Los periódicos como antídoto

Los periódicos siempre han sido, además de un trepidante proyecto empresarial, un producto social y cultural enraizado en el día a día de las personas. Un diario vive insertado en la cotidianeidad de su ámbito de difusión y respira al mismo ritmo que sus lectores. Esta simbiosis entre prensa y sociedad es particularmente palpable en la prensa local y regional, y se pone de manifiesto con especial crudeza en los momentos más delicados de nuestra historia. Un buen ejemplo fue el papel de los dos periódicos que se encuentran en el origen del actual grupo Vocento, «El Correo» y «El Diario Vasco», en la etapa más dura del acoso terrorista.

Frente al fanatismo de ETA, ambos periódicos actuaron como un antídoto que inoculaba cada día en sus lectores en los pueblos y ciudades del País Vasco una vital dosis de tolerancia y pluralismo. Esos lectores tenían, por supuesto, orientaciones ideológicas y visiones de la identidad vasca diversas y variadas, incluso antagónicas. Pero, cada día, acudían al encuentro de sus conciudadanos en unas páginas que no solo reflejaban esa diversidad, sino que la convertían en una seña de identidad positiva a través de una visión transversal y constructiva de una realidad convulsa.

ETA entendió muy rápido que esa vacuna informativa diaria terminaría por afianzar en la sociedad vasca de la época una tenaz resistencia a su visión intolerante y totalitaria. Y decidió, por ello, arremeter contra los trabajadores, periodistas, directivos y accionistas que encarnaban, con su quehacer profesional diario, el derecho a la información y al contraste de opiniones de una sociedad atenazada por la violencia. Y lo hizo desde los primeros años de la democracia española, con el secuestro y asesinato de Javier Ybarra Bergé, presidente de «El Correo», en 1977.

Le siguieron tres largas décadas de acoso. La persecución fue constante, con decenas de amenazas contra periodistas y conductores de furgonetas de reparto, centenares de cartas de extorsión y pintadas, y el señalamiento permanente con llamadas al boicot de nuestros periódicos y una fuerte presión sobre nuestros lectores. A pesar de que no siempre sentimos el apoyo y el calor que esperábamos de las instituciones, todas las personas comprometidas con el proyecto que encarnaba entonces el Grupo Correo, seguimos adelante conjuradas con nuestra vocación editorial. Esta resiliencia no hizo más que acrecentar la virulencia de ETA, que alcanzó las cotas más terribles en los 2000, tras la ruptura de la tregua-trampa de 1998-1999.

La banda estaba decidida a hacernos pagar ese compromiso con sangre. Hizo todo lo posible por asesinarnos a mí mismo y al entonces director de «El Diario Vasco», un objetivo frustrado solo por las intensísimas medidas de seguridad que nos rodeaban en la época. En aquel año 2000, ETA asesinó a 23 personas: Fernando Buesa y su escolta en febrero, José Luis López de Lacalle en mayo, Jesús Mari Pedrosa en junio, Juan Mari Jáuregui en julio, Joxe Mari Korta en agosto, Ernest Lluch en noviembre, y a varios concejales más del PP, miembros de la judicatura, policías y militares. Además, ETA hizo estallar un artefacto casero en el domicilio de los padres de un redactor jefe de «El Correo» y envió una carta-bomba a un consejero de «El Diario Vasco».

En aquella época, «El Correo» sufrió hasta cinco ataques con explosivos, incluida la explosión de una bomba en nuestras instalaciones de Zamudio en 2008. Uno de nuestros consejeros recibió un paquete-bomba en 2002. La labor policial frustró un atentado contra las instalaciones de «El Diario Vasco» en San Sebastián con una furgoneta-bomba de cien kilos de explosivos, que habría podido acabar con la vida de hasta 12 trabajadores del turno de noche. Hasta que se salieron con la suya el 24 de mayo de 2001 con el cobarde asesinato de Santi Oleaga, director financiero de «El Diario Vasco», compañero y amigo, que murió tiroteado por la espalda cuando salía de una sesión de rehabilitación en una clínica de San Sebastián.

Su muerte nos partió el alma y nos desgarró por dentro. Pero el antídoto de la tolerancia, la resistencia frente al fanatismo y la reivindicación del pluralismo resultaba más necesario que nunca. Y seguimos. Mirábamos cada mañana debajo del coche. Nuestros periodistas no dejaban que sus hijos entraran con ellos al garaje. Estos, al subirse al coche, iban agachados por miedo al tiro en la nuca. Pero los periódicos no fallaron nunca a su cita en el quiosco o en los soportes digitales. En aquel contexto, nació Vocento tras la fusión con Prensa Española en 2001, y la empresa salió a Bolsa en 2006 consolidada como el grupo líder de la prensa diaria en España.

Esta necesaria mirada a un pasado traumático nos permite poner el foco en el papel vertebrador que desempeñan, en esta nueva encrucijada de la Historia, las cabeceras de Vocento y los equipos que las hacen hoy posible. A la pandemia sanitaria se suma una peligrosa epidemia de desinformación, dos virus temibles que amenazan con socavar el tejido social y económico más íntimo de nuestras sociedades. Un contexto global en el que la prensa de calidad está llamada a actuar, una vez más, como antídoto con los mismos atributos de responsabilidad editorial, independencia empresarial y resiliencia ante la adversidad.

José María Bergareche es presidente de «El Diario Vasco» y consejero de «El Correo», exconsejero delegado de Vocento y premio Joxe Mari Korta 2020

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *