Los piratas de la pesca

La piratería frente a las costas del África oriental ha ocupado los titulares en los últimos años, pero hay otro tipo de piratería a la que se ha prestado demasiado poca atención. La pesca pirata en todo el mundo está costando a los pescadores sus empleos e ingresos y está causando graves daños al medio oceánico.

La pesca pirata, con frecuencia llamada pesca ilegal, sin registrar ni reglamentar, priva a medio millón, aproximadamente, de pescadores respetuosos de la ley y a sus comunidades de hasta 23.000 millones de dólares al año en pescado y, como unos tres mil millones, aproximadamente, de personas dependen del pescado como su fuente primordial de proteínas, la pesca pirata tiene también importantes consecuencias antihumanitarias y para la seguridad alimentaria. Además, se sabe que las operaciones de pesca ilegal someten a la tripulación de los barcos piratas a unas condiciones laborales inseguras e injustas en el mar.

Además, la pesca pirata socava los medios de vida de los pescadores respetuosos con la ley de los Estados Unidos y de Europa. Cuando el pescado ilegalmente capturado llega a los mercados mundiales, sus precios bajan y disminuye la cantidad que se puede capturar legalmente y, para colmo de males, los pescadores ilegales usan con frecuencia aparejos destructivos que destrozan los hábitats, ponen en peligo la vida marina y amenazan la pesca correcta.

Como jefa de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional y Comisaria de Pesca de la Unión Europea, respectivamente, que somos, recientemente firmamos un acuerdo transcendental para fortalecer la cooperación conjunta a fin de abordar el flagelo mundial de la pesca pirata. Sólo trabajando juntos podemos luchar con éxito contra las operaciones de pesca ilegal.

Los EE.UU. han empezado a regenerar su pesca y velar por que sea sostenible. La Comisión Europea acaba de presentar una propuesta para reformar la política pesquera común encaminada a regenerar la pesca de Europa. Los datos científicos idóneos son la piedra angular de esas dos políticas, pero no basta con poner orden en nuestras respectivas casas.

Como los peces y otras formas de vida oceánica no permanecen dentro de las fronteras nacionales, la cooperación internacional es esencial para  la salud a largo plazo de los océanos del mundo y la sostenibilidad de la pesca y de los empleos del sector pesquero. Los EE.UU. y Europa tienen una responsabilidad mundial por ser dos de los mayores importadores de pescado. Tenemos que velar por qué se capturado de forma sostenible el pescado que importamos, para que nuestros mercados no contribuyan a la decadencia de los océanos y las comunidades pesqueras que de ellos dependen, en particular las de los países más pobres.

Los EE.UU., Europa y otros países como, por ejemplo, el Japón, han adoptado medidas importantes para abordar la pesca ilegal. Estamos empezando a identificar los buques pesqueros ilegales y a excluirlos de nuestros puertos pesqueros. Los países están adoptando medidas para seguir la pista de las importaciones de pescado y documentarlas. Esta semana, los EE.UU. y la UE vamos a comprometernos a luchar contra la pesca ilegal, fortalecer nuestra vigilancia e imponer el cumplimiento de las medidas de gestión conforme a nuestro papel de países que son partes en las organizaciones regionales de pesca y en diversos tratados internacionales. Nos comprometemos a impedir que los pescadores ilegales se beneficien de su piratería.

Lo que está en juego son millones de puestos de trabajo en unos océanos sanos. Lo que está en juego es la seguridad alimentaria en muchas partes del mundo. Lo que está en juego es la salud a largo plazo de los océanos del mundo. Como aliados que son, los EE.UU. y Europa están dando un importante paso adelante para poner fin al flagelo de la pesca pirata.

Por Jane Lubchenco, subsecretaria de Comercio para los Océanos y la Atmósfera y Administradora de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional, y Maria Damanaki, comisaria de Asuntos Marítimos y Pesca de la Unión Europea. Traducido del inglés por Carlos Manzano.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *