Los pisos y el tipo de interés

Por Joan Hortalà, presidente de la Bolsa de Barcelona (EL PERIODICO, 21/11/03):

Presidente de la Bolsa de Barcelona La presumible burbuja inmobiliaria es una de las incógnitas más relevantes del actual momento económico. En puridad, la existencia misma de una burbuja supone que cuando se pincha no queda nada. Esto, en el peor de los supuestos, no sería el caso en el sector del ladrillo, aunque esta percepción no ahuyenta, de todas formas, el temor de la explosión.

Por hábitos históricos, factores psicológicos y motivos legales, la opción a la propiedad ha prevalecido y prevalece a la relativa al alquiler. Y en estos últimos tiempos aún más, por condiciones favorables en los plazos hipotecarios y, sobre todo, por disfrutar de unos tipos de interés particularmente reducidos. De esta manera, los saldos líquidos de las familias se han orientado a favor de los bienes inmuebles y en contra de cuentas de depósito y posiciones en activos financieros.

Por la acumulación de riqueza que ello supone, es comprensible que el problema de la burbuja pudiera ocasionar un desastre de proporciones considerables. Primero, por el mismo desequilibrio en el ámbito de las finanzas familiares y, segundo, porque un parón en el sector sería un achaque importante en la salud económica del país.

LA EXPLOSIÓN de la burbuja se asocia muy directamente a la posibilidad de que a corto plazo suba el precio del dinero. ¿Están a la vista alzas en los tipos de interés? Los británicos acaban de subir su tasa. Para algunos éste es un aviso de lo que pudiera suceder en la Unión Europea. Pero las decisiones de nuestro Banco Central Europeo (BCE) dependen muy lejanamente de la política monetaria inglesa. Los condicionantes decisivos son, al margen su orden, la evolución coyuntural europea y el referente de la Reserva Federal norteamericana (FED).

En la medida que el peso de Alemania y Francia predomine en el entorno del gobernador del BCE, Jean-Claude Trichet, no cabe esperar por el momento alzas de tipos. Además, la actual fortaleza del euro lo desaconseja. Por lo tanto, el referente vendría de Estados Unidos. Allá, sin embargo, cualquier subida de los tipos de interés, a pesar de que los últimos aumentos trimestrales del PIB casi alcancen los dos dígitos, no es previsible, puesto que en nada aliviarían, sino todo lo contrario, la precaria situación de su mercado de trabajo, en el cual el exceso de capacidad de la última fase expansiva continúa suministrando parados en aumento. Entonces, ¿en qué se fundamenta un temor tan persistente? Ni más ni menos que en el ciclo económico. Efectivamente, el sector inmobiliario, como el resto de sectores de la economía, está sujeto a los vaivenes cíclicos. Los teóricos de las fluctuaciones económicas señalan, en este sentido, que el ciclo de la construcción se inscribe en un intervalo temporal de aproximadamente 20 años y, llegado el caso, sus consecuencias negativas rebajan el PIB nacional en varios puntos, conjuntamente con el hecho de que la desaceleración de los niveles de actividad acostumbra a ser de mayor magnitud y duración que el impacto que ocasionan los descensos del ciclo financiero, en particular en aquellas economías que, como en la española, éste es sector locomotora para el crecimiento económico.

HOY POR HOY, pues, no es previsible que el tipo de interés explosione la burbuja inmobiliaria como consecuencia de desajustes financieros en los presupuestos de las familias. El peligro residiría en cuál sea la trayectoria inmediata del ciclo de la construcción. Desde un punto de vista teórico, podría darse la posibilidad de un cambio de tendencia por el largo periodo de bonanza de que goza el sector. Desde un punto de vista práctico, por disminuir a corto plazo la entrada de capital fresco en el sector ante expectativas negativas respecto de los actuales niveles de rentabilidad, y también por cuanto la demanda de primera vivienda derivada del baby boom de comienzos de los años 70 no fuese compensada por las necesidades adicionales de la inmigración y por las que origina, en este contexto, la opción al divorcio. En uno y en otro caso, el cambio de signo sería de naturaleza cíclica, algo, por otra parte, tan inherente como característico del sistema capitalista.