Los planes educativos tras la pandemia no deben ignorar a las personas más desfavorecidas

La covid-19 ha agravado de manera drástica las desigualdades en el mundo. Antes de la llegada de la pandemia, América Latina y el Caribe ya era la región más desigual del mundo. Aunque la región había avanzado en la lucha contra la pobreza y en la reducción de las desigualdades, la crisis sanitaria mundial amenaza con echar atrás el progreso que se había alcanzado.

En el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, debemos recordar las dificultades que enfrenta el alumnado con discapacidad, que se ha visto particularmente afectado por la pandemia. Aún antes del cierre de las escuelas, los alumnos y las alumnas con discapacidad tenían 10 puntos porcentuales menos de probabilidades de asistir a la escuela que sus pares sin discapacidad. Esto no debiera suceder. El mundo necesita, hoy más que nunca, sistemas educativos inclusivos para responder a la presión que la covid-19 está ejerciendo sobre el aprendizaje para todos y todas, así como para desarrollar resiliencia de cara a las grandes crisis que nos pueda deparar el futuro.

Los resultados del aprendizaje ya eran bajos antes de la covid-19. Solo la mitad de los jóvenes de 15 años lograba un dominio mínimo de la lectura, y los y las más vulnerables corrían mayor riesgo de quedarse atrás. Las plataformas en línea han sido una respuesta educativa importante ante el cierre de escuelas, pero menos de la mitad de los hogares de América Latina y el Caribe tiene acceso a internet o una computadora. La mayoría de las plataformas de aprendizaje a distancia no han sido diseñadas teniendo en cuenta al alumnado con discapacidad. Además de las desigualdades ya existentes, la pandemia ha traído consigo el riesgo de una mayor marginación y desconexión con alumnos y alumnas en situación de pobreza y con comunidades migrantes y desplazadas, solo por nombrar a algunos. El Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020 para América Latina y el Caribe publicado recientemente muestra numerosos e importantes ejemplos de núcleos de inclusión educativa en la región, experiencias que pueden servir de referencia para otras regiones y que ilustran el valor de la diversidad. No obstante, es necesario ponerse manos a la obra y trabajar en esa dirección, luchando activamente contra la discriminación y la segregación en la educación. Es problemático que las leyes del 42% de los países de América Latina y el Caribe establezcan que las y los estudiantes con discapacidad deben ser educados en entornos separados, y que solo el 16% de los países de la región aboguen por una educación inclusiva.

El Informe Todos y todas sin excepción, preparado conjuntamente por el Informe GEM, la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago) y el Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe SUMMA, señala los cambios necesarios para alcanzar la inclusión en la región. Si la diversidad y la identidad son áreas de estudio incorporadas en los currículos de la mayoría de los países, el Informe muestra que no todos los grupos están representados y que el reto de enseñar a la niñez en su lengua materna aún no se ha abordado de manera efectiva. Algunos países, por ejemplo, no mencionan a las poblaciones de gais, lesbianas, bisexuales y transexuales en sus planes de estudios. Otros representan a los pueblos indígenas en imágenes y situaciones estereotipadas, y a veces no están representados en absoluto.

Prácticamente todos los países de la región reúnen datos sobre el origen étnico para orientar las decisiones de política, pero muchos todavía no realizan encuestas de hogares para obtener datos desagregados sobre las desventajas. En el Caribe, solo cuatro de los 21 países han realizado desde 2015 una encuesta de hogares de acceso público para desglosar los indicadores de educación por características individuales. Y aún existen nueve países que no recolectan datos sobre la niñez con discapacidad. Esto hace que las personas más marginadas sean invisibles a los ojos de los responsables políticos y permite que la exclusión continúe aumentando sin control.

En comparación con otras regiones, América Latina y el Caribe cuenta con la mayor proporción de docentes formados en materia de inclusión, pero muchos de ellos siguen intentando abordar las desigualdades y hacer frente a la diversidad de su alumnado sin las pedagogías necesarias. Más del 50% de las y los docentes en Brasil, Colombia y México informaron que carecían de capacitación profesional para enseñar a estudiantes con necesidades especiales. Aumentar la capacitación docente para mejorar la calidad del aprendizaje después de la pandemia, requiere desarrollar programas centrados en la inclusión.

En este momento, los y las líderes alrededor del mundo están trabajando incansablemente para superar la pandemia y para mitigar su impacto. Si no invertimos en educación hoy estamos poniendo al mundo en el camino de más exclusión, desigualdad y polarización. Los planes de recuperación del aprendizaje y de financiación tras la pandemia no deben ignorar a las personas más desfavorecidas.

No podemos aplazarlo. Debemos salvar nuestro futuro y seguir trabajando incansablemente para alcanzar nuestro objetivo educativo mundial, el ODS 4, y garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos y todas.

Stefania Giannini es subdirectora General de Educación de la UNESCO.

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