Los resurgentes señores de la guerra en China

El pasado mes de diciembre, el mundo se quedó horrorizado ante la ejecución por el Gobierno de Corea del Norte de Chang Song-thaek, tío político del joven Dirigente Supremo Kim Jong-un y segundo dirigente de facto del régimen. En vista del decisivo papel de Chang en la dirección de la moribunda economía de Corea del Norte, su ejecución inspiró poderosas dudas sobre la estabilidad del régimen y temor al desplome de una dinastía que cuenta con armas de destrucción en gran escala, pero en última instancia la ejecución de Chang sólo afectó en realidad a otro país, el único aliado internacional de Corea del Norte: China.

Cinco meses después, sigue sin haber una explicación clara del motivo a que se debió la decisión de eliminar a Chang. Aun así, una serie de análisis a fondo han arrojado alguna luz sobre la lucha de poder entre los dirigentes de Corea del Norte por la distribución de los recursos –incluidas la minería y otras concesiones– estrechamente vinculados con la política exterior del régimen.

Se sabía que Chang había concedido prioridad a la supervivencia económica del régimen por encima del desarrollo de las armas nucleares. China, único proveedor de petróleo y alimentos para Corea del Norte, apoyaba firmemente ese planteamiento.

¿Por qué habría de poner en peligro el régimen de Corea del Norte su relación con China, único país que podría derribarlo inmediatamente, tan sólo para ejecutar a un funcionario? Suponiendo que Kim sea racional, debe de haber tenido un buen motivo para creer que, aun cuando ejecutara al favorito interlocutor de Corea del Norte con China, el salvavidas chino se mantendría.

La única explicación posible estriba en la lucha en el Gobierno de China por el control del distrito militar de Shenyang, fronterizo con Corea del Norte. De lo contrario, China podría perfectamente haber interrumpido –de conformidad con las resoluciones 1718 y 1874 del Consejo de Seguridad, que impusieron sanciones económicas rigurosas a Corea del Norte– el suministro de petróleo y alimentos a Corea del Norte, después de que el régimen de Kim hizo ensayos nucleares. China podría haber vetado esas dos resoluciones para evitar el desplome de Corea del Norte y la consiguiente afluencia de refugiados, pero optó por no hacerlo. El problema se debió a que el distrito militar de Shenyang se negó a aplicarlas.

Aun cuando China hubiera actuado con falsedad deliberada, al aprobar las sanciones, pero sabiendo que no las aplicaría, habría recurrido a su apoyo a Chang para apaciguar a Kim. Así, pues, la ejecución de Chang fue un desafío directo al Presidente de China, Xi Jinping, iniciativa que, en circunstancias normales, habría motivado a este país para suspender o al menos reducir su apoyo a Corea del Norte. El hecho de que no lo hiciera indica que Kim ha obtenido de algún modo un salvavidas directamente de Shenyang.

Bo Xilai, el ex jefe del Partido Comunista de China (PCC) en Chonqing condenado a prisión perpetua por soborno, malversación y abuso de poder, pasó dos decenios en una zona que forma parte de Shenyang, incluidos sus períodos como alcalde de la ciudad de Dalian y gobernador de la provincia de Liaoning. Aprovechando el descontento popular alimentado por el rápido aumento de la desigualdad, Bo, a quien se había considerado de forma generalizada candidato probable a un alto cargo en el Comité Permanente del Politburó, adoptó una posición neomaoísta que los máximos dirigentes de China no podían aceptar.

Pero, al desacelerarse la economía, la legitimidad del régimen está cada vez más en entredicho, lo que significa que el neomaoísmo podría aún regresar. De hecho, es una posición que goza de profundas simpatías en la tradición igualitaria del Ejército Popular de Liberación (EPL), además de en sus intereses institucionales, en particular los del distrito de Shenyang.

Así las cosas, para atender las necesidades estratégicas y operativas de China al habérselas con los Estados Unidos y sus aliados, en particular el Japón, el Gobierno está insistiendo en la modernización y la profesionalización de la Armada y la Fuerza Aérea. Para ello, ha estado reorientando el gasto y reduciendo el presupuesto del Ejército.

De los siete distritos militares, Shenyang es el más potente gracias a su mecanización y movilidad. En realidad, alberga cuatro de los cinco cuerpos de ejército mecanizados del EPL, mientras que el quinto protege las fuerzas nucleares estratégicas de China en Sichuan. En 1992, el Gobierno de China creó dos cuerpos mecanizados más en el distrito de Shenyang para disuadir disturbios en Corea del Norte y, en caso necesario, reaccionar ante ellos.

Dado el temor del PCC a la aparición de los señores de la guerra, que desempeñaron un papel decisivo en el desmembramiento de China tras la caída de la dinastía Qing en 1911, ese desequilibrio a favor de Shenyang resulta extraño. La falta de fuerzas de tierra compensatorias en el norte de China la hace vulnerable ante un posible golpe militar en Shenyang, que ya ha aprovechado su influencia en el régimen de Corea del Norte para presionar a los dirigentes de China.

A consecuencia de ello, se ha elucubrado con la posibilidad de que la ejecución de Chang fuera una represalia, aprobada por Shenyang, por la detención de Bo y la actual purga de sus partidarios, incluida la más reciente, la de Zhou Shenyang, ex poderoso jefe de seguridad interior. Dicho de otro modo, lo que pareció ser una forma de política temeraria por parte de Kim podría haber sido, en realidad, una manifestación de la respuesta de Shenyang al forcejeo de Xi para reafirmar la autoridad del Partido sobre la facción de Bo y sus partidarios en el ejército.

Así, pues, la capacidad de China para controlar a Corea del Norte –y que, según los Estados Unidos, en particular, Xi tiene– puede depender, en realidad, del resultado de una lucha más transcendental para mantener al EPL plenamente sometido a la autoridad central. Veinticinco años después de que el Ejército acudiera en ayuda del Partido para aplastar a los manifestantes pro democracia en la Plaza de Tiananmen, la posible estrategia de Xi para hacerlo –una purga de figuras militares de alto nivel– podría propiciar una importante lucha interna.

Masahiro Matsumura is Professor of International Politics at St. Andrew’s University (Momoyama Gakuin Daigaku) in Osaka. Traducido del inglés por Carlos Manzano.

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