.

Aitor Zabalgogeazkoa es director general de Médicos Sin Fronteras en España.