Los peligros de un seguro europeo de depósitos

Los peligros de un seguro europeo de depósitos

Está en debate el establecimiento de un sistema conjunto de seguro de depósitos para los bancos de la eurozona. Los defensores de este plan, liderados por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE), señalan que el seguro de depósitos evitaría el peligro de una corrida bancaria en tiempos de crisis. Si bien este argumento es cierto, los críticos enfatizan la disparidad en los riesgos, debido a que en algunos países existe una elevada proporción de préstamos incobrables en los balances contables de los bancos.

Para abordar esta disparidad de riesgos y avanzar con el plan, los balances contables deberán limpiarse antes de considerar tomar el siguiente paso. Mientras que la proporción de préstamos incobrables en los bancos de los países estables de la eurozona es sólo del 2%, las estadísticas más recientes publicadas por el Fondo Monetario Internacional en abril pasado, muestran una participación del 11% en el caso de Irlanda, 16% en el de Italia, 40% en el de Chipre, y 46% en el de Grecia.

Pero esta asimetría ni siquiera es el principal problema con la propuesta. En primer lugar y lo principal: el seguro de depósitos induciría a una irresponsable asunción de riesgos por parte de los bancos. Permitiría que incluso los bancos zombis de la eurozona obtuvieran depósitos de ahorros a voluntad propia y que los utilizaran para financiar emprendimientos basura en todo el mundo.

Antes de su colapso en el año 2013, los bancos en Chipre tenían que pagar intereses del 4% o más sobre los depósitos para compensar los temores de insolvencia de los ahorristas. Ahora, imagine que los ahorristas llevan sus ahorros a Chipre, sin tener que preocuparse de perderlos, gracias a un seguro de depósito europeo. Los bancos en Chipre podrían recaudar cualquier cantidad de fondos de clientes de cualquier parte de Europa, ofreciendo primas de riesgo mínimas, lo que les permitiría girar una rueda de la fortuna aún más grande de la que ellos hacían girar en el pasado.

Algunos argumentan que este peligro ya no existe, debido a que el BCE ahora supervisa los bancos europeos. Ese es pensamiento ilusorio: ningún regulador bancario podrá evitar una toma de riesgos excesiva una vez que se haya establecido un seguro de depósito. Los bancos no se comportarán de manera muy diferente a la forma en la que se comportaron los Estados que no cumplieron con los límites de su deuda después de que el BCE redujera los diferenciales de tasas de interés por medio de su programa de las llamadas transacciones monetarias directas.

Al menos dos ejemplos recientes ilustran los efectos potencialmente devastadores de los mecanismos colectivos para proteger a los ahorristas, a pesar de la existencia de un regulador bancario conjunto.

Un ejemplo es la crisis de las instituciones de ahorros y préstamos de Estados Unidos, misma que ocurrió en la década de 1980. Protegidas por el seguro de depósitos, las instituciones de ahorro y préstamo de Estados Unidos pudieron atraer, a bajas tasas de interés, grandes cantidades de depósitos de clientes, mismos que dichas instituciones invirtieron en activos que revestían riesgo, aunque aparentemente eran activos rentables. El dinero fue invertido en bonos basura de alto interés, y hubo una transformación impresionante en cuanto a la fechas de vencimientos: ahorros con fechas de vencimiento a corto plazo se transformaron en préstamos a largo plazo con altos interés

Cuando estas apuestas fracasaron, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (en inglés: Federal Deposit Insurance Corporation, FDIC) intervino. Más de 1.000, y probablemente una cifra más cercana a 2.000, instituciones de ahorro y préstamo (S&L) entraron en bancarrota – lo que representaba a aproximadamente la mitad de todos los bancos de ahorros – a un costo combinado de $150 mil millones, de los cuales la FDIC tuvo que pagar $125 mil millones. El informe oficial de una comisión de investigación del Congreso, publicado en el año 1993, halló que, de hecho, el seguro conjunto de depósitos había llevado a los bancos a tomar estas apuestas riesgosas.

El segundo ejemplo involucra a los Landesbanken (bancos regionales) de propiedad estatal en Alemania, los cuales, protegidos por garantías oficiales, pudieron endeudarse a bajo costo y sembrar el dinero en oportunidades de inversión de alto riesgo en todo el mundo. Cuando la crisis asiática alcanzó su punto máximo en el año 1997 y Rusia se declaró en bancarrota al año siguiente, los Landesbanken de Alemania perdieron miles de millones y los contribuyentes alemanes fueron quienes, en último término, pagaron la cuenta.

El hecho de que los Landesbanken posteriormente volvieran a girar la rueda de la fortuna una vez más – y volvieran a fracasar una vez más – cuando se les concedió un período de gracia después de que se retirara la garantía estatal, merece sólo una breve mención aquí. Al fin y al cabo, los Landesbanken ya se habían convertido en bancos zombis antes de eso, es decir en el curso normal de los negocios, debido a la protección de los depositantes e inversores que ofrece la garantía del Estado.

Nada de esto significa que no debería haber alguna forma de seguro de depósito. Sólo significa que no se debe establecer un amplio esquema europeo de seguro de depósitos, incluso después de que se hayan limpiado los préstamos incobrables que ahora están en los libros contables de los bancos. ¿Por qué no dejar el tema en manos de los bancos para que ellos formen grupos de apoyo mutuo? En Alemania, por ejemplo, ahora hay cuatro sistemas distintos de seguro de depósitos.

Esto evitaría el énfasis excesivo en el riesgo compartido y la subestimación de los riesgos de comportamiento inherentes a las soluciones proporcionadas por el Estado. Una solución única e igual para todos, como la que la Comisión de la UE y el BCE persiguen, equivale a un intento de luchar contra ardientes incendios bancarios en Europa utilizando gasolina.

Hans-Werner Sinn, Professor of Economics and Public Finance at the University of Munich, was President of the ifo Institute and serves on the German economy ministry’s Advisory Council. He is the author, most recently, of The Euro Trap: On Bursting Bubbles, Budgets, and Beliefs. Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos.

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