Los seres humanos pueden sobrevivir bajo el agua

Las últimas y alarmantes noticias sobre el cambio climático informan que grandes zonas de tierras densamente habitadas estarán inundadas para 2050, y sus ciudades “quedarán borradas del mapa”. Estos reportes –que aparecieron en The New York Times y muchos otros medios noticiosos- se basan en un buen artículo de investigación realizado por científicos de Climate Central, pero malinterpretan la información.

Es parte de un patrón dañino. El cambio climático es un problema creado por el hombre que debemos enfrentar, pero muchas de las noticias sobre sus supuestos efectos nos atemorizan sin justificación y nos confunden sobre las acciones que debemos tomar.

El artículo, publicado el mes pasado en Nature Communications, muestra que las estimaciones pasadas del impacto de los crecientes niveles del mar estaban equivocadas, porque se basaban en mediciones que algunas veces incluían la altura de árboles y viviendas. En otras palabras, se ha subestimado la vulnerabilidad al ascenso del nivel del mar. Eso es lo importante.

Pero los medios han usado esto para crear una visión distópica de 2050. El Times publicó un terrorífico mapa mostrando que el sur de Vietnam “casi desaparecerá” porque quedará “bajo el agua en marea alta (…) Más de 20 millones de vietnamitas, casi un cuarto de la población, vive en tierras que quedarán inundadas”. Y advirtió sobre efectos similares en todo el planeta.

La noticia se hizo viral. Bill McKibben, fundador de la organización ambiental 350.org, tuiteó que “El cambio climático está encogiendo al planeta, de la peor manera posible”. El científico climático Peter Kalmus señaló que antes le preocupaba ser “tildado de alarmista”, pero que noticias como esta lo llevaron a abrazar el calificativo de buen grado.

Lo que los medios olvidaron mencionar es que la actual situación en el sur de Vietnam es prácticamente idéntica a la proyectada para 2050.

Los habitantes del Delta del Río Mekong literalmente viven en el agua. El área ha sido habitada por generaciones por ser increíblemente fértil y, con el tiempo, se han construido diques para protegerla. En la provincia de An Giang del sur vietnamita casi todas las tierras no montañosas se han salvaguardado de este modo. De hecho, está “bajo el agua” al igual que gran parte de Holanda: allí, grandes áreas, incluido el aeropuerto de Schiphol, uno de los más activos del mundo, se encuentran debajo del nivel del mar en marea alta. En Londres, casi un millón de personas viven bajo la marca de la marea alta. Sin embargo, nadie en Holanda, Londres ni el Delta del Mekong necesita equipos de submarinismo para sus actividades, porque la humanidad se ha adaptado con infraestructura de protección contra inundaciones.

Los autores del estudio de Climate Central mencionan en la introducción que en este “no se han considerado las defensas costeras”. Eso está bien para un artículo académico, pero es absolutamente insensato que los medios usen estas conclusiones para anunciar advertencias de que “20 millones de personas vivirán bajo el agua”.

De hecho, el estudio muestra que 110 millones de personas en todo el mundo ya viven “bajo el agua”. Casi cada una de ellas está bien protegida. La verdadera noticia aquí es el triunfo de la destreza y la adaptación humanas.

Los autores señalan que para 2050 otros 40 millones de personas vivirán bajo la marca de la marea alta, llevando la cifra total a 150 millones. Otro estudio demuestra claramente que seremos capaces de protegerlas a todas. Recordemos que el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU ha estimado que el impacto conjunto de todos los efectos negativos del calentamiento global para la década de 2070 será equivalente a que la sociedad pierda entre un 0,2 y un 2% de sus ingresos, y que, para entonces, los escenarios estándar de la ONU sugieren que seremos entre un 300% y un 500% más ricos. Así, tener 40 millones de personas adicionales viviendo bajo la marca de la marea alta representa un ligero aumento de un reto que nos hemos mostrado plenamente capaces de enfrentar, en un mundo que será mucho más rico y resistente.

El cambio climático es un problema que debemos abordar, y deberíamos tener particularmente en cuenta cómo afectará a los más pobres de la sociedad. Pero la noticia más grande y sin difundir es que las actuales políticas climáticas aportarán muy poco a la solución del “desafío” de que en el futuro haya más gente viviendo bajo la marca de la marea alta.

En Vietnam del sur, la diferencia entre implementar una extremadamente sólida política climática que limite el aumento del promedio de la temperatura global a menos de 2ºC y embarcarse en un atracón de uso de combustibles fósiles es casi nula, incluso hacia finales del siglo. Y, en términos globales, el camino más extremo de políticas climáticas (con un coste de literalmente miles de billones de dólares) reducirá la cantidad de personas que viven “bajo el agua” en apenas un 18% en comparación con un escenario en que no se adopte política alguna.

Incluso cuando leemos noticias en los principales medios del mundo, debemos mantener la perspectiva. Las muertes por causas relacionadas con el clima (inundaciones, huracanes, sequías, incendios forestales y temperaturas extremas) han bajado en un 95% en los últimos cien años. Más aún, a pesar de los constantes anuncios de que la crisis climática global se nos está yendo de las manos, el coste de las condiciones climáticas extremas como proporción del PIB ha estado en declive desde 1990.

Las noticias alarmistas que distorsionan los hechos sobre los crecientes niveles del mar son peligrosas porque asustan innecesariamente a la población e impulsan a las autoridades a adoptar medidas demasiado costosas para reducir las emisiones de gases de invernadero. La verdadera solución es sacar de la pobreza a los más desposeídos del planeta y protegerlos con infraestructura sencilla.

Bjørn Lomborg, a visiting professor at the Copenhagen Business School, is Director of the Copenhagen Consensus Center. His books include The Skeptical Environmentalist, Cool It, How to Spend $75 Billion to Make the World a Better Place, The Nobel Laureates' Guide to the Smartest Targets for the World, and, most recently, Prioritizing Development. In 2004, he was named one of Time magazine's 100 most influential people for his research on the smartest ways to help the world. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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